Un comentario sobre la eliminación del ajuste por inflación

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Luis Salas Rodríguez

Mientras algunos y algunas gastan energía y tinta con las aventuras y desventuras de chino y nacho, o con los dimes y diretes de Horacio Blanco, cosas importantes siguen pasando.

En primer lugar, acaba de culminar un proceso habilitante que dejó un número  grande de nuevas y reformadas leyes, todas las cuales deben ser analizadas con detenimiento una vez que sean publicadas en su totalidad, cosa que todavía no ocurre. Sin embargo, hay decisiones que generan importantes expectativas e incluso alegrías, tal como los casos de la ley antimonopolio y de la reforma de la ley de impuesto sobre la renta en lo que concierne al consumo de lujo y los ajustes por inflación.

Lo del monopolio no merece mayores comentarios. El mejor indicador del mismo es que aquí de todo hay por lo general dos o tres empresas: lo que no es Polar es Cargill, lo que no es Johnson es P&G y así sucesivamente. Sobre el impuesto al lujo tampoco, a no ser el hecho de que éste debe ser el único país donde los que compran artículos de lujo para presumir –pues ¿para que otra cosa sirve el lujo?- lo quieren hacer subsidiadamente. Lo que si merece mayor atención es lo de la eliminación del ajuste por inflación en el caso -al menos- de la banca, que no solo es un seguro que los capitalistas tienen contra la inflación sino de hecho un incentivo para especular.

El ajuste por inflación en la legislación fiscal venezolana forma parte del legado de fechorías y triquiñuelas dejado por Pedro Tinoco. Él fue su principal promotor, si bien, fiel a su estilo, mandó a sus peones a hacer el trabajo. Uno de esos peones fue Humberto Romero-Muci, uno de los mayores expertos de nuestro país no en materia tributaria, si no, para ser más específicos, en materia de evasión fiscal y fuga de capitales, todo lo cual hace desde hace mucho tiempo en calidad de socio del bufete D Empire Reyna & Asociados, principal representante de los intereses sionistas en el país y muchas transnacionales. Los otros dos peones fueron nada más y nada menos que Miguel Enrique Otero y Ramón José Medina, quienes de hecho presentaron la propuesta en su calidad de diputados del entonces Congreso Nacional en 1990 en lo que desde entonces se conoce como el Proyecto Otero-Medina.

El ajuste por inflación es el mejor ejemplo de eso que decía Domingo Alberto Rangel de que en economía existen dos puntos de vistas, los cuales dependen de qué lado del mostrador se esté. En este caso se trata del punto de vista de los que están del lado de adentro, los cuales lo defienden como un derecho humano en resguardo de la propiedad privada. En lo concreto, el ajuste por inflación consiste en una jugarreta contable que tienes efectos patrimoniales pero también fiscales, en la medida en que hace que el patrimonio se ajuste hacia arriba apreciándose según la inflación, pero los impuestos que se pagan –cuando se pagan- lo hagan hacia abajo por la misma causa. Lo notable del caso es que todos aquellos que se quejan de los ajustes salariales (que, en el mejor de los casos, se producen un par de veces al año y por decreto presidencial) suelen ignorar olímpicamente el ajuste por inflación el cual se hace todos los meses.

En el caso de la banca lo primero que hay que tener presente son las más que fabulosas ganancias que obtiene anualmente (y en general el sistema financiero, incluyendo las aseguradoras). Y si no que lo diga Escotet, que le ha ido tan bien que compró un banco prácticamente de contado en España. Pero si no que lo diga el FMI, que periódicamente arroja indicadores que permiten comparar la rentabilidad de diferentes sistemas financieros del mundo en un sitio web denominado Financial Soudness Indicators.

Entre los múltiples indicadores que se pueden consultar destacan dos: el ROE (Rentabilidad sobre Patrimonio Neto) y el ROA (rentabilidad sobre el Activo). Para finales de 2013, Venezuela cuenta con uno de los ROA más alto, con un 4,2, solo superado por Argentina (4,4), Uganda (4,7) y por Grecia (8,1). Para que se tenga una idea del asunto, el de los Estados Unidos es 1,6, mientras que el de Inglaterra es 0,3, el de Suiza 0,6 y el de Alemania 0,4. En líneas generales, el promedio ronda los 2 puntos.inflacion caricat

Pero si en ROA la banca venezolana está entre las cinco primeras, en ROE (Rentabilidad sobre el Patrimonio) se destaca aún más pues alcanza el primer lugar con un descollante 51,2. Le siguen bastante lejos Argentina (38), Ghana (36) y Kenya (31), de entre los países desarrollados el ROE más alto es el canadiense (20,9), mientras que el de los Estados Unidos es 13.

Así las cosas, ¿cuál es la responsabilidad de un sector que aumenta de forma tan fabulosas sus utilidades en medio de un contexto de especulación generalizada? ¿No es claro que dicho aumento se convierte a su vez en un incentivo para la generalización de la especulación? Y por el último, al menos en lo que a esta nota refiere, ¿cómo hacer para destinar esa masa fabulosa de dinero para inversión productiva y social y no se vaya del país ni se dedique a las actividades especulativas y suntuarias a las que se está destinando? Todas esas son preguntas a hacerse en un país donde los voceros oficiales y oficiosos del sistema financiero especulativo nos machacan todos los días con el tema del déficit y la crisis de financiamiento.

Parafraseando a nuestro superintendente de precios justos que en estos días decía que no es verdad que este sea el país del “no hay”, como dice la oposición, sino del “no hay donde debe estar” gracias a la acción de los acaparadores, contrabandistas y revendedores, pareciera evidente que los problemas financieros y fiscales de nuestro país no devienen de escasez de recursos, sino de acaparamiento grosero de los mismos.