Brasil: una decisión que fortalece la independencia

RAÚL ZIBECHI | El gobierno de Dilma Rousseff anunció el pasado 18 de diciembre su decisión de reequipar la fuerza aérea con cazas suecos Gripen NG de Saab. Se trata de la compra de 36 aparatos, que se viene anunciado desde 2008 en el marco de un proceso que se inició dos décadas atrás, por 4.500 millones de dólares.

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La decisión sorprendió a varios analistas ya que se consideraba que de los tres modelos finalistas, el que más chances tenía de ser elegido era el F-18 Super Hornet de Boeing, uno de los cazas más potentes en el mercado. La empresa estadounidense había establecido acuerdos de cooperación con la brasileña Embraer en la construcción y posible comercialización del carguero KC-390 con el que la empresa brasileña pretende sustituir los Hércules C-130 hasta ahora dominantes en el mercado.

El tercero en discordia, el Rafale de la francesa Dassault, había sido prácticamente descartado por su elevado precio, unos 140 millones de dólares frente a 100 millones del F-18 y sólo 70 millones del Gripen NG.

Todo indica que en la opción hecha por el gobierno de descartar el Boeing influyó el reciente escándalo de espionaje revelado por Edward Snowden que provocó una crisis en las relaciones bilaterales. En cuanto a la oferta francesa, había sido descartada tiempo atrás por las serias desavenencias geopolíticas entre Francia y Brasil en el seno de la OMC y cuando el tratado Brasil-Turquía-Irán para resolver el problema del enriquecimiento de uranio de éste país.

Más allá de las consideraciones geopolíticas, la compra de un aparato tan importante para la defensa de un país no puede hacerse según afinidades del momento, menos aún por simpatías ideológicas. Hoy ningún país que pretenda construir una defensa potente puede prescindir de la tecnología occidental. Las fuerzas armadas de China construyen sus defensas con piezas importadas de Alemania, Reino Unido y Francia, aliados de Estados Unidos (Rusia Today, 22 de diciembre de 2013). Sin embargo, esta situación no pone en riesgo su independencia política y estratégica.

La soberanía nacional tiene en este punto dos ejes: diversificar las compras y construir una sólida industria de defensa. Hoy Brasil está construyendo submarinos convencionales y nucleares gracias a un acuerdo estratégico con Francia, que ha permitido que se construyan en astilleros brasileños con técnicos formados en Francia. Del mismo modo está construyendo helicópteros de transporte de tropas, mientras compra a Rusia misiles defensivos y corbetas y fragatas al Reino Unido.

La cuestión de los cazas es bien compleja. En un principio, Lula había anunciado la compra de los Rafale a Francia, pero la fuerza aérea había optado por los Gripen y debió dar marcha atrás (Folha de Sao Paulo, 5 de enero de 2010). Los argumentos de los uniformados fueron sólidos, 30 mil páginas de datos, y finalmente convencieron.

El avión es más pequeño que los competidores y tiene menos capacidad de fuego, pero es más económico y se adapta a la realidad de Brasil cuya prioridad es la defensa y no el ataque. Pero el punto fundamental es que Brasil no quiere comprar sino fabricar: busca una transferencia completa de tecnología, que los aparatos sean montados en Brasil por la Embraer (tercera empresa de aviación civil del mundo por su tamaño), y que al final del proceso la propiedad intelectual del producto quede en manos del Estado brasileño (Estado de Sao Paulo, 19 de diciembre de 2013).

En pocos años el 40% del caza y el 80% de su estructura serán fabricados en Brasil por cientos de medianas, grandes y pequeñas empresas que vienen trabajando desde hace tiempo con Embraer (Valor, 18 de diciembre de 2013). Esto es posible porque el Gripen NG es un avión en desarrollo, proceso en el cual Brasil se inserta a partir de este momento, algo que era imposible con otros aparatos, incluyendo los rusos Sukhoi. Es este desarrollo conjunto de un nuevo modelo lo que le permitirá a Brasil tener la propiedad intelectual del aparato, los técnicos e ingenieros capacitados para diseñarlo y ejecutarlo, o de modificarlo cuando lo consideren conveniente.

Por otro lado, la hora de vuelo del Gripen es la mitad de la del Rafale y el F-18. Más importante aún: Brasil podrá no sólo producir su propio caza sino venderlo a los demás países de la región, a Sudáfrica que ya tiene su lote de Gripen y a otros países africanos.

En estos momentos las fuerzas aéreas de la región están equipadas de forma muy desigual y muestran sus opciones con el tipo de aparatos que vuelan: Colombia tiene cazas Kfirs israelíes; Perú MIG rusos y Mirage franceses; Venezuela renovó toda su flota con Sukhoi rusos y Chile tiene la fuerza aérea más potente en base a los F-16 estadounidenses. Pero todos compran, ninguno fabrica. Con la decisión de Brasil de fabricar cazas, por más discutible que les parezca a quienes habrían optado por aviones rusos, la región ha dado un paso en su independencia militar.

– Raúl Zibechi, periodista uruguayo, escribe en Brecha y La Jornada y es colaborador de ALAI.