Dilma propone un pacto para mejorar los servicios tras las protestas
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, llamó a “un gran pacto en torno de la mejora de los servicios públicos” para poner fin a la serie de protestas callejeras de las últimas dos semanas, que dejaron dos muertos y más de 100 heridos, y que sólo anoche reunieron un millón de personas en unas 80 ciudades.
Télam
“Las manifestaciones de esta semana dejaron importantes lecciones; las tarifas bajaron y los reclamos de los manifestantes ganaron prioridad nacional”, dijo la mandataria en un mensaje transmitido por la cadena nacional de radio y televisión.
“Tenemos que aprovechar el vigor de las manifestaciones para producir más cambios que beneficien al conjunto de la población brasileña”, agregó, según reportó la agencia noticiosa estatal ABR.
El “gran pacto” al que convocó a gobernadores estaduales y líderes de las protestas tendrá tres ejes: la elaboración de un plan nacional de movilidad urbana que privilegie el transporte colectivo, la asignación de la totalidad de las regalías petroleras a la educación y la contratación de médicos extranjeros para ampliar la atención del Sistema Unico de Salud, explicó Rousseff.
Asimismo, la jefa del Estado volvió a respaldar a los manifestantes y remarcó que continuará combatiendo la corrupción.
“Soy la presidenta de todos los brasileños, de los que se manifestaron y de los que no se manifestaron; el mensaje directo de las calles es pacífico y democrático, reivindica un combate sistemático a la corrupción y el desvío de dinero público; todos me conocen: de eso no me aparto”, subrayó.
El discurso de la mandataria puso fin a una jornada tensa, con nuevas demostraciones callejeras -aunque bastante menos numerosas que las de los días previos-, algunos disturbios aislados y un clima de inquietud incluso dentro del propio gobierno, donde llegaron a expresarse dudas, luego despejadas, sobre la visita del papa Francisco a Río de Janeiro, programada para el mes próximo.
El día había transcurrido con reuniones continuas de Rousseff con ministros, legisladores, gobernadores y hasta el presidente de la Conferencia Nacional de Obispos, Raymundo Damasceno.
Mientras tanto, la lista de víctimas fatales, abierta anoche por un joven de 18 años atropellado intencionalmente por un automovilista particular en Ribeirao Preto, en el estado San Pablo, se amplió hoy con el fallecimiento de una barrendera de Belén, en el estado norteño Pará, que estaba internada desde ayer por haber inhalado grandes cantidades de gas lacrimógeno.
En San Pablo, más de 5.000 personas volvieron a salir a las calles, ocuparon plazas y bloquearon al menos ocho autopistas, entre ellas la Presidente Dutra, la más importante del país, que une las ciudades de Río de Janeiro y San Pablo.
En la zona oeste de Río de Janeiro protestaron unas 2.000 personas e imágenes tomadas desde el aire y emitidas por el canal TV Globo mostraron a una decena de jóvenes saqueando comercios cercanos a la favela (villa de emergencia) Ciudad de Dios.
Asimismo, personas que bloqueaban una ruta en Ribeirao Das Neves, en la periferia de Belo Horizonte -capital del estado Minas Gerais, vecino a Río de Janeiro-, quemaron un colectivo.
Más temprano, amenazas anónimas de bombas obligaron a evacuar las sedes de los ministerios de Cultura y de Medio Ambiente, en Brasilia, pero pasado el mediodía, tras la revisión de los edificios por parte de la brigada de explosivos, esos organismos recuperaron la normalidad.
En ese tenso contexto, esta mañana trascendió la preocupación sobre la visita del Papa, expresada por el secretario general de la Presidencia, Gilberto Carvalho, en una reunión a la que estaba vedado el acceso de la prensa pero cuyas palabras fueron captadas por cámaras de televisión autorizadas a tomar imágenes.
Sin embargo, una vocera del comité Organizador de la Jornada Mundial de la Juventud -que se efectuará del 23 al 28 de julio en Río con la presencia prevista de Francisco-, primero, y luego el propio Damasceno, aseguraron que no hay cambios en relación con la visita del pontífice.
Las manifestaciones se originaron a comienzos de la semana pasada en San Pablo, convocadas por el Movimiento Passe Livre (MPL) y limitadas a protestar contra el aumento de las tarifas del transporte público de pasajeros.
Pero con el correr de los días se extendieron a todo el país y a otras reivindicaciones, tales como la demanda de mayor presupuesto para la salud y la educación públicas, así como de mejor calidad de los servicios públicos, y la crítica al gasto gubernamental en la organización del mundial de fútbol del año próximo.
“El movimiento no convocará más a manifestaciones”, anunció hoy el dirigente del MPL Douglas Beloni, quien criticó que se hayan mezclado en las protestas “algunas cosas de la agenda conservadora, como el rechazo a los partidos políticos o el reclamo para reducir a menos de 18 años la edad de imputabilidad penal”.