“El patio trasero” ha cambiado, estimado John Kerry

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RAFAEL CUEVAS MOLINA| Aunque Kerry tiene pinta de buenazo, no hay que fiarse de las apariencias. Ni él, ni Obama, ni ningún otro funcionario pasajero del establishment norteamericano cambiará el rumbo d quienes se hacen ilusiones, deberían irse desencantando de una vez por todas.
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John Kerry, el nuevo Secretario de Estado de EE.UU.
Sin tapujos, el Secretario de Estado de los Estados Unidos de América llamó “patio trasero” de su país a América Latina en su última comparecencia ante el Senado, y dijo claramente que su país sería más “vigoroso” con los países que no se alinean con sus políticas en la región.

John Kerry no es ningún bisoño en política, ni puede atribuirse sus expresiones a algún lapsus linguae. Sabe que lo que diga lo oiremos aquí y que reaccionaremos, por lo que si dijo lo que dijo es porque está seguro de que eso es lo quería decir y no otra cosa.

En primer lugar, dijo que su país nos sigue viendo por sobre el hombro, y que la Doctrina Monroe sigue siendo el norte de su política exterior hacia lo que los Estados Unidos  conocen como el Hemisferio Occidental. Traducido en buen romance, eso significa que los Estados Unidos siguen considerándose el gallito del gallinero, y que nadie debe osar disputarle su dominio. De lo contrario, se ponen “vigorosos”.

Entre tiempo, sin embargo, las cosas han ido cambiando por aquí, ni los Estados Unidos son ya lo que antaño fueron. Ahora tiene fuertes competidores comerciales e inversionistas, han surgido potencias regionales y gobiernos a los que no les gustan que los traten, precisamente, como patio trasero.

Cuando hablamos que le han surgido competidores nos referimos a China, que ha incrementado su comercio con latinoamericana y se ha transformado en fuerte inversionista, a tal punto que tanto ella como nuestro subcontinente se han transformado en polos del crecimiento mundial, a despecho de lo que sucede en las economías industrializadas, especialmente nuestro vecino del norte y Europa, en donde habrá menor crecimiento y mayor desempleo en el futuro cercano. La misma CEPAL postula que la relación entre China y América Latina y el Caribe ha alcanzado ya la suficiente madurez para dar un salto de calidad y avanzar hacia un vínculo estratégico.

Por otro lado, ha surgido con gran fuerza Brasil como potencia regional, país que trabaja fuertemente sus alianzas  con los países vecinos, en el marco de iniciativas en las que participa con una visión de mutua conveniencia, totalmente diferente a lo que ha sido el comportamiento histórico norteamericano en la región.

A todo esto debemos agregar el surgimiento y afianzamiento de gobierno nacional progresistas, hegemonizados por una nueva izquierda que retoma la tradición antiimperialista latinoamericana que viene desde los tiempos de la independencia.

Claro que los Estados Unidos siguen manteniendo fieles seguidores en nuestras tierras. Ahí está, para muestra, el Foro Económico Mundial para América Latina que se realizó esta semana en Lima, y que fuera inaugurado con una mesa redonda que contó con la participación de los presidentes de México, Panamá y Perú. Estos tres países constituyen el eje central de la Alianza del Pacífico, que quiere ser el contrapeso aupado por Washington en contra del ALBA y otras iniciativas que buscan el desarrollo independiente de América Latina. En ese foro, claro está, participó gozosamente el secretario general de la OEA, el chileno Miguel Insulza.

Este club de los niños bien portados, en el que Costa Rica hace esfuerzos por participar, no es, con toda seguridad, el recipiendario de las amenazas de actitudes “vigorosas”. Son los otros los destinatarios de las bravuconadas de Kerry, los que le dan dolores de cabeza porque no lo dejan moverse a sus anchas como antes.

Aunque Kerry tiene pinta de buenazo, no hay que fiarse de las apariencias. Ni él, ni Obama, ni ningún otro funcionario pasajero del establishment norteamericano cambiará el rumbo de lo que ha sido la línea histórica de su política exterior. Y quienes se hacen ilusiones, deberían irse desencantando de una vez por todas.

Los Estados Unidos nacieron a la vida independiente y se estructuraron como nación creyéndose predestinados para expandir su modo de vida por el mundo, y en eso están.

Pero ya las cosas no son como antes y, parafraseando al filósofo norteamericano Wright Mills, habría que decirles: “listen, yakee”.