Víctimas del crimen de agresión
Beltrán Haddad|
Estamos viviendo momentos inesperados ante una realidad torneada en el marco de la crisis convertida en un torbellino de situaciones políticas y económicas, pero que ahora se profundiza con las violaciones al derecho internacional. Nunca este país había sido objeto de tanta saña. Lo admirable es su capacidad de resistir las amenazas de Trump y la agresión a su integridad territorial desde el gobierno colombiano que cedió su espacio fronterizo para la invasión mercenaria bajo la autoría mediata del Gobierno de Estados Unidos.
¿De qué sirve el Derecho Internacional? ¿Será posible un principio de justicia contra el crimen de agresión que comete el Gobierno de Colombia? Es importante recordar que la Carta de la ONU señala que los Estados en sus relaciones internacionales se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra otro Estado. Como también es bueno saber que, según el Estatuto de Roma, el crimen de agresión se ubica entre los más graves para la comunidad internacional. Esa Carta de la ONU significó el nacimiento de un nuevo derecho internacional, en tanto el Estatuto de Roma dio vida al Derecho Penal Internacional con una Corte permanente para castigar, entre otros, el crimen de agresión. Sin embargo, para nada han servido estos dos instrumentos.
La Carta de la ONU como el Estatuto de Roma sufrió cada uno su traspié al momento de nacer. El principio de no recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza nunca ha sido respetado por las potencias imperiales, hoy en afán neocolonizadoras, por lo que el equilibrio internacional y el principio de igualdad soberana de los países se hacen cada día más precarios, en tanto la paz se hace difícil conseguirla.
¿Saben una cosa?, el crimen de agresión no tiene castigo y los pueblos son agredidos inmisericordemente mientras el Derecho Penal Internacional se desmorona en dificultades para su aplicación. Fíjense que el artículo 5 del Estatuto comenzó con un resbalón normativo al decir que la Corte ejercerá su competencia sobre el delito de agresión una vez que se apruebe la norma que lo defina. Es algo así como una aporía, un camino sin salida desde 1928 en que se prohibió la agresión o quizá, en nuestra realidad, una propuesta especulativa del Derecho Penal Internacional, contraria al sentir de los pueblos al permitir la impunidad en amenazas y agresiones. Hoy Venezuela es víctima del crimen de agresión.
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