Venezuela: pautas para una política económica antiviral
José Félix Rivas Alvarado|
En una de las principales y céntricas avenidas de Caracas, en la entrada de una de las pocas fábricas de confección, se agolpan obreras-costureras, con tapabocas y sus uniformes de trabajo.
Esperan que se abra el taller, su sustento diario depende de que, en algún momento, el sonido de la puerta de acceso al lugar de trabajo, les acelere el corazón; bien sea para informarles que no podrán abrir (este sector no entra dentro de los prioritarios que establecen las medidas de cuarentena) o que, efectivamente (casi por un milagro) abra para producir.
Ellas dependen de un sueldo que, a pesar que la hiperinflación lo evapora en minutos, les permite acceder a algunos bienes y servicios necesarios para mantener sus familias.
Ese drama se está repitiendo en diferentes dimensiones, pero especialmente son y serán los más vulnerables, los trabajadores, los más afectados de las consecuencias del coronavirus, de la crisis mundial y de su impacto sobre la economía venezolana. Los más débiles de la cadena social la están pasando muy mal y la pasarán peor si no se toman medidas que atenúen esta situación.
Los que venden (o mejor dicho, alquilan) su fuerza de trabajo, estarán en enorme desventaja (como siempre) en relación a los propietarios del capital; los que tienen cuentas en el exterior, que pueden pagar por Zelle o por Paypal; los que han acumulado riquezas, especialmente a costa de la apropiación de la renta petrolera, no sólo podrán resistir esta tormenta de meteoritos sino, de seguro, aprovecharán la crisis para aumentar sus fortunas.
Desde trabajadoras domésticas, mesoneros, aparcadores, reparadores de fallas de electricidad, de plomería, auto-mecánicas y otros trabajadores -en su mayoría pertenecientes al sector informal- incluyendo a profesionales que dependen de un “flujo de caja” del día a día,todos se encuentran con la interrupción abrupta de sus ingresos.
El segmento de los trabajadores informales, quienes según los últimos datos publicados, se ubicaban en casi 50% de la población económicamente activa, será ampliamente impactado. Nuestra economía, como otras en América Latina, tiene un mercado laboral donde el sector informal representa un gran peso en la anatomía de nuestras sociedades dependientes y subdesarrolladas.
Otros segmentos del sector laboral, que tienen puestos formales,dependerán de la capacidad de las empresas privadas (especialmente la PYME) para soportar esta etapa de cuarentena y de paralización de la producción. Algunas empresas, dependiendo de su tamaño y naturaleza, podrán utilizar reservas para mantener el pago de la nómina, otras, sencillamente no podrán pagar los sueldos en una situación donde la caja no recibe ingresos.
Los trabajadores del sector público venezolano desde el punto de vista de la estabilidad del empleo, tienen mejor garantía, pero desde el punto de vista de la remuneración, son los que -a pesar de los esfuerzos del gobierno para recomponer el salario y el ingreso familiar- han experimentado,en los últimos años, un fuerte ajuste negativo de los ingresos reales. Muchos de ellos, han tenido que combinar su empleo público con una segunda o tercera forma de generar ingresos complementarios, que –de seguro- se paralizará o ralentizará en esta contingencia.
Ni hablar de los prestadores de servicio en salud, alimentación y seguridad pública que están obligados (legal y moralmente) a laborar en condiciones de riesgo debido a las limitaciones e la dotación de insumos médicos y equipos de protección.
Con el barril de petróleo tendiendo a caer a niveles nunca experimentados, aunado al bloqueo económico, la paralización de la producción interna (por la cuarentena)y la desaceleración de la economía mundial, no es difícil prever una situación dramática en los próximos seis meses de este 2020.
Tres plagas: las sanciones criminales, la crisis económica mundial y la pandemia del coronavirus
La economía venezolana está atravesando por un pasaje tormentoso, donde se combinan los efectos de las sanciones unilaterales, ilegales y genocidas, con la crisis de la economía mundial y el impacto económico de la pandemia del coronavirus (COVID-19).
Es totalmente inútil, impertinente y oportunista hacer un análisis macroeconómico tradicional que soslaya que Venezuela es una nación a la cual se le han confiscado sus recursos financieros y activos en el exterior; que se le ha bloqueado y obstaculizado la posibilidad de producir y exportar petróleo (hasta ahora su principal fuente de ingresos) y cuya deuda externa está siendo negociada por buitres y tiburones del capital financiero.
Llama la atención que, en el análisis de algunos actores de la oposición y de otros críticos al gobierno, las palabras “sanciones” o bloqueosonsubestimadas o inclusototalmente omitidas en su argumentación. Independientemente de las posiciones políticas de cada uno, y dado que el bloqueo es un hecho objetivo que no sólo afecta al gobierno, es momento de ver más allá de los intereses particulares y ofrecer soluciones distintas a las medidas de austericidio neoliberal.
El coronavirus actuó como catalizador/acelerador de una crisis del capitalismo mundial que venía incubándose desde tiempo atrás. La pandemia no es la causa de la crisis económica mundial, pero se convirtió en un potente detonador y un propagador letal. El mercado petrolero está siendo afectado por la fractura de la OPEP y la confrontación geopolítica, donde la estrategia estadounidense de producción de esquistos está poniéndose a prueba.
Esta situación se ha reflejado en una caída abrupta del precio del petróleo. Nuestros, ya mermados,recursos se verán aún más recortados. Esto significa que, el gobierno nacional tendrá una menor disponibilidad de recursos fiscales de origen petrolero.
Las principales economías del mundo han respondido con medidas económicas que se dirigen a lograr dos propósitos: a) consolidar los recursos necesarios para enfrentar la pandemia; b) preservar el aparato económico lo suficiente para atenuar la destrucción de la capacidad instalada que, a todas luces, será inevitable. Podemos distinguir y agrupar otro tipo de medidas, en un punto c) aquellas que hacen énfasis en la protección de la población.
Pareciera que esta última está implícita en la primera (a), pero hubo países que optaron por subestimar el impacto del contagio, y sus jefes de Estado hicieron énfasis en proteger a la economía, porque consideraron que, paralizar la economía, significarían grandes daños. Asumiendo, darwinianamente, que darle prioridad la economía,implicaría necesariamente un costo en vidas humanas.
Las medidas de las principales economías centrales y de algunas economías latinoamericanas, han hecho énfasis en los componentes fiscales y monetarios. En lo fiscal, han generalizado la exoneración temporal del pago de impuestos y la reducción de la tasa de algunos tributos como el IVA. En lo monetario, resalta la reducción de tasa de interés y la expansión monetaria.
Destaca el caso de Estados Unidos, donde sus primeros anuncios optaron, como era de esperar, por proteger a los grandes capitales, y además han incluido una transferencia directa de 1.000 dólares por cada ciudadano, equivalente a lo que se viene haciendo en Venezuela (en una modesta proporción) a través del carnet de la Patria, con la utilización de transferencias monetarias a la población.
En Europa se han congelado pagos de tarifas públicas, créditos, y matrículas estudiantiles. En términos generalespareciera que, de neoliberales han transmutados a keynesianos. El problema es que la actual crisis parece ser peor que la recesión de los años 30 y la crisis mundial iniciada en 2008, por tanto, las dos matrices originarias de los paradigmas predominantes, en política económica, serán obsoletos, y esperemos sean superados por la emergencia de un nuevo paradigma.
(En otro artículo se tratará, con más detalle, este tipo de respuestas de política económica, no sólo en el centro desarrollado sino en las periferias).
Algunos criterios de política económica
A continuación, se establecen algunas orientaciones generales que deben proporcionar un marco estratégico a las medidas concretas
- Proteger a la población. Sin distinción social, pero teniendo conciencia que hay una gran mayoría que está en amplia desventaja. En nuestro caso, el gobierno nacional, en coordinación con el sector de clínicas privadas, está garantizando el suministro del tratamiento gratuito a los contagiados, independientemente de su nivel de ingreso y de riqueza.
Igualmente, se deben reforzar los mecanismos de transferencias de ingresos hacia las familias, tal como se viene haciendo con el Carnet de la Patria, tratando de incluir a la mayor cantidad de población en este sistema.
Se está demostrando –en algunos países (Estados Unidos, Colombia, Reino Unido)- lo erróneo de la estrategia de poner a la acumulación de riqueza por encima de la gente, subestimando el poder del virus para demoler en corto tiempo la capacidad de respuesta y terminar en una situación no sólo peor, sino asumiendo un costo económico mucho mayor a si hubiesen priorizado por la gente y por la estrategia de contener el crecimiento exponencial del la pandemia.
En conclusión, unos países optaron por defender las ganancias y, no sólo han sido negligentes sino que,tal perspectivaestá tendiendo a ser mas costosa a corto y mediano plazo.
- Convocar a un Acuerdo Nacional Económico-productivo y solidario entre el Gobierno y los principales agentes económicos, incluyendo a los trabajadores. Con el objetivo de garantizar, en condiciones de cuarentena, la producción de los bienes esenciales y, al mismo tiempo, diseñar un plan de recuperación despuésque se supere la etapa crítica de la epidemia.
- Acordar, en forma consensuada, un plan de recaudación de los ingresos fiscales. Aquellos economistas que están trasladando mecánicamente las medidas de otros países al caso venezolano, están obviando las condiciones actuales de las finanzas públicas, además de la dialéctica de nuestra dependencia. Es hora de dar, no de pedir.
Las propuestas de rebaja de los impuestos o “flexibilización” tributaria, deben ser evaluadas con mucho cuidado, porque en este momento el Estado se convierte en el principal ordenador y orientador de la estrategia de resistencia. Las propuestas neoliberales están en un momento de agonía, pero también copiar al calco los diagnósticos keynesianos, que plantean que es un problema de demanda agregada, no sólo es insuficiente sino contraproducente.
Estamos frente a un problema de producción a nivel privado y público. Y los principales motores de la producción son los trabajadores, es decir esa mayoría de la población que está en amplia desventaja para enfrentar la pandemia. El Estado venezolano actual, está urgido de recursos más que nunca antes, especialmente para dotar al sistema de salud pública de la capacidad de respuesta y para financiar los apoyos (transitorios) a los sectores vulnerables (no sólo los trabajadores sino las PYMIS, por ejemplo).
Sin duda alguna, que el alivio de la presión fiscal sobre el sector empresarial es un tema relevante a considerar, pero, reiteramos, se debe distinguir entre grandes y pequeños emprendimientos. Además que, el apoyo al sector privado no puede partir del principio de concederle beneficios y tratamientos especiales a una minoría en detrimento de la mayoría de la población.
Debemos estar conscientes que, el sector privado genera empleos e ingresos, pero también el sector empresarial privado debe considerar que sus empresas se mueven gracias al esfuerzo de la mayoría de la población, aquellos que tienen como principal propiedad, su fuerza de trabajo.
Sin duda alguna que, hay que crear mecanismos para paliar de sobrevivencia para las PYMES y empresas asociativas, considerando que se mantendrán sin o baja operatividad en el corto plazo. Podemos crear estrategias novedosas de recaudación de recursos e implementarlas en forma inmediata, acompañadas de las debidas medidas de transparencia y contraloría social.
- Dentro del acuerdo económico-productivo nacional, es esencial apoyarse en la producción nacional. Es importante considerarlas diferencias que hay entre cada estrato de ocupación y entre cada rama productiva. Por ejemplo, la pequeña y mediana industria (PYMI) debe tener un tratamiento especial, igual los pequeños y medianos trabajadores del campo.
Igualmente, la producción de las comunas y de los proyectos socio-productivos alternativos deben tener un alto protagonismo en este esfuerzo. Lo anterior no significa ignorar el peso de la gran industria/empresa, con la cual necesariamente hay que coordinar acciones para garantizar producción, distribución y consumo a precios adecuados.
- La viabilidad financiera y social de una estrategia de contención de los efectos de la pandemia, de protección y recuperación de la economía nacional, requiere sumar esfuerzos políticos (más allá del gobierno y de los partidos) para seguir solicitando, a nivel internacional, que cesen las sanciones contra nuestra nación. Las sanciones constituyen un crimen contra la humanidad, especialmente en estos tiempos de pandemia.
- Priorizar los pagos con moneda internacional:cada dólar o euro que ingrese debe destinarse primero a comprar medicinas, alimentos y todo lo necesario para superar la etapa de contención. Se debe fortalecer y redimensionar la cooperación internacional con aquellas naciones con las cuales venimos relacionándonos dentro del marco de la estrategia geopolítica que va para dos décadas.
- Venezuela ha acumulado una experiencia y una institucionalidad que servirá de mucho en este momento de emergencia sanitaria. El sistema de salud,aunque con grandes limitaciones que no se pudieron superar durante estos años, cuenta con la experiencia descentralizada de los Centros de Diagnóstico Integral (CDI) herederos de la misión barrio adentro y cuenta con la formación de numerosos médicos comunitarios.
Se ha consolidado una red social de organizaciones, entre ellas las comunas, que permiten trasmitir las orientaciones, canalizar los recursos y alertar sobre las amenazas. Se cuenta con una conexión digital de asistencia y protección social que no tiene ningún otro país de América Latina, como es la Plataforma Patria. Se dispone de una Fuerza Armada preparada para enfrentar contingencias y con un relacionamiento cualitativamente diferente con la población, en comparación con los cuerpos militares que se crearon para reprimir.
Estamos frente a un proceso político, ¡de veinte años!, que ha acumulado altos niveles de conciencia y de organización. Eso marca una diferencia cuántica. Mientras en los principales países del capitalismo “desarrollado”, los contagiados se mueren abandonados en sus casas, en Venezuela, a través del sistema Patria, se han logrado detectar nuevos casos de coronavirus y el apoyo público va a las casas a darle la atención requerida.
Ahora más que nunca, el concepto de democracia participativa y protagónica debe ser palabra viva y no retórica demagógica. Estamos en una situación dramática de emergencia y Venezuela presenta una alta vulnerabilidad, no sólo por las grandes ineficiencias en el sector salud, sino por efectos de las sanciones. No reconocer que la capacidad acumulada en organización, conciencia del deber social y la herencia de las misiones, representan fortalezas para superar la situación, es actuar convenientemente como un tuerto.
- Indudablemente, que la parte más compleja –en las actuales circunstancias de bloqueo- de cualquier iniciativa de política económica, es el financiamiento extraordinario. En este sentido, se debe seguir insistiendo en buscar mecanismos de financiamiento externo con países o entes aliados para enfrentar esta dura Simultáneamente, se requiere consolidar una estrategia internacional (legal y política) que logre liberar parte de los recursos que ilegal y criminalmente se le tienen confiscados a la Nación.
Estos criterios generales, permiten diseñar propuestas y medidas de política económica concretas. Es tiempo de unir esfuerzos. El pueblo venezolano es un ejemplo de compromiso y solidaridad, cualquier política económica debe honrar el sacrificio y el esfuerzo que están haciendo las mayorías. Por tanto, la política económica debe estar enmarcada en la lucha por los beneficios sociales, por el bienestar y por la dignidad de ese pueblo. El virus nos confina en cuarentena, pero, por el bien de todos, no escuchemos los cantos de sirena que nos invitan a volver a la edad de las cavernas.
* Economista, Msc. En Desarrollo Económico, profesor de Teorías del Desarrollo y del Subdesarrollo, en la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela. Analista asociado al Centro latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)