Un mar lleno de cadáveres vuelve a cuestionar las políticas migratorias
GARA | Italia, cuyas leyes prohiben ayudar los inmigrantes sin papeles, vivió ayer una jornada de luto por la muerte de cientos de inmigrantes frente a Lampedusa. Las malas condiciones climáticas obligaron a suspender la búsqueda de los cuerpos atrapados debajo del barco hundido. El ministro de Interior dijo sentir «vergüenza» de lo ocurrido. En los últimos 20 años, 25.000 refugiados han muerto en el Mediterráneo , segun la Organización Internacional para las Migraciones.
El ministro del Interior italiano, Angelino Alfano, afirmó sentir «vergüenza» por la muerte, confirmada, de 111 inmigrantes cerca de la isla de Lampedusa. «En la embarcación quizá había más de 400 personas, se han salvado 155 vidas, y hasta ahora hay 111 víctimas mortales», informó en la Cámara de Diputados tras regresar de la isla.
Según explicó, «la barcaza tuvo una avería y se paró. No fue vista. Para pedir socorro los inmigrantes hicieron un fuego en la cubierta. Desgraciadamente», en la superficie había gasolina e hidrocarburos de los motores, lo que causó un inmediato incendio. El pavor producido por el incendio hizo que la gente se abalanzara sobre un lado del barco y que éste volcara, añadió.
«Será importante ver si en la bodega del pesquero naufragado hay más víctimas. Allí viajan habitualmente el que paga el billete menos caro, los más pobres entre los pobres», manifestó.
La comandante de la Guardia Costera, Floriana Segreto, estimó que debajo del barco, a unos 50 metros de profundidad, podría haber un centenar de cuerpos. Las malas condiciones meteorológicos obligaron ayer por la mañana a suspender la búsqueda de los desaparecidos.
En una entrevista publicada ayer por el diario italiano «La Repubblica», el capitán Raffaele Colapinto relató el desolador escenario del que fue testigo.
«Había tantas mujeres, tantos niños. Nunca creí que tuviera que cerrar los ojos ante tanta gente muerta. Nunca había sucedido una cosa así en Lampedusa, tan cerca de la costa», subrayó. «El mar estaba lleno, lleno. Buscaban ayuda. No tenían fuerza para subirse, estaban agotados. Estaban llenos de gasóleo.
No éramos capaces de tirar de ellos hacia arriba. Se nos escapaban de las manos», lamentó. Colapinto, junto a su hermano Domenico y su sobrino Francesco, se convirtieron en «pescadores de hombres». Lograron rescatar a 20 personas, 18 vivas y dos cadáveres.
«El mar estaba lleno. Buscaban ayuda. Yo les lancé una cuerda pero no conseguían cogerla, ni siquiera a diez centímetros. Una de las fallecidas estaba atada a la camisa de su hermana para que no se hundiera», señaló. Pietro Bartolo, responsable del centro de salud de Lampedusa, confesó a la cadena Sky TG24 que «era impresionante ver los cuerpos de los niños ahogados».
La portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Melissa Flemming, precisó que todos los supervivientes, entre los que hay 40 jóvenes de entre 14 y 17 años que viajaban solos, proceden de Eritrea, excepto un tunecino que «aparentemente» era la persona que organizó el traslado de los inmigrantes y estaba al mando de la embarcación, que había partido hace dos días de Misrata, en Libia. Alfano confirmó a AFP la detención de este «tunecino de 35 años expulsado de Italia en abril pasado».
Personal del ACNUR desplazado al lugar de la tragedia manifestó que los inmigrantes estaban «exhaustos y en estado de shock». Fueron trasladados a un centro de acogida cercano al lugar de la tragedia que aloja ya a 1.000 inmigrantes que han llegado a las costas italianas en las últimas semanas en condiciones similares a las del barco hundido el jueves.
«Hemos enviado personal adicional desde Roma para agilizar el proceso de petición de asilo y también hay allí sicólogos de la Cruz Roja para atender a las víctimas», señaló.
«Nos contaron que cuando el motor de la barcaza se paró, varios barcos pesqueros pasaron de largo sin prestar ayuda por lo que decidieron prender fuego a ropas y mantas para ser avistados con más facilidad», corroboró. Un barco con turistas dio la voz de alarma.
Dura crítica del Papa
Si el mismo día de la tragedia el papa Francisco tachó de «vergüenza» lo ocurrido, ayer, en un encuentro con Cáritas en la sede arzobispal de Asís, arremetió contra un mundo indiferente ante el hambre y la esclavitud.
En un discurso improvisado, el sumo pontífice se dirigió a las personas atendidas en Cáritas que, según remarcó, «han sido despojadas por un mundo salvaje que no da trabajo, que no ayuda y al que no le importa si hay niños que mueren de hambre en el mundo, familias que no tienen comida, gente que tiene que huir de la esclavitud y del hambre para buscar la libertad y que muchas veces encuentran la muerte». De camino a Lampedusa, el fundador y presidente de la ONG Mensajeros de la Paz, el padre Angel García, destacó que lo «más doloroso» es ver cómo la comunidad europea y la comunidad internacional «insisten en hacer leyes y leyes para impedir ayudar a esta gente». Denunció que si los barcos que no ayudaron a los inmigrantes les hubieran ayudado, también les hubieran penado.
La Federación estatal de SOS Racismo pidió a los gobiernos de la UE una reflexión urgente sobre el coste humano que está generando la actual política migratoria que convierte al Mediterráneo en un «cementerio». Criticó «la hipocresía con la que se intenta justificar la falta de auxilio con la excusa de que en Italia la ayuda a la inmigración irregular está castigada penalmente. Los más elementales principios del derecho marítimo obligan a prestar ayuda a cualquier embarcación».
Cientos de tumbas sin nombre
Los inmigrantes fallecidos el jueves serán enterrados en varias localidades sicilianas. «Hay que darles una sepultura digna y varios pueblos sicilianos han mostrado su disponibilidad a pesar de sus pequeños cementerios», dijo el ministro de Interior italiano, Angelino Alfano.
A la pequeña isla de 20 kilómetros cuadrados llegaron ayer 120 ataúdes desde Sicilia. Los ataúdes fueron trasladados en dos grandes camiones, seguidos por cuatro coches fúnebres, que también llegaron desde Sicilia y fueron descargados uno a uno frente al hangar del aeropuerto. El responsable médico de Lampedusa, Pietro Bartolo, inspeccionó los cuerpos antes de depositarlos en los ataúdes.
«Ha sido desgarrador pensar en el sufrimiento de estas personas, de las 49 mujeres y de los niños y además, por desgracia, en el fondo del mar, podría haber aún tantos», manifestó.
Las tumbas de estos inmigrantes serán como las que hay en el pequeño cementerio de la isla, lápidas sin nombre, sin nacionalidad y solo indicarán si allí descansa un hombre, una mujer o un niño. GARA