Un ataúd simple, y fuera de las grutas vaticanas

Cómo serán las ceremonias por la muerte del papa Francisco

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El Papa Francisco será sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, rompiendo con la tradición de enterrar a los pontífices en las grutas vaticanas.

Así lo dispuso el mismo Francisco en noviembre de 2024, al modificar el “Ordo Exsequiarum Romani Pontificis”, el ritual que rige los funerales papales, para priorizar la sobriedad. Su cuerpo, según sus deseos, reposará en un sencillo ataúd de madera con interior de zinc, en lugar del tradicional féretro triple de ciprés, plomo y roble.

La ceremonia fúnebre, anunciada tras su fallecimiento a las 7:35 horas de este lunes, se desarrollará bajo estrictas directivas establecidas por el pontífice. Su cuerpo será expuesto en la Basílica de San Pedro, donde los fieles podrán despedirlo, aunque sin el catafalco elevado ni el báculo papal, símbolos que él mismo eliminó de los ritos. Posteriormente, se dará inicio a los novendiales: nueve días de misas consecutivas en su memoria, comenzando con el funeral oficial.

Cambios en el ritual: Del martillo a la sencillez 

El camarlengo, el cardenal estadounidense Kevin Farrell, liderará los preparativos. Por orden de Francisco, se omitirá el antiguo gesto de golpear la frente del pontífice con un martillo para confirmar su muerte. En su lugar, se realizará una ceremonia privada en la capilla del Palacio Apostólico para anunciar oficialmente su partida.

Este giro hacia la simplicidad refleja el estilo de un Papa que criticó persistentemente la ostentación. “Quiso que hasta su despedida fuera un mensaje”, comentó un portavoz vaticano. Incluso el lugar de descanso final, Santa María la Mayor, tiene un significado personal: allí rezó ante la imagen de la Virgen *Salus Populi Romani* tras ser elegido Papa en 2013 y acudió frecuentemente en momentos clave de su ministerio.

Un adiós en año jubilar y tras la Pascua

La muerte de Francisco llega en un Vaticano colmado de peregrinos, tras las celebraciones de Pascua y en pleno Año Jubilar. El domingo, desde el balcón de San Pedro, el pontífice había ofrecido su última bendición Urbi et Orbi, abogando por “libertad de religión, pensamiento y expresión”, e instando a los líderes políticos a “rechazar la lógica del miedo y priorizar a los necesitados”.

Mientras miles se congregan para honrarlo, los cardenales preparan el cónclave para elegir a su sucesor. La fecha exacta del funeral, que probablemente se realice en la Plaza de San Pedro —como los de sus cuatro predecesores—, será decidida en los próximos días. Tras la ceremonia, su cuerpo viajará a Santa María la Mayor, cerrando un capítulo histórico marcado por reformas, diálogo y un llamado constante a servir “en las periferias”.