Tarjeta roja a la FIFA por incumplir promesas ambientales en la Copa de Catar

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Sergio Ferrari, desde Suiza

Pasó un mes, y silencio casi total de parte de la FIFA, que no se dio por aludida ante las críticas condenatorias por incumplir sus promesas ambientales de cara a la Copa del Mundo de Catar. Respuesta cero a la prensa. La primera semana de junio, la Comisión Suiza para la Lealtad (CSL, por sus siglas en francés), órgano de control del uso y el manejo de la publicidad, hizo lugar a las denuncias de cinco países europeos contra la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) por haber anunciado, antes de su realización, que el Mundial de 2022 sería totalmente neutral en cuanto a emisiones de carbono.

Las denuncias ambientales se suman a las que ya, previas al Mundial, se habían multiplicado por violaciones de derechos laborales. La cadena gala France 24 afirmaba que “c
erca de dos millones de personas provenientes de países como India, Bangladesh, Nepal, Kenia o Filipinas han sido las encargadas de construir y proveer de servicios a las faraónicas infraestructuras de este mundial de fútbol”.  Y completaba que detrás de esta realidad “hay decenas de miles de casos de abusos laborales, condiciones infrahumanas de trabajo y una cifra escandalosa de fallecidos” –que habrían llegado a las 6.500 trabajadores- según la denuncia de medios de prensa y prestigiosas ONG (https://www.france24.com/es/deportes/20221112-qatar-mundial-abuso-trabajadores-migrantes).

Una “condena” de valor moral

Dicha comisión arribó a esta decisión “tras un largo y complejo procedimiento” que puso en evidencia que la publicidad ambiental de la FIFA había sido nada más que una cortina de humo. Las organizaciones ambientalistas que en noviembre de 2022 habían presentado sus denuncias interpretaron la resolución de la CSL como una victoria significativa. En su alegato, la Alianza Suiza para el Clima y cuatro asociaciones de Francia, Bélgica, Países Bajos y Reino Unido argumentaron que la FIFA había incurrido en “competencia desleal” y “lavado verde”, también denominado greenwashing, o blanqueo ambiental.

Las asociaciones querellantes se basaron específicamente en un informe de la ONG belga Carbon Market Watch (una de las demandantes), según el cual las afirmaciones de neutralidad de carbono de parte de los organizadores del torneo habían subestimado el real impacto negativo ambiental de dicha competencia. La CSL, ya en sus 50 años de existencia, promueve la equidad en la publicidad comercial, el marketing directo, el patrocinio y las relaciones públicas. Se autodefine como eficaz y poco burocrática y tiene por objetivo proteger los derechos de los consumidores y los derechos legítimos de la economía a una competencia leal (https://www.faire-werbung.ch/wp-content/uploads/2021/09/SLK_Grundlagen_fr.pdf).

En su resolución de inicios de junio, la CSL recordó que las diversas denuncias de noviembre coincidían en que la FIFA había hecho afirmaciones equívocas en su comunicación sobre la neutralidad climática de la Copa del Mundo de Catar.

La CSL explicó en su resolución que había examinado en detalle los requisitos que debe cumplir la publicidad sobre neutralidad climática. Según la ley, las declaraciones de hechos deben ser correctas y no deben inducir a error en el público. Además, que cuando se trata de probar la exactitud de las afirmaciones relativas a la protección del medio ambiente, debe aplicarse una norma estricta. Según la CSL, el referente legal son las directrices pertinentes de la Cámara de Comercio Internacional sobre publicidad y prácticas de comunicación comercial.

La CSL argumentó que, en su comunicación comercial, la FIFA utilizó en diversas ocasiones afirmaciones formuladas en términos absolutos, creando así la impresión errónea y engañosa de que la Copa del Mundo de 2022 sería “climáticamente neutra” o “neutra en emisiones de carbono”. En realidad, según la CSL se trató de una promesa “para un futuro indefinido y siempre que se cumplieran determinadas condiciones concretas”.

La CSL concluyó que no es posible afirmar que se hayan alcanzado los objetivos de sostenibilidad mientras no se disponga de métodos de medición definitivos y generalmente aceptados como para garantizar su aplicación. En este tipo de casos, la carga de la prueba recae siempre en la empresa anunciante. En el presente procedimiento, afirmó la CSL, “la FIFA no pudo aportar la prueba exigida de la corrección de la comunicación comercial”.

La Federación había presentado un informe “ex ante” (con anterioridad) que calculaba, de forma provisional, las emisiones probables de CO2 en torno a los 3,63 millones de toneladas. Sin embargo, las ONG querellantes consideraron esas estimaciones como excesivamente bajas.

Argumentos minimalistas de la FIFA

En sus argumentos exculpatorios, la FIFA sostuvo que ya había compensado los 3,63 millones de toneladas de CO2 estimados de antemano. Y en repetidas ocasiones insinuó que compensaría totalmente las emisiones más adelante. Sin embargo, la FIFA no ha podido demostrar dichos hechos ni presentar un plan para la compensación de emisiones futuras. Por otra parte, aún no está claro si tales medidas cumplen con las normas suizas, que exigen la eliminación completa y sostenible de CO2 de la atmósfera.

La resolución de la CSL recomienda que la FIFA se abstenga de reiterar promesas como las que hizo con respecto a la Copa Mundial de 2022 en Catar, en el sentido de que la misma habría de resultar climáticamente neutra en lo que hace a emisiones de carbono. Al poner de relieve la publicidad engañosa de la FIFA, la Comisión dictaminó que esa entidad mundial del fútbol infringió la Ley Federal de Competencia Desleal, lo cual podría constituir un delito.

Una decisión histórica

Para las organizaciones demandantes de los cinco países europeos, la resolución de la CSL ha sido histórica. La organización Abogados por el Clima, que se encargó de redactar la denuncia, expresó que le costaba creer que la FIFA pudiera presumir de “una Copa del Mundo neutral en carbono”. En su opinión, las afirmaciones de la FIFA fueron engañosas, y explicó que, según sus propios cálculos de emisiones de CO2, la Federación no tuvo en cuenta, por ejemplo, el impacto de los 500 vuelos diarios de los aficionados que tuvieron que viajar a Catar desde Dubai, Riad y Kuwait. La CSL agregó que la FIFA además tuvo “muy poco en cuenta las emisiones generadas por la construcción de los siete estadios mundialistas”.

La resolución, según Quentin Cuendet, miembro de Abogados por el Clima, constituye “una decisión increíble ya que envía un mensaje contundente a todas las empresas que quieran dedicarse al greenwashing”.

Por su parte Christian Lüthi, de la Alianza Suiza por el Clima, argumentó que “aunque el daño al medio ambiente ya está hecho, esta sentencia lanza una señal importante para el futuro. Las empresas y organizaciones como la FIFA ya no pueden eludir el examen de su huella climática real. Ha llegado el momento de tomar medidas para reducir rápidamente las emisiones de CO2” (https://alliance-climatique.ch/article/grand-succes-la-fifa-coupable-de-greenwashing/).

La prensa, también crítica

Abogados por el Clima celebraron la resolución contra la FIFA como “victoria legal”. Y en su sitio WEB aludieron a diversas reacciones de la prensa nacional e internacional durante la primera quincena de junio.

El cotidiano helvético Le Temps informó que la decisión de la SLC es definitiva: la FIFA no ha podido probar sus proyecciones climáticas de cara al Mundial. Este diario y su colega Le Courrier recogen las explicaciones de Abogados por el Clima sobre el carácter altamente disuasorio de este veredicto tanto para la Federación del Fútbol como para otras empresas tentadas por el greenwashing. Y coinciden en que se trata de un delito con consecuencias penales. 

En un detallado artículo, el periódico suizo SonntagsBlick señala que el greenwashing ya no se considera un delito trivial y hace referencia al escándalo del DWS, una entidad bancaria filial del Deutsche Bank. Además señala que la cuestión del lavado verde también se ha convertido en un tema central en Suiza, aunque las herramientas de que disponen las autoridades de ese país siguen siendo insuficientes.

Le Monde y Le Figaro califican la decisión de la CSL como una “bofetada a la comunicación medioambiental de la FIFA” y señalan que se trata de una advertencia importante para futuros grandes acontecimientos deportivos y, en particular, los Juegos Olímpicos de 2024 en París. Estos dos prestigiosos diarios franceses comentan que la decisión de la CSL es trascendental y que resalta la falta de un método generalmente aceptado para estimar las emisiones de carbono y controlar las compensaciones de carbono de un acontecimiento deportivo de esta envergadura

El periódico deportivo galo L’Equipe retoma las declaraciones de Jérémie Suissa, representante de Notre Affaire à Tous, los co-demandantes franceses, y subrayaba la fuerza del mensaje desde Suiza a todos los organizadores de eventos deportivos: “No podemos organizar este tipo de eventos en contra de la voluntad del público”.

La prensa anglosajona no se quedó atrás. El Financial Times habla de “tarjeta roja para la FIFA”, mientras que la emisora digital BBC recoge reacciones de personalidades inglesas que reclaman la adopción de normas más estrictas sobre el greenwashing.

The Guardian califica el veredicto como una verdadera condena para la FIFA y una victoria para los ecologistas de Europa y recuerda el durísimo informe que la ONG Carbon Market Watch publicó sobre la FIFA pero que ésta rechazó de plano.

Boca cerrada

A pesar del escándalo ambiental que resultó el último mundial de fútbol, tras el pronunciamiento de la CSL la FIFA prefirió mantener un silencio casi absoluto. No emitió comunicados públicos; su sitio WEB ignoró el asunto y su departamento de comunicaciones tampoco respondió a preguntas directas.

El 22 de junio, este corresponsal se comunicó con el sector prensa de la FIFA por correo electrónico para preguntar si la organización “había adoptado una posición oficial o respondido a esta decisión crítica de la CSL” y, en ese caso, que “cuál era su postura al respecto”. En ese mismo correo electrónico señalaba que “desde inicios del mes circulan en los medios internacionales artículos sobre la incapacidad de la FIFA para cumplir sus promesas en relación con la Copa Mundial de Catar y la huella de carbono neutro”. Ante la falta de respuesta se repitió el envío del mismo pedido de clarificación el 26 de junio.

Han transcurrido 10 días y hasta el momento de concluir este artículo no se recibió ninguna respuesta de parte de la Federación Internacional del Fútbol Asociado.
¿Arrogancia de una entidad que se siente todopoderosa y sin obligación de confrontarse a las críticas de la opinión pública internacional? O, sobre todo, falta de argumentos coherentes de la FIFA para contestar la tarjeta roja ambientalista que recibió por Catar.