Stelling: Ah, redes cobardes/ Rondón: ¿Que perdimos?/ González: Geopolítica y dolarización
Ah, redes cobardes
Maryclen Stelling|
El dialogo tiene diversos y jurados enemigos y ello se expresa con vehemencia, virulencia e impunidad en las redes sociales, en consonancia con el contexto político-ideológico imperante, caracterizado por la polarización y la violencia política.
Polarización que promueve la intolerancia, la exclusión, la naturalización y legitimación de la violencia, con la consecuente fractura del tejido social. El debate político descarnado se traslada a las redes donde sin cortapisas y bajo una suerte de anonimato, se construyen narrativas políticas y relatos digitales de participación y/o confrontación política…
Desde la polarización, florece a sus anchas el fenómeno de la descortesía definido como “un comportamiento comunicativo que ataca, daña, denigra u ofende la imagen social del interlocutor; busca causarle un perjuicio o incide de manera negativa en el clima socio-emocional de la interacción.”
Devenidas las redes sociales en arena política, y transmutados sus participantes en actores políticos, la agresión verbal se ha convertido en una práctica usual.
Sirva este espacio para recordar a un entrañable amigo y mentor, Eleazar Díaz Rangel. Le estaré siempre agradecida por haberme invitado, o mejor dicho obligado, a escribir semanalmente en el diario que condujo hasta su desaparición física. Por permitirme desde un espacio público plantear mi posición y, fundamentalmente, exponerme a la lectura crítica y no tan crítica sometida, subyugada y dominada por filtros políticos polarizados y polarizantes. Confrontar y/o tolerar el fenómeno de la descortesía…Aquel comportamiento comunicativo cobarde que ataca, daña, denigra, descalifica, calumnia ofende y busca dañar nuestra imagen. Le agradezco su apoyo y guía en esta tarea.
Ah redes cobardes, constructoras y transmisoras de narrativas digitales políticas, donde ni la muerte escapa a la descalificación, desvalorización, estigmatización y la discriminación; al odio, al enfrentamiento y a la confrontación política.
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¿Que perdimos los venezolanos y las venezolanas?
Jesús A. Rondón|
En la población venezolana se observa un sentimiento de pérdida, una sensación generalizada de ausencia. Los discursos de las personas en la vida cotidiana están saturados de añoranzas y nostalgias. Los recuerdos son lugares comunes a los que se recurre como una forma de aproximarse a lo experimentado en los buenos tiempos, por lo cual es válido interpelarse ¿Qué perdimos?.
Una perdida innegable hoy en Venezuela es la capacidad de consumo, para los que viven del trabajo bajo dependencia o por cuenta propia está pulverizada. Durante uno de los apagones en mi comunidad, un vecino se aproximo a una discusión política que teníamos entre hermanos, después de participar efusivamente en el debate, se relajo y con resignación dijo que solo quería que las cosas volvieran a ser como antes: donde se trabajaba poco (como taxista), bebía mucha cerveza, “comía bien” y lo que quería. ¡Mas nada pedía!. Entendí que no añoraba vivir en la cuarta, sino en lo mejor de la quinta República, donde se recupero de manera vertiginosa y fuerte la capacidad de consumo de los venezolanos y venezolanas en el mercado, bajo la creciente renta petrolera.
El bienestar social que logramos desde principios de siglo forma parte de las perdidas, aunque está solo fue percibida en los últimos tiempos, a diferencia de lo anterior. La institucionalidad que debe garantizar el acceso a servicios como la electricidad y agua u opera los sistemas de salud y educación está seriamente comprometida. La consecuencia: un profundo desgaste de la población, tanto físico como psicosocial, que alimenta las razones para migrar del país.
El debate en el campo político y social sobre las causas de estas pérdidas esta reducido y polarizado. Aunque real, no logra calar en la población que las medidas unilaterales implementadas por parte del gobierno de los Estados Unidos de América y los actores políticos locales o regionales a su disposición afectan de manera sustancial cualquier acción estatal por mejorar las condiciones de bienestar y consumo. Prevalece en la narrativa mediática, sobretodo en la plataforma 2.0; que la conducción actual de gobierno bolivariano y el chavismo en suma, es la responsable de las condiciones en las cuales vivimos los venezolanos hoy.
En términos analíticos seguimos en presencia de una prolongada suma cero, donde los actores políticos asumen que solo es posible su avance, si este implica una pérdida absoluta del otro. El chavismo sigue sin contrincante en lo político y quienes lo adversan determinan lo económico, implementando la asfixia controlada para afectar la acción estatal, ya disminuida por los problemas de corrupción e ineficiencia. Hoy crece el desencanto en parte de la población en relación factibilidad medidas efectivas por parte de la sociedad política que se orienten a la recuperación del bienestar y la capacidad de consumo en el mercado.
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Geopolítica y dolarización
Ángel Daniel González|
La estrategia general de EEUU consiste en aumentar su control sobre la producción y comercialización de petróleo y gas a nivel global. El aumento de la producción de crudo en suelo estadounidense, aún cuando sea difícil sostener su rentabilidad dados los altos costos de producción del petróleo de esquisto (que es el que protagoniza este aumento), persigue el aseguramiento del comercio de crudo denominado en dólares. La moneda estadounidense, y con ella su economía toda, se sostiene solo por su posición hegemónica en el comercio mundial, del cual el petróleo forma parte fundamental. Si el petróleo se comienza a vender en otras monedas, como es el plan de Rusia, uno de los mayores productores, y China, uno de los mayores compradores, la economía de EEUU y su soberanía como imperio global, colapsarían. La relación petróleo-dólar es la clave no solo de la economía internacional, sino de la política a nivel mundial.
Es preciso entender esto para poder comprender que los acontecimientos de Venezuela, la crisis económica y la crisis política, ambas monitoreadas y catalizadas desde Washington, juegan un rol en el tablero geopolítico global, y solo desde esta perspectiva se explican varios fenómenos internos.
La crisis de los precios del petróleo, acompañada de la crisis en la producción y capacidad de la industria petrolera, se reflejan directamente en el tipo de cambio bolívar-dólar y genera un impacto en los salarios y en los precios de bienes y servicios. La consecuencia de esto es que la moneda nacional pierda valor real y la economía tienda a la circulación preferente de la divisa norteamericana.
La dolarización es consecuencia directa de la estrategia geopolítica estadounidense, que persigue el aseguramiento de la circulación hegemónica del dólar en el comercio global, al tiempo que busca restringir la oferta de petróleo proveniente de Rusia, Irán y Venezuela para favorecer las colocaciones de su producción interna. Es un círculo económico y político perverso que marca la respuesta del imperio ante el avance geopolítico de China, que le disputa el lugar como primera potencia económica, y por lo tanto política.
Mientras el caos en Venezuela convenga más a Washington que un escenario de orden, será difícil que la situación económica logre estabilizarse.
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