Rusia y Ucrania: la guerra
José Valenzuela Feijóo |
1.- Históricamente, las relaciones entre Ucrania y Rusia han sido muy estrechas. Hay muchos rusos que vivieron en Ucrania y vice-versa. El mismo idioma es prácticamente similar. Muchos “jagoles y jajluchkas” han vivido, estudiado y trabajado en Rusia, y viceversa. En verdad, han sido como provincias de un mismo país, como en México se conectan neoleoneses con oaxaqueños, o con jaliscienses. O en Brasil entre nordestinos y paulistas. Así sucedía en los tiempos del feudalismo (zarismo) más antiguo y también en la era de la Unión Soviética. Luego, cuando ésta se desintegró, Ucrania se transformó en una república (Estado) independiente. Como sea, el conflicto actual asemeja a una lucha entre parientes. Entre primos, en veces lejanos y que ahora se odian.
2.- En el capitalismo occidental (EEUU y demás) opera una especie de reflejo inconsciente: creer que la actual Rusia (la de Putin), es una potencia “comunista”. ¿Por qué? Simplemente porque se opone a la hegemonía de EEUU. Que no se agacha (como buena parte de Europa) a las órdenes de la super-potencia. También, porque suponen (de nuevo el inconsciente) que en tal país siguen dominando los “comunistas”. Por lo mismo, todo lo que hoy huele a Rusia y Putin, se vuelve a considerar (como en los viejos tiempos), como manifestación de lo siniestro. Podemos traducir: los políticos que dirigen al bloque EEUU-Europa que choca con el ruso (también con China) podrán saber que la Rusia de hoy, nada que ver con afanes comunistas. Pero utilizan el prejuicio para ganar apoyos en su lucha contra otros bloques capitalistas.
3.- Putin ha dicho que la Ucrania de hoy está dirigida por un “grupo de neo-nazis y drogadictos”. El juicio es certero. Así son las cosas. Pero, ¿cómo es posible llegar a esto en un país que hace no tanto tiempo era un país “comunista”? Aunque, ¿en verdad era así? Podemos manejar el ejemplo de la URSS. Con Stalin, suponemos que existía un real deseo de avanzar al comunismo. Pero, por razones que aquí no podemos examinar, el método usado fue muy semejante a los del “despotismo ilustrado”. Al pueblo, se le imponía su felicidad. Con lo cual, también se le castraba toda su eventual capacidad o potencial político para dirigir el nuevo orden.
Con Stalin, el propósito pudo ser muy erróneo, pero subjetivamente genuino. Luego, desde Krushev, Breshnev y demás, se transformó en pura hipocresía, en pretexto para robar y vivir a expensas del trabajo ajeno. Fue el mundo de los “aparatchik”, de la burguesía burocrática de Estado, ya incapaz de atraer al pueblo trabajador. Luego, cuando este segmento se derrumba (Gorbachov, Yeltsin borracho y crápula, y demás), la descomposición alcanza niveles que impresionan. Los exdirigentes se apropian de bancos y de las grandes corporaciones estatales (se crea una burguesía rapaz, inmoral y con nula capacidad industrial), hay segmentos medios que se obnubilan con el consumismo “made in usa” y se observa a una clase trabajadora algo perpleja, ideológicamente desarmada y que empieza a sufrir desempleo y una alta tasa de explotación. En corto: no se avanzó a un socialismo auténtico ni a un capitalismo industrial y dinámico.
4.- En Ucrania, transformada en república independiente (una de las tantas donaciones de Gorbachov), el proceso, en lo grueso, fue más o menos semejante. Bastante más débil que Rusia, trató de compensar esta situación buscando mayores nexos con occidente. Se sucedieron gobiernos que prometieron prosperidad, avanzar al “american way of life” y sólo entregaron corrupción e incapacidades mayores. Por ejemplo (usando datos de Naciones Unidas a precios constantes), si hacemos 1990 igual 100, el índice del PIB total (a precios constantes del 2015) llegó a 74 en el 2008 y a 61 en el 2018.
Un descenso brutal de casi un 40% en el período. El decisivo PIB manufacturero, pasó de un índice de 100 en 1990 a 63 en 2008 y a 42 en el 2018. Una caída impresionante, de 58%. Por último, tenemos que el PIB por habitante, manejado como índice, evolucionó desde 100 en el año de 1990 a 71 en el 2008 (cae en un 29%); y vuelve a descender, a un nivel de 47 en el 2018 (un descenso de 34% respecto al 2018). Para todo el período de 28 años que cubre 1990-2018, el PIB por habitante se cae nada menos que un 53%. O sea, a menos de la mitad. En suma, un fracaso absoluto, muy difícil de igualar.
5.- En un contexto como el de la Ucrania “libre” y pro-americana, de promesas y fracasos muy grandes, suele darse un desplazamiento político en favor de un régimen fascista. En este marco, suben al gobierno el actual presidente y su pandilla de nazis hitlerianos confesos. Su popularidad (en votos) muy alta hace tres años, antes de la guerra actual ya se había derrumbado por completo: corrupción, nepotismo, represión y demás son el cuadro. Para salvar el pellejo ha buscado entrar a la NATO, lo que también implica un ataque frontal a Rusia. Y claro está, la reacción de EEUU ha sido solícita.
Un muy miope Biden ha pensado en un super negocio político: sin comprometerse en términos militares (algo muy peligroso por la superioridad rusa en el plano nuclear de punta), cercar a Rusia y debilitarla más. Todo, como parte de su estrategia de cercar, en todos los planos, a su gran enemigo estratégico: la China Popular. Y valga subrayar: EEUU ha usado y abusado de Ucrania, la envalentona primero y la abandona después. Igualmente, con la Europa de Alemania, Francia y demás, las arriesga a una guerra que sería de terror en territorio europeo mientas él se lava las manos (idea, por lo demás, bastante idiota: hoy, los misiles de largo alcance que maneja Rusia, pueden penetrar sin contrapeso al territorio yanqui).
6.- El desnivel militar entre Rusia y Ucrania es inmenso. Y si Ucrania ha provocado a Rusia es por el apoyo que le ofreció EEUU. Pero cuando el conflicto se desata, EEUU se retaca, algo que le ha reclamado el actual gobierno de Ucrania. Por otro lado, Rusia viene procediendo con cautela extrema en sus ataques: busca reducir al máximo los daños a la población civil. Si no operara esta restricción, Rusia controla a Ucrania en tres días. Ahora, podría demorarse una a dos semanas. Entretanto, la propaganda occidental es inmensa y hasta asume tonos de telenovela mexicana, del tipo Televisa. Pero ojo: ahora Occidente descubre que le conviene alargar el conflicto y le envía ayuda militar al gobierno de Ucrania.
El costo de prolongar lo inevitable irá creciendo, pero para EEUU vale la pena: total, los muertos son ucranianos y los “buenos” son los “buenos muchachos de siempre.” Como suele suceder, las guerras ponen al desnudo las miserias de sus instigadores. Y valga también recordar: ya hace muchos años, la URSS instaló ojivas nucleares en Cuba. EEUU reaccionó e invadió a Cuba. Sin éxito en la batalla militar pero sí logró que la URSS retirara los cohetes que había instalado en la isla. Para EEUU eso fue lo justo. Pero ahora, cuando Rusia reacciona frente a la misma provocación, desconoce la “jurisprudencia” que él mismo ha sentado.
Si se habla de poder mediático, valga una mínima alusión. La “información” que en México se da por radios y TV no sólo es de ultra-derecha, algo esperable. Lo peor es su nivel, impresionante por su ignorancia, mendacidad y estupidez. En esto es muy difícil superarlos. Pero genera un problema que no es menor: idiotiza aún más, a una derecha que ya de por sí perdió a todas sus neuronas. Y de paso, también contagia al mismo pueblo.
7.- Nadie puede aplaudir una guerra. Pero pensar que son un simple problema moral es bastante torpe. No deberíamos olvidar que son “la continuación de la política por otros medios” y que hay guerras “justas” y otras “injustas”. Por lo mismo, si no entendemos sus raíces objetivas y los intereses que se defienden, no iríamos más allá de los mensajes papales (al estilo de Pío XI): “haced el bien, queridos hermanos; no apliquéis la guillotina a los nobles terratenientes que tanto os protegen”.
*Economista chileno, radicado en México desde 1974, profesor de la Universidad Autónoma México (UAM).