Renuncia Laura Sarabia, canciller de Colombia
La canciller colombiana Laura Sarabia presentó este jueves su renuncia al cargo, tras profundas diferencias con el presidente Gustavo Petro por decisiones recientes relacionadas con el contrato para la expedición de pasaportes. Sarabia, considerada la mano derecha de Petro desde el inicio de su mandato, argumentó que no podía respaldar las medidas tomadas en los últimos días, señalando que su renuncia responde a una “reflexión profunda” motivada por la responsabilidad con su conciencia y el país.
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El conflicto central se originó en la decisión de firmar un nuevo contrato con una empresa portuguesa para la fabricación de pasaportes, contraviniendo una prórroga que Sarabia había gestionado con la firma Thomas Greg & Sons, que llevaba 17 años en ese servicio. Esta polémica ya había provocado la salida de dos cancilleres anteriores, Álvaro Leyva y Luis Gilberto Murillo, quien criticó duramente una “improvisación” en la política exterior del gobierno.
El presidente Petro reaccionó con elogios hacia Sarabia, destacando su disciplina, inteligencia y compromiso durante la campaña y el gobierno. La definió como una figura clave y expresó: “Creo que fue vital en la campaña por su orden y disciplina. Estuvo siempre firme en el equipo de acción al que pertenecía: yo como orador y candidato, ella como hormiguita organizadora”.
La salida de Sarabia marca una nueva crisis en la Cancillería a poco más de un año para que termine el gobierno de Petro. La exministra, de 30 años, fue una de las mujeres con mayor poder dentro del Ejecutivo, pero en los últimos meses su relación con el círculo presidencial se deterioró, especialmente por roces con el ministro del Interior, Armando Benedetti.
El caso de los pasaportes ha sido un tema recurrente de controversia en la administración Petro, que ha generado inestabilidad en la política exterior colombiana y cuestionamientos sobre la gestión técnica y estratégica en ese ámbito. La renuncia de Sarabia deja en evidencia las tensiones internas y la complejidad de mantener una línea coherente en la diplomacia del país.