¡Qué mala leche! Nestlé vende como saludables productos con altos niveles de azúcar

Sergio Ferrari 

Nestlé convierte a los niños en adictos al azúcar en varios países del Sur, lo que pone de relieve “la hipocresía y el marketing engañoso del gigante suizo de la alimentación”. Así lo sostiene una nueva investigación realizada por la Organización No Gubernamental helvética Public Eye (Mirada Pública) en colaboración con la Red Mundial de Grupos pro Alimentación Infantil (IBFAN). La misma desnuda dos tipos bien diferentes de promoción y venta de productos Nestlé en los países desarrollados y en los del Sur. Denuncia de Public Eye y la Red Mundial sobre concentración de azúcares en los alimentos para bebés

En países de ingresos bajos y medios, las dos principales marcas de alimentos infantiles que la multinacional con sede en Vevey, Suiza, presenta como saludables y esenciales para el desarrollo de la infancia, contienen altos niveles de azúcar añadido. Sin embargo, en la misma Suiza, así como en Alemania y Francia, entre otros países, ambos productos se venden sin azúcar agregado.

Ganancias multimillonarias con productos infantiles

Nestlé controla en la actualidad una quinta parte del mercado de alimentos para bebés, lo que le representa aproximadamente 70.000 millones de dólares. Y dos de sus marcas de referencia en ese rubro, Cerelac y Nido, se encuentran entre las más vendidas en varios países de menores ingresos. Según Euromonitor —empresa de análisis de mercado especializada en la industria alimentaria—, en 2022 el total de ventas en este sector y a nivel mundial le generó a la multinacional más de 2.500 millones de dólares.

Ambos productos se promocionan como esenciales para ayudar a los niños pequeños a “llevar vidas más saludables”. Su sitio oficial afirma: “En Nestlé estamos comprometidos a contribuir a la buena calidad de vida de nuestros consumidores y de sus seres queridos, ofreciéndoles los productos más sabrosos, saludables y naturales, importantes para una dieta equilibrada”. ¿De qué manera? “En el caso de los productos destinados a los niños”, explica la multinacional, “prestamos especial atención al equilibrio nutricional, por lo cual se los sujeta a estrictos criterios nutricionales. Para el resto de los productos, estamos trabajando para reducir progresivamente el contenido de sal, azúcar y grasas saturadas”.

¿Pero ofrecen realmente estos cereales infantiles y la leche en polvo “la mejor nutrición posible”, como afirma Nestlé? Tal fue la pregunta que motivó el estudio de Public Eye e IBFAN.

La investigación enfocó en el análisis del componente de azúcar, uno de los principales enemigos públicos de cualquier alimentación balanceada. El resultado fue contundente: “Para Nestlé, no todos los bebés son iguales en lo que refiere a los azúcares añadidos”. En concreto: en Suiza, los cereales de la marca Cerelac para bebés de seis meses se promocionan como productos sin azúcares agregados, mientras que en Senegal, Sudáfrica y Tailandia contienen 6 gramos de azúcar. En Pakistán, 2,7 gramos, y en India, 2,2.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta doble fórmula es injustificable.Según Nigel Rollins, uno de los expertos de la OMS consultados para la investigación, el hecho de que Nestlé no añada azúcar a sus productos vendidos en Suiza, pero que de todos modos esté muy dispuesta a hacerlo en países donde los recursos son más escasos, es algo “problemático tanto desde el punto de vista ético como de la salud pública”. Y explica que la intención de estas corporaciones es habituar a los niños a un determinado nivel de azúcar desde una edad muy temprana para que posteriormente prefieran productos con alto contenido en azúcar. Algo “totalmente inapropiado”, señala Rollins.

Según el estudio realizado por Public Eye e IBFAN, “si Nestlé no tiene problemas en divulgar las vitaminas, minerales y otros nutrientes que contienen sus productos, no es tan transparente con respecto al azúcar añadido”. Para arrojar luz sobre estos «azúcares ocultos», los investigadores reunieron productos Cerelac y Nido procedentes de diversos países con el fin de examinar sus etiquetas y, en algunos casos, hacerlos analizar por un laboratorio especializado.

Ante la demanda de las dos organizaciones promotoras del estudio, varios laboratorios de Suiza se negaron a investigar los azúcares presentes en los productos Nestlé. Uno de ellos argumentó que no lo hacía porque los resultados podrían tener un impacto negativo en clientes para los que trabajan.

Los cereales para bebés Cerelac con trigo se venden sin azúcar añadido en Alemania y Reino Unido. En los países en desarrollo, el mismo producto contiene altas cantidades de azúcar Foto_ Anne-Laure Lechat

Finalmente, lograron contar con el apoyo científico de un laboratorio belga y los resultados fueron reveladores: en cuanto a los cereales infantiles Cerelac, de los 115 productos analizados, vendidos en los principales mercados de Nestlé en América Latina, África y Asia, 108 de ellos (el 94 %) contenían azúcares añadidos. Según la investigación: “En 67 de estos productos hemos podido determinar la cantidad de azúcar anexado. Como media, contienen casi 4 gramos por ración, es decir, aproximadamente, un terrón.

La cantidad más alta —7,3 gramos por ración— se detectó en un producto destinado a bebés de seis meses y comercializado en Filipinas”. En Brasil, segundo mercado mundial con ventas de unos 150 millones de dólares en 2022, tres cuartas partes de los cereales infantiles de la marca Cerelac (comercializada bajo el nombre de Mucilon en el país) contienen azúcar adicionado, con una media de 3 gramos por ración.

En cuanto a la leche en polvo Nido, otro artículo de referencia de la multinacional suiza, con ventas en 2022 por 1.000 millones de dólares,  21 de sus 29 productos (72%) en países de ingresos bajos y medios registraron azúcar anexado. En 10 de esos productos, representa un promedio de casi dos gramos por ración. El valor máximo –5,3 gramos por porción– se detectó en un producto comercializado en Panamá.

Aunque Nestlé promociona estos productos presentándolos como “sin sacarosa”, tan solo miel, de todos modos, como sostiene la OMS, contienen cantidades significativas de azúcar ya que tanto la miel como la sacarosa se consideran azúcares. A juicio de la OMS, ninguna de las dos debería agregarse a alimentos infantiles.

Violación de pautas internacionales

Según las nuevas Directivas Políticas para la protección de la infancia del impacto nocivo de la comercialización de alimentos, que la OMS publicó en julio de 2023, los niños siguen expuestos a un poderoso marketing alimentario que promueve, predominantemente, alimentos ricos en ácidos grasos saturados y trans, así como en azúcares libres y/o sodio. Todo esto, contrario a la buena salud de la infancia y en violación de varios de los derechos consagrados por la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño.

Pocos meses antes, en febrero de 2022, la misma OMS, junto con la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), publicó un informe sobre la industria de la leche infantil. El mismo concluye que esta industria, cuyo valor asciende actualmente a la asombrosa cifra de 55.000 millones de dólares, ejecuta sistemáticamente estrategias de marketing muy poco éticas. Entre otras: manipula las decisiones de los padres sobre la alimentación de sus hijos mediante ofertas especiales, promociones y regalos; emplea publicidad en línea en forma selectiva, no regulada e invasiva; patrocina redes de asesoramiento y servicios de asistencia telefónica con el interés de la corporación en mente e influencia en la formación de los trabajadores de la salud y sus recomendaciones. De estas y otras maneras, se compromete la alimentación infantil y se violan compromisos internacionales. Por todo ello, y a juicio de la OMS, la comercialización de la leche de fórmula (conocida como leche en polvo procesada) sigue siendo inaceptablemente generalizada, engañosa y agresiva.

A pesar de los claros beneficios de la leche materna, las tasas mundiales de este tipo de alimentación han aumentado muy poco en las dos últimas décadas, mientras que las ventas de leche artificial se han duplicado con creces. En consecuencia, solo el 44% de los bebés menores de seis meses en todo el mundo se alimenta exclusivamente con leche materna.

En su informe conjunto, OMS y UNICEF denuncian que, de forma alarmante, la industria de la nutrición infantil contribuye a esta creciente disparidad mediante tácticas muy cuestionables. Entre otras, con regalos promocionales para los trabajadores de la salud, financiación privilegiada de sus proyectos de investigación e incluso comisiones sobre las ventas para que influyan la
decisión de las madres jóvenes en lo que hace a la alimentación preferida para sus bebés. Más de un tercio de las mujeres encuestadas dijeron que un trabajador de la salud les había recomendado una marca específica de leche en polvo.

Según la Nestlé, todo es legal. ¿Y la ética?

Como parte de su investigación, Public Eye e IBFAN interrogaron a Nestlé sobre esta doble política de promoción y venta en los países del Norte y en los del Sur. Las respuestas, que forman parte del documento que ambas organizaciones difundieron en abril, son formales, legalistas y no específicas. Nestlé afirmó haber reducido la cantidad total de azúcares añadidos a sus cereales infantiles en todo el mundo durante la última década en un 11%, y que seguirá haciéndolo “sin comprometer la calidad, la seguridad y el sabor”. Además, que continúa el proceso de eliminar la sacarosa y el jarabe de glucosa de sus “leches de crecimiento” Nido. Finalmente, que sus productos “cumplen plenamente” con el Codex Alimentarius y las leyes nacionales.

Luego de la difusión de la investigación titulada “Cómo Nestlé convierte a los niños en adictos al azúcar en los países de ingresos más bajos”, la cual ha causado un impacto mediático de magnitud, Nestlé publicó en la sección de preguntas de su sitio Web, y tratando de bajarle perfil a este debate, su posición al respecto.

Según Nestlé, “aplicamos los mismos principios de nutrición, salud y bienestar en todas partes. Todos nuestros alimentos y leches para los primeros años de vida están nutricionalmente balanceados y en conformidad con las directrices científicas y las recomendaciones dietéticas comúnmente aceptadas”.

En seis breves puntos de contradictoria redacción, Nestlé desmiente que sus productos para menores de doce meses contengan azúcares y sostiene que sigue reduciendo ese componente; que en muchos países agrega hierro y otras vitaminas para luchar contra la desnutrición infantil; que su política de información es siempre transparente, y que respeta las leyes nacionales. Estas afirmaciones, sin embargo, no dan respuesta a las denuncias objetivas y argumentadas con hechos, cifras y porcentajes incontrovertibles de la investigación promovida por Public Eye e IBFAM.

Para Laurent Gaberell, investigador de Public Eye y uno de los autores del estudio, las respuestas de Nestlé son un poco más de los mismo y, como le comenta a El Cohete a la Luna, “no entran en el fondo de la crítica que nosotros impulsamos”. Tenemos la impresión, agrega Gaberell, de que para Nestlé “nuestra denuncia no es suficientemente grave y que [cree que] ya están haciendo un gran esfuerzo para mejorar sus productos”. Por otra parte, que “todo lo que hacen es legal y que respetan las normas de cada país”. En cuanto a la amplia repercusión mediática y el debate que esta investigación ha originado en algunos países del Sur, donde hay sectores de la sociedad civil que están dispuestos a darle seguimiento prioritario al tema de los alimentos para bebés, Gaberell reflexiona que “es una muy buena señal en cuanto al impacto de nuestro trabajo”.

Por su parte, su colega Geraldine Viret, responsable de comunicación de Public Eye, alza el tono y enfatiza: “Desde India hasta Brasil, pasando por Bangladesh y Senegal, Nestlé ha sido sorprendida en plena hipocresía sobre el ‘azúcar puro’, acompañada por una desagradable dosis de neocolonialismo”. Según Viret, “las generaciones presentes y futuras, especialmente en los países de bajos y medios ingresos, arriesgan su salud si Nestlé sigue violando impunemente los principios educativos (y éticos) más básicos”.