¿Qué buscan Donald Trump y Elon Musk en Panamá?

Observatorio en Comunicación y Democracia (OCD)-FILA

Las frases rimbombantes de Donald Trump ya no sorprenden.  Su estilo provocador y agresivo lo conocimos durante su primer mandato.  Ahora repite.  De todas maneras, la historia enseña que nunca hay que tomar a la ligera las palabras de un presidente de la primer potencia mundial.

En su discurso del domingo 22 de diciembre ante seguidores en Arizona, entre muchos otros temas, se refirió a la importancia estratégica del canal de Panamá.  Allí dijo que el canal era fundamental para el rápido despliegue de la marina estadounidense entre el Atlántico y el Pacífico, que Jimmy Carter lo regaló por un dólar, sugirió que está controlado por China, y que Estados Unidos podría recuperarlo rápidamente.También se quejó de los altos precios que los buques deben pagar al cruzarlo. 

A nadie se le escapa que el canal tiene un valor económico y estratégico de primera línea.  Por algo Estados Unidos lo construyó y controló durante 99 años.  El partido republicano no estuvo de acuerdo con cederlo y Ronald Reagan en 1976 aseguraba que la zona del Canal de Panamá era territorio soberano de Estados Unidos al igual que Texas.  Trump piensa lo mismo.

Panamá es mundialmente conocido por su canal, pero es menos conocido por su producción de cobre, uno de los minerales más codiciados del planeta y que tiene a Estados Unidos como segundo consumidor del mundo detrás de China.

El cobre es necesario para la llamada “transición energética”, las tecnologías de punta, la electrónica, los paneles solares, los automóviles, y ahora para las aplicaciones de la inteligencia artificial.  Negocios, todos, donde está involucrado Tesla, el gigante de Elon Musk, hoy un socio privilegiado de Trump.

El complejo minero Cobre Panamá es propiedad de First Quantum, una minera canadiense con inversiones en varios países.  Se calcula que Cobre Panamá tiene unos tres mil millones de toneladas de reservas probadas y probables de cobre. Y es una de las minas más grandes abiertas en la última década.  No es fácil abrir una mina.

La experta Gracelin Baskaran, directora del Programa de Seguridad de Minerales Críticos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington, asegura que la construcción de una nueva mina en Estados Unidos lleva un promedio de 29 años porque hay numerosas regulaciones locales y federales que entorpecen el proceso.  La de Panamá ya existe, solo que está cerrada desde noviembre de 2023 por controversias impositivas y ambientales y mantenerla le cuesta a First Quantum unos 12 millones de dólares mensuales.

Cobre Panamá puede producir 350 mil toneladas de cobre por año, suficiente para construir unos 5 millones de autos eléctricos.  En 2022 Tesla fabricó 1,37 millones de autos y Musk ya anunció que quiere lograr 20 millones anuales.Según el sitio canadiense mining.com los autos eléctricos usan muchos más minerales que los convencionales.  En comparación, cada auto eléctrico usa 53,2 kilos de cobre, 39.9 de níquel y 8,9 de litio, mientras que los convencionales 22.3 kg de cobre, y nada de litio o níquel.

Un día antes del discurso de Trump en Arizona,el diario “La Estrella de Panamá” aseguró que Tristan Pascall, el CEO de First Quantum, le pidió apoyo a Trump para la reapertura de la mina. Un día antes.  ¿Casualidad? Ni lerdo ni perezosodijo que “la mina Cobre Panamá podría ser vital para las empresas de Estados Unidos, pero primero debe reabriry que Trump podría “negociar un pacto sobre el cobre que se alinee con los intereses estratégicos de Estados Unidos y Panamá”.

Donald Trump y Elon Musk hoy son socios.  Ambos tienen muchos intereses en común.  Estratégicos y de negocios. Es posible que Panamá sea uno de ellos.

* Colectivo del Observatorio en Comunicación y Democracia (OCD)-Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA)