¿Pocas nueces?

ROBERTO BELLATO | Crónica de una noche donde las cacerolas volvieron a sonar en distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires y del país, expresando un descontento difuso y poco concreto con el gobierno nacional. Las clases medias fastidiadas, a las calles.

Roberto Bellato – Marcha 

Este jueves se realizaron manifestaciones con cacerolas en varias ciudades de la Argentina. La movilización más grande se produjo en Capital Federal, donde miles de manifestantes llegaron hasta la Plaza de Mayo. Desde varias esquinas de la ciudad fueron formándose grupos, sobre todo en barrios del norte porteño, que confluyeron en la zona del centro. El Obelisco y la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, fueron los dos lugares más concurridos. Diagonal Norte estaba totalmente colmada de gente. También se produjeron manifestaciones en Salta, Tucumán, Rosario, Córdoba, Misiones, Mar del Plata, Mendoza, Neuquén, Bariloche, Bahía Blanca, entre otras ciudades.

La convocatoria a la movilización se produjo hace pocos días atrás, desde las redes sociales (algún día habría que poder analizar qué significa esto, pero ahora no viene al caso). La principal consigna, en un primer momento, era contra la “inseguridad”. Ese fue el gran motor previo a la movilización. Pero el tema de la “inseguridad” terminó siendo secundario. Lo que se pudo ver es que lo que aglutinó a miles de personas el día de ayer fueron muchas cosas, aunque todas tenían un denominador común; la Presidenta Cristina Fernández y el Gobierno nacional.

La diversidad de los reclamos llamaba la atención. De todas formas, lo que más se repitió fue el rechazo a la idea de la reforma de la Constitución Nacional y la “re-reelección”. Una idea que, si bien ha circulado en medios de comunicación opositores y en la voz de algunos referentes que apoyan al gobierno, no ha tenido ninguna presentación formal ni anuncio por parte del ejecutivo.

Atrás quedó el problema de la “inseguridad” que “se vive todos los días”, como se repetía en las redes sociales. Cerca de las 21 horas lo que más se escuchaba en los alrededores de Plaza de Mayo era el rechazo a una eventual reforma constitucional y el canto de que “se va a acabar la dictadura de los k”, como había sucedido en cacerolazos anteriores.

Otra consigna muy repetida fue contra la política respecto al dólar y las restricciones cambiarias. Es que la composición que tuvo la movilización de ayer no fue de los que están desocupados, recibiendo algún beneficio social por parte del Estado o tienen trabajo en negro. Tampoco se vio participar a los miles que están por debajo de la línea de la pobreza o la indigencia. Más bien todo lo contrario. Ayer participaron sectores sociales medios y altos, aquellos cuyos cuestionamientos son, quizás, hacia los aspectos más progresivos de este gobierno y cuya ideología (al menos lo que se torna más visible) roza tintes ultra conservadores y reaccionarios.

Si bien la participación del cacerolazo en su gran mayoría fue de estos sectores medios y altos, lo particular de ayer es que tuvo dimensiones masivas, lo cual implica también una composición más amplia al de las convocatorias anteriores de este año en Capital Federal. Eso explica la enorme variedad de consignas que se escucharon en la movilización.

Se pudieron ver carteles y banderas contra el “abuso de la Cadena Nacional” y hasta con la frase “Zaffaroni proxeneta”. También pancartas que decían “no queremos que Argentina se parezca a Venezuela”, perfectamente bien impresas e idénticas, lo que generaba duadas sobre su origenespontáneo y apartidario. Otros carteles expresaban “No tenemos miedo”, “Boudou miente”, “Basta de corrupción”, “No al aborto”, “Queremos libertad de expresión”, “Por las libertades públicas” y hasta una bandera que reclamaba contra “todas las cosas que no podemos hacer”. Entre tantos carteles resaltaban la enorme cantidad de banderas blancas con letras azules que llamaban a “defender al Banco Ciudad”, en referencia al traspaso de depósitos judiciales al Banco Nación.

Lo que terminó dando el mayor color a la noche fueron las banderas argentinas que llevaban los manifestantes. Solamente argentinas. Es que “acá está reclamando el país”, dijo una señora de Barrio Norte con una calcomanía con la letra “K” tachada, acompañada de su hija, que no paraba de insultar a los gritos a “todos los del gobierno”. La movilización de ayer tuvo un clima bastante particular: se podía ver a la gente enojada y rabiosa. Al no haber una idea clara sobre la cual encolumnarse, se apelaba a los gritos histéricos, insultos y cantos contra “la dictadura”.

Mucho ruido contra el gobierno en una jornada que contrastó con cacerolazos anteriores en términos de masividad. Aún sin poder observarse con claridad un proyecto, líder o idea detrás de la que encolumnarse, el descontento que se expresó en las calles hoy de los sectores medios y altos, es un dato del que hay que tomar nota y que suma a la hora de medir el humor social general actual.