Plebiscito Popular por una constituyente del sistema político de Brasil
Por un lado, las jornadas preelectorales dejan ver dos proyectos de país en disputa; por el otro, millones de brasileños y brasileñas responden “Sí” ante la pregunta ¿Está usted a favor de una Constituyente Exclusiva y Soberana del Sistema Político?
La interrogante ha sido planteada por cerca de 450 movimientos y organizaciones sociales del país sudamericano, que desde agosto del 2013 han estado organizando una campaña para el desarrollo del plebiscito popular, iniciado este 1ro de septiembre. Más de treinta mil urnas se pueden ver en las calles, estaciones de metro, instituciones y otros espacios públicos de 4 800 municipios de todos los estados de la nación. Este es el punto culminante de un proceso iniciado un año atrás, cuando sectores populares progresistas se apropiaron de la iniciativa, derrotada previamente en el Congreso Nacional.
En el mes de junio del 2013 las calles de grandes ciudades brasileñas se llenaron de las voces del pueblo demandando reformas centradas en las esferas del transporte, la educación, la salud, la vivienda, la agricultura y la política tributaria, al tiempo que denunciaban no sentirse representados en las instituciones políticas del país.
En aquel momento la presidenta Dilma Russeff reconoció que esas reformas no podían ser aprobadas e implementadas si antes no se cambiaba el sistema político y propuso la realización de un plebiscito popular que autorizara al funcionamiento de una Asamblea Constituyente, exclusivamente dedicada a esa reforma. Su propuesta duró menos de un día. Varios sectores, entre ellos la burguesía mayoritaria en el congreso brasileño, se encargaron de no permitir que se convirtiera en un planteamiento efectivo.
Ante la derrota en el ámbito legislativo, sectores sociales progresistas comenzaron a articularse y decidieron usar el plebiscito popular, aun cuando no sea válido legalmente, como un instrumento de presión para que el sistema político brasileño sea profundamente reformado. Para el desarrollo de la campaña fueron creados más de dos mil Comités Populares, que llevaron a cabo un proceso de discusión y concientización política del pueblo. Ese ejercicio de educación popular es considerado como la principal victoria de la campaña, aunque puedan conseguirse los diez millones de votos que se pretenden alcanzar.
Una investigación realizada en el mes de febrero de 2014, reflejó que el 66 por ciento de la población brasileña no tiene preferencia por ningún partido, lo cual evidencia su desapego al sistema actual. El principal órgano legislativo tampoco representa la composición del pueblo de Brasil. El 84 por ciento de los 591 parlamentarios del Congreso Nacional son empresarios, terratenientes o representantes de iglesias evangélicas. Sólo 91 declaran su relación con el sector de los trabajadores. Aún cuando el 51 por ciento de la población son las mujeres, estas ocupan el 9 por ciento en la cámara de diputados. Similar proporción tienen las personas de raza negra, mientras los jóvenes también están por debajo del ocho por ciento en el congreso. La naturaleza de esa contradictoria estructura tiene su raíz en los residuos del período dictatorial que quedaron en la constitución democrática de 1988 y en las campañas electorales, cuyo noventa por ciento de los recursos son financiados por las empresas y el sector bancario. Ello condiciona mayoritariamente el ejercicio de poder de muchos senadores, diputados, gobernadores y perfectos.
Estos son sólo algunos elementos que demuestran cuál es la raíz del porqué los avances sociales de Brasil, aunque evidentemente crecientes durante los doce años de gobierno del Partido de los Trabajadores, todavía no alcanzan a satisfacer las necesidades de la población de un país con la quinta mayor economía del mundo, ni a resolver los problemas estructurales que aún afectan a una buena parte de la población.
Es en arrancar la raíz del problema donde están concentrados los movimientos y organizaciones sociales que han impulsado el plebiscito. Las campañas electorales de estos días no difieren mucho en su concepción de las anteriores, pero quién sabe si en los próximos años los brasileños y brasileñas puedan celebrar el Día de la Patria con un nuevo sistema político, con las reformas cumplidas, con un nuevo Brasil.
*Periodista cubana, Secretaría Operativa de la Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA