PCV: Se crea y se crea… pero no se acierta
TRIBUNA POPULAR| Nicolás Maduro, desde su juramentación como Presidente de la República, el 19 de abril de 2013, ha hecho ingentes esfuerzos para darle continuidad y cumplimiento a lo que se ha dado en llamar “el legado de Chávez”; en el contexto de una situación económica, política y social muy compleja –marcada por la ofensiva de la derecha pro-imperialista y por deficiencias y errores acumulados en la gestión de gobierno–, que va impactando cada vez más en el conjunto del pueblo venezolano.
Durante años escuchamos que se citaba reiteradamente por las vocerías oficiales la frase del gran Simón Rodríguez: “O inventamos, o erramos”. Su uso descontextualizado, discrecional y distorsionado –sin un proceso de revisiones críticas y autocríticas de lo que se hace, y con la inactiva falta de iniciativa que produce el seguidismo repetidor–, ha pretendido justificar la improvisación que prevalece en muchas de las denominadas políticas “estratégicas”.
El 22 de abril de 2013, mediante Decreto Nº 11, el Presidente creó las Regiones Estratégicas de Desarrollo Integral (Redi), para garantizar la eficiencia, seguimiento y el control de las políticas públicas, “estar en las calles, en las comunidades, para hacer un Gobierno de calle”; encabezadas las actuales siete Redi (Central, Occidente, Llanos, Oriental, Guayana, Andina e Insular) con Ministros de Estado.
El 7 de agosto (Decreto Nº 295), Maduro creó el Estado Mayor Fronterizo Cívico-Militar, para combatir el contrabando y potenciar el desarrollo social, económico, cultural y de integración en estas zonas.
El Decreto presidencial Nº 429, del 26 de septiembre, creó el Órgano Superior para la Defensa Popular de la Economía, para “garantizar la seguridad alimentaria mediante la articulación, organización y coordinación de los procedimientos que aseguren la disponibilidad suficiente y estable de alimentos, materia prima y artículos de primera necesidad”.
En la Gaceta Oficial 40.340 (del 23 de enero de 2014), se publica la Ley Orgánica de Precios Justos, para “asegurar el desarrollo armónico, justo, equitativo, productivo y soberano de la economía nacional (…) y la fiscalización efectiva de la actividad económica y comercial”, y crea la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socio Económicos (Sundde).
El 31 de enero, el presidente anunció la creación de un Estado Mayor Especial para el Abastecimiento de Alimentos, encabezado por el Vicepresidente Ejecutivo, para luchar contra el contrabando y garantizar la producción nacional e importación, y que esa semana comenzaría a funcionar la Corporación Nacional de Transporte y Logística.
El 28 de abril, Maduro dijo: “A partir de mañana debemos anunciar un Estado Mayor de Desarrollo Económico, que tenga como responsables a un conjunto de ministros vinculados con el área económica”, para minimizar el burocratismo; y, el 6 de mayo, crea y designa los Jefes Económicos Plenipotenciarios, para cinco zonas económicas del país (Centro, Andes, Llanos, Occidente y Oriente), “para que esta semana arranque la ofensiva de inspecciones por todo el país, empresa por empresa”.
Pero, además, en la propia estructura ministerial, el 22 de abril de 2013 (Decreto Nº 1), el Presidente maduro divide en dos el Ministerio de Planificación y Finanzas, y designa al titular de este último (Nelson Merentes, que viene del BCV) como Vicepresidente del Área Económica; pero el 7 de octubre (Decreto Nº 457) asigna al Ministro de Petróleo y Minería como Vicepresidente de dicha Área del Consejo de Ministros; luego el 15 de enero (Decreto Nº 737) fusiona en un mismo Ministerio a Finanzas con Banca Pública, y vuelven a cambiar al ministro (Merentes regresa al BCV), y la Vicepresidencia Económica continúa dirigida por el titular de Petróleo y no por el de Economía.
Alguien podría decir: “todo eso es muestra de que se están haciendo cosas, de que hay esfuerzos, iniciativas”; pero realmente es muestra de improvisación, coyunturalismo y efectismo, que crea y crea instancias burocráticas, solapadas y superpuestas una con otra en sus funciones. Todo lo cual imposibilita que podamos acertar en la solución efectiva de los problemas.