Nombramiento de Nicolás Albertoni, hombre de Almagro, en la Cancillería uruguaya
El Popular
Nicolás Albertoni, ha sido designado como el sucesor de la renunciante Carolina Ache quien al decir del partido Colorado renunció “por voluntad propia, pensando en el bien común” y sin haber cometido ninguna irregularidad en torno a los procedimientos realizados desde Cancillería respecto al caso Marset. La renuncia de la subsecretaria de Relaciones Exteriores, es la número seis desde que asumiera el gobierno de coalición en marzo de 2020.
Antes lo habían hecho Ernesto Talvi, Carlos María Uriarte y Germán Cardoso, todos ellos del partido Colorado, a estas renuncias se suman las de Pablo Bartol y Luis Calabria, ambos del partido nacional. Luego de la renuncia de Ache se supo que el sector Ciudadanos propuso a Lacalle Pou que el sucesor de Ache fuera Nicolás Albertoni.
De acuerdo a la información publicada respecto al nuevo subsecretario, se conoce que el mismo ocupa el cargo de secretario general de la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, es doctor en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, tiene un máster en Economía y es docente en la Universidad Católica del Uruguay, mientras que, en el partido Colorado se desempeña como su prosecretario de Relaciones Internacionales.
Nicolás Domingo Albertoni Gómez integra el nivel I del sistema Nacional de Investigadores (SNI) en el área de Ciencias Sociales y en específico de Ciencia Política. Además de su trayectoria académica, el novel subsecretario, recuerda hoy La Diaria, adelantó, recientemente algunas de sus valoraciones con relación a la política exterior uruguaya. De acuerdo al medio, en el curso del presente año y en entrevista concedida al portal web del partido Colorado, Albertoni señaló que “Uruguay debería concretar algunas líneas abiertas de acuerdos posibles que hoy están sobre la mesa”.
En la ocasión ejemplificó como tales a la “Unión Europea, China, Turquía, Corea” y sugirió que el país debería “explorar el ingreso a espacios de integración recién confirmados, como el The Digital Economy Partnership Agreement, firmado en 2020 por Chile, Nueva Zelanda y Singapur”. Ello permitiría, agregó, “reverdecer la cercanía a las negociaciones del TISA [el acuerdo sobre Comercio de Servicios], que hoy abarca más de 70% del comercio de servicios a nivel mundial”. En la misma entrevista, el nuevo subsecretario de Relaciones Exteriores subrayó, casi en coincidencia absoluta con Lacalle Pou que el Mercosur, “lejos de un trampolín, se ha transformado en un ancla para nuestro país”.
A Albertoni se lo ha identificado, además, como la persona que invitó al actual secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, a que se incorporara al partido Colorado. A esta actividad política, hay que agregarle sus vínculos, no tan conocidos e informados, con la derecha venezolana y con ciertas organizaciones de cubanos que históricamente no han hecho otra cosa que cumplir mandatos estadounidenses.
En esos “asuntos”, por ejemplo, hay que recordar que Nicolás Albertoni figura como uno de los fundadores de la llamada “Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia en Cuba”.
Esta “Red” agrupa jóvenes de diferentes países del continente y ha tenido en nuestro país una constante actividad dirigida a difundir lo que ellos denominan la lucha contra la “ausencia de libertades en Cuba”.
Una de dichas actividades se produjo el 22 de julio de 2014 en la ciudad de Salto y en la misma “coincidieron” representantes de la oposición venezolana al chavismo y conocidas figuras cubanas de la contrarrevolución, como es el caso de Rosa María Payá, una “activista” que fuera recibida incluso por el propio presidente Lacalle Pou. Rosa María Payá disfraza su accionar contrarrevolucionario ejerciendo la presidencia de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, una red que desde el año 2016 tiene acuerdos específicos con la organización hemisférica que hoy dirige Luis Almagro.
A pesar de declararse latinoamericana y defensora de la democracia, la mencionada Red ha guardado bochornosos silencios ante casos de corrupción en otros países latinoamericanos. La explicación de estos silencios y de su “ausencia de acciones” es simple, la Red solo se ocupa de dar seguimiento a lo que declaran sucede en Cuba y Venezuela, los dos países que conforman el núcleo duro de sus obsesiones.La Red no solo es dirigida por connotados contrarrevolucionarios cubanos y venezolanos, sino que es financiada directamente por el gobierno de los Estados Unidos.
Ella forma parte, tal y como ha sido denunciado en reiteradas ocasiones de la maraña de instituciones, tanques pensantes y fundaciones creadas por la administración estadounidense y aplaudidas por las ultraderechas europeas, con el único propósito de promover el avance de la ultraderecha en el continente, intentando con ello obstaculizar o amedrentar a los ciudadanos con el supuesto avance del “izquierdismo” en América Latina.
La Red, por ejemplo, nunca se pronunció sobre lo ocurrido en Honduras, luego de aquellas polémicas elecciones que dieron al traste con las aspiraciones de Zelaya, tampoco hizo referencia a la corrupción en Brasil y el modo en que la misma impulsó la destitución de Dilma Rouseff. “En lugar de trabajar contra las verdaderas amenazas a la paz en América Latina”, denunció el diario Granma en 2018, “la Red no esconde sus vínculos con partidos y personajes de la ultraderecha, ni su alianza estratégica con la OEA para agredir a los gobiernos legítimos que no son de su agrado”.
Creada en 2014, la Red ha sido identificada como una pseudo organización no gubernamental, un “título” que lejos de esconder el rol de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) confirma la paternidad del tenebroso servicio de inteligencia estadounidense en su “nacimiento y sostenibilidad”. La organización es financiada por la National Endowment for Democracy (NED) que fue considerada, nada más y nada menos que por el diario The New York Times como una filial de la agencia de espionaje estadounidense.
De acuerdo a dicho medio de prensa, la Red recibe una constante financiación de la CIA para que ejecute operaciones de desestabilización política contra ciertos países latinoamericanos. En enero de 2013, la argentina Micaela Hierro Dori, quien ostentaba el cargo de presidenta de la Red, fue identificada como agente de la CIA al detectarse su participación en una confabulación con el oficial de la Agencia Lawrence Corwin, quien fuera, además, funcionario de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana entre 1998 y 2001.
En aquella ocasión el objetivo de la CIA era boicotear la reunión de jefes de Estado de la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC).Además de esto, la entonces presidenta de la Red, la señora Hierro, desarrolló una activa colaboración con el objetivo de garantizar la presencia de grupos contrarrevolucionarios en la Cumbre de las Américas celebradas en 2014 en Ciudad de Panamá. Sus esfuerzos fracasaron y las diversas filtraciones producidas desde la misma organización sellaron su destino, Hierro Dori fue sustituida por Rosa María Payá quien desde entonces utiliza dicha plataforma para impulsar “su proyecto” al que denomina “Cuba decide”.
Rosa María Payá es una “asalariada” del gobierno norteamericano, ha denunciado el portal de noticias Razones de Cuba. Desde su nombramiento al frente de la organización “tapadera” de la CIA, Payá en contubernio con Luis Almagro institucionalizaron, acuerdo mediante, en 2016, un Acuerdo Marco de Cooperación, que permite dar mayor “cobertura” al accionar de la Red, dando carta libre a las series sucesivas de provocaciones de la misma contra los gobiernos de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Cuba.
En el caso de la Red sus vínculos se extienden a otras redes y organizaciones, quienes como el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), otra “tapadera” de la CIA, constituyen la nueva punta de lanza de las mutadas formas de agresión y desinformación desplegadas desde Estados Unidos por la Agencia estadounidense, sobre lo que acontece en los países latinoamericanos.
Cuando se exploran los vínculos del nuevo subsecretario de Relaciones Exteriores con este tipo de organizaciones, uno no puede más que preguntarse ¿cuál es la noticia más preocupante, la renuncia de Ache o el ascenso de alguien con vínculos cercanos al “Norte revuelto y brutal que nos desprecia”?
Parece que, después del caso Astesiano, otra vez el gobierno, “mete al zorro en el gallinero”.