No vale taparse los oídos

A man in a white T-shirt covers his ears with his fingers. Close up on black background. Back view.

Jose Manuel Rodriguez Rodriguez

No estoy de acuerdo con ninguna guerra… Me da igual quién sea el que lance las bombas… Algo así nos dijo la joven y muy inteligente periodista de origen ruso que presentaba el programa de RT “Ahí les va”. Por eso decidió separarse de ese canal. La información, y el video respectivo, me llegó a través de una de esas agencias de noticias internacionales, que aprovechó la oportunidad para asociarla con otra joven periodista rusa que irrumpió, y copio como lo dijeron, en un canal estatal de Rusia para pedir el fin de la guerra que empezó Rusia en contra de Ucrania… (el subrayado es mío)

Imagino que por cosas como estas la Afinogenova haya dicho también: no me vengan con el cuento de invadidos e invasores… No se engañen, no es una cuestión de buenos y malos. Es propaganda… Mis respetos a esta corajuda crítica, como pocas, de ese mundo donde la comunicación y la información es conscientemente deformada.Inna Afinogenova 2.jpg

Ahora bien, dado que el asunto del pensamiento crítico es, efectivamente, el fondo, me voy a centrar en lo que juzgo el nodo del razonamiento que explicaría la dureza, cercana a la aflicción, de esas frases citadas al inicio. Lo hago porque efectivamente, la bondad y la maldad no explican las guerras. De ahí que el asunto moral no permita ubicarse con claridad frente a los conflictos de la sociedad y al cómo se dan.
El quid está en entender por qué se dan. La Afinogenova se afana en dejarlo claro: Estar contra la guerra y la decisión de iniciarla, es estar contra la OTAN… y trata de profundizar en ello:  Nadie que esté contra la OTAN puede apoyar esta guerra… Nada la ha reforzado más…
Pareciera así estar diciendo que Rusia debió evitar caer en la trampa tendida por la OTAN. Pero, deja a un lado que esta guerra no se inició con la entrada de tropas rusas en Ucrania, es la guerra multisectorial del Occidente, tutelado por USA, en procura de mantener su ya decadente unipolaridad. Además, hace más denso el filtro idealista con que mira los hechos, el eludir plantear cuáles alternativas tendría Rusia para enfrentar el evidente movimiento de la maquinaria militar occidental.
Este aparente idealismo, de la periodista Afinogenova, lo explicaba mejor Marx cuando advertía, palabras más o palabras menos, que no basta con observar los hechos sociales y analizarlos, la realidad existe independientemente de la consciencia, y la forma de desarrollo y transformación de esa realidad es dialéctica. Es necesario debatir las contradicciones que subyacen en cada proceso o fenómeno. Pienso que esto último es lo que hizo Putin que, sin ser marxista, maneja la dialéctica.