Marcelo Abdala: Lacalle procesa un ajuste radical contra ingresos y derechos de las mayorías
Nicolás Retamar- Nodal
El 15 de septiembre se realizó en Uruguay un paro general que incluyó la movilización de miles de personas y que, en contexto de pandemia, fue calificado de histórico. Para conocer los motivos del mismo, la perspectiva sobre el gobierno de Luis Lacalle Pou y un posible acuerdo de libre comercio con China, NODAL dialogó con Marcelo Abdala, secretario general del Plenario Intersindical de Trabajadores – Convención Nacional de Trabajadores (PIT-CNT), la central única uruguaya.
-¿Cuáles fueron los motivos del paro general?
-El motivo del paro general y la movilización desarrollado el 15 de septiembre fue la enorme necesidad de una amplísima y profunda movilización ciudadana que ubicó un programa alternativo en la escena nacional. Las reivindicaciones para generar trabajo de calidad, que pasan por la necesidad de un Estado contracíclico y no un Estado ausente como es ahora.
También, la necesidad de defender y proteger el salario de la gente versus los criterios del Poder Ejecutivo que no garantizan el poder de compra del salario real, la defensa de las empresas públicas, la defensa del Instituto de Colonización atacado tanto por la Ley de Urgente Consideración (LUC) como por una rendición de cuentas de recorte. La reivindicación de que todo nuestro pueblo se despliegue en un enorme diálogo nacional que permita la victoria del Sí en el referéndum que es inminente.
Todas las consignas estaban asentadas en los motivos centrales de la acción llevada a cabo con una enorme organización y una campaña a lo largo y ancho del país donde nuestros plenarios departamentales trajeron más de 220 ómnibus a la capital y todos los gremios participaron masivamente.
No fue una movilización solamente del PIT-CNT sino que se movieron las intersociales, las comisiones locales pro referéndum, las hinchadas de fútbol, particularmente la de Peñarol, los pequeños productores agropecuarios, los asalariados rurales, los aspirantes a colonos y colonos. Fue una enorme marcha que implicó una iniciativa formidable que, sin duda alguna, puso nervioso al poder.
-¿Qué opinión le merece el posible TLC con China?
-Nosotros tenemos una visión crítica de que Uruguay negocie un Tratado de Libre Comercio con China en función de que observamos el desarrollo desigual de la economía capitalista a escala planetaria. Es notorio que cuando se exacerban los flujos de comercio entre países y regiones con una estructura productiva tan distinta, a nosotros nos toca el papel dependiente de exportar materias primas, commodities y productos intensos en recursos naturales versus importación de bienes altamente industrializados que están en la punta de la actual trayectoria tecnológica.
Cuando se dan esos procesos, se tienden a exacerbar las desigualdades. Nosotros somos partidarios de que América Latina negocie de conjunto, primero que nada cimentando su propia integración con un plan de construcción de la infraestructura común para nuestro desarrollo, es decir carreteras, ferrocarriles, puertos, energía y telecomunicaciones, llevando a cabo mecanismos para la complementación productiva intraindustrial, lo que significa una división latinoamericana del trabajo que deje espacios de desarrollo e industrialización a todos los países.
A partir de allí, edificar las dimensiones sociales, políticas y culturales de una integración profunda y entonces sí negociar con otros. Por lo tanto, tenemos una visión crítica del mismo modo que nos opusimos a un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos o que nuestro país participara en el llamado Tratado sobre Comercio de Servicios (TISA), hoy miramos con ojos críticos este planteo y hemos impulsado el desarrollo de una tripartita sobre la base de la trasparencia y que el Poder Ejecutivo ponga toda la información arriba de la mesa.
Somos partidarios de negociar con terceros a partir de la unidad latinoamericana.
-¿Cómo es la evaluación del gobierno de Lacalle Pou?
-Nuestra evaluación sobre el gobierno de Lacalle Pou es que implicó un cambio cualitativo a partir del 1° de marzo, que el mismo surge como parte de la contraofensiva del capital a nivel global contra el trabajo para achicar la tendencia a la disminución del margen de ganancia y en una grieta geopolítica global que hay entre el imperialismo norteamericano en decadencia y el ascenso de India, Rusia y especialmente China como actores globales del siglo XXI.
El imperialismo norteamericano tiene la necesidad de reactivar su vieja doctrina Monroe y generar el control de lo que históricamente fue su patio trasero como un reservorio de recursos naturales adecuado a su política. Pero también por los propios límites del progresismo por no haber ahondado en la integración continental, no haber diversificado la matriz productiva y sus rendimientos decrecientes.
Este gobierno es un gobierno del gran capital, especialmente timoneado por los agronegocios, que vino a procesar un ajuste radical contra los ingresos y los derechos de las grandes mayorías del pueblo trabajador. Por tanto, de su composición de clase deriva también su composición política: un gobierno de derecha que viene procesando de múltiples formas un ajuste contra la clase trabajadora que no está quieta, está movilizada, organizada y consciente de sus intereses.
Podríamos decir que desde el punto de vista del diálogo hay un ida y vuelta cuando se precisa con el Poder Ejecutivo pero en la disputa de dos grandes proyectos de país estamos enfrentados a su programa.