Maduro reconoció y denunció corrupción y jalabolismo. Ahora, ¡échele, Presidente!

Maryclén Stelling|

Recientemente el presidente Maduro reconoció y denunció la corrupción y el “jalabolismo”, declarando una “batalla inclemente” en el contexto de una “gran revolución ética, política, moral, más allá de la palabra, más allá de la denuncia”.

La adulación es definida como una alabanza exagerada, baja e interesada que se lleva a cabo con la intención de halagar al otro y ganarse su voluntad para fines interesados. En Venezuela empleamos el término “jalabolismo o jalamecatismo” para describir “el acto de adular a alguien que tiene cierto o mucho poder, ya sea político, económico, social o de cualquier tipo, a fin de conseguir ciertas dádivas o beneficios personales o grupales”. La corrupción, en tanto práctica, consiste en el uso ilegal de las instituciones para el beneficio privado, personal o de partido.

Corrupción y adulación configuran una pareja perversa e inseparable que va corroyendo la gestión, la credibilidad de la ciudadanía, la legitimidad de las autoridades y, por supuesto, la propia democracia. Prácticas que, en una relación circular, alimentan y refuerzan el clientelismo político.

Así en una suerte de sancocho a la criolla, bajo el amparo de una economía rentista petrolera, se fusionan ingredientes tales como el compadrazgo, la viveza, la filiación partidista, la corrupción administrativa.

Para confrontar y desmontar tales patologías de la democracia venezolana es indispensable descubrir y denunciar las relaciones que existen entre el clientelismo político; el “jalabolismo”, nuestro estilo de adulancia criolla; además de las formas y modalidades que adquiere la corrupción. Todo ello analizado desde el marco de los circuitos de intercambio y la provisión de recursos sometidos a fuertes medidas de control, distribución y concentración en pocas manos. Creemos que tal combinación perversa genera –“sin querer queriendo”– una cadena de relaciones causales que abren la puerta al intercambio corrupto y al fortalecimiento de las redes clientelares. Con el añadido del creciente protagonismo de nuevos actores, como son los “políticos con negocios” y la “gente de negocios”, desde donde se promueven formas de intercambio tales como votos por favores clientelares, dinero por favores vía corrupción y apoyo político por favores de diverso tipo.

No la tiene fácil, presidente Maduro, pero ¡échele..!