El intelectual, que hoy dedica gran parte de su tiempo a respaldar la lucha ecologista en todo el mundo. fundamenta su posición recordando que “en la Iglesia europea vive solo el 25% de los católicos” y “en las Américas el 65% y los restantes en varios continentes.”

Según Boff “el cristianismo europeo está agónico. Hay iglesias cerradas porque ningún fiel asiste a ellas”. En cambio, sostiene, “en las Américas se está consolidando un cristianismo-fuente y ya no más espejo de los europeos” porque “después de más de 500 años de presencia cristiana surgieron rostros nuevos de Iglesia, la Iglesia en la base de los fieles, obispos desposeídos, no viviendo más en palacios sino en medio del pueblo, curas que viven en las periferias, una serie enorme de movimientos laicos, que asumen su autonomía, y muchas religiosas que viven en el interior de la Amazonia”. Sin dejar de admitir que junto a este “otro tipo de iglesia” todavía persiste “mucho del estilo romano de Iglesia” pero “no es esta la que lleva al futuro”.

Boff ha sido sacerdote católico de la orden de los franciscanos entre 1970 y 1992, momento en el que decidió abandonar el sacerdocio ministerial después de desavenencias, desautorizaciones y sanciones del Vaticano por sus textos teológicos. Lo anterior no le impidió seguir con su producción intelectual (más de 60 libros) y, con la llegada de Jorge Bergoglio al papado, recuperó un diálogo frecuente con la institucionalidad eclesiástica.

Al referirse al cónclave que elegirá el sucesor de Francisco el brasileño pide no ser “ingenuos” y asumir la existencia de “conflictos” que, “en cierta manera son naturales, porque la Iglesia Católica como institución religiosa no se organiza en torno al libro de los Evangelios, sino en torno a la sacra potestas (poder sagrado)” entendiendo que “desde el siglo III la categoría central que sustenta la institucionalidad eclesial es el poder, heredado de los emperadores romanos”. Y para fundamentarlo sostiene que “así continúa hasta hoy, hasta el punto de que el pequeño Estado del Vaticano es la única monarquía absoluta que aún existe”.

Por todo ello, sigue diciendo, “en el Cónclave reverbera también el tema del poder”. Es así, sostiene Boff, que “hay ultraconservadores como los cardenales Robert Sarah de Guinea, el cardenal Leo Burke de USA y el cardenal Gerhard Müller de Alemania que postulan una Iglesia extremadamente conservadora, una verdadera cisterna de aguas muertas” que “están en contra de todas las reformas hechas y oficiales”, insisten “la marginación de las mujeres” y “les gustaría volver a la misa en latín con el sacerdote de espaldas al pueblo”.

Denuncia además que “hay también una organización conspiratoria Red Hat Report financiada por católicos conservadores norteamericanos, por magnates ligados a Trump y al ultraconservador Brennan, que utiliza los servicios de la CIA y del FBI para recoger datos de la vida privada de cardenales progresistas con la intención de manipularlos y viciar el Cónclave. Su interés es evitar la elección de un Papa progresista, incómodo a la orientación del gobierno y preferir un conservador que esté afinado con las políticas autoritarias de la actual administración”.

Pero señala Boff que, en medio de “una gama de orientaciones” hay también “algunos cardenales que son más progresistas, en el sentido de caminar con el mundo moderno; otros progresistas más críticos con las modernidades recelan contaminar a los fieles con pensamientos poco alineados al cristianismo oficial. Hay otros francamente francisquistas, que optan por los pobres, defienden una moral más flexible con referencia a los divorciados, acogen a las personas de otra opción sexual, abiertos al diálogo con todos como hacía el Papa Francisco”.

Respecto del resultado del cónclave Boff afirma que “nadie puede saber por dónde irá la opción de tantos cardenales con tantas líneas teológicas y pastorales”. Sin embargo recuerda que “es conocida la hipótesis: cuando no se logra un cierto consenso ni siquiera entre los ‘papabili’ se busca a alguien más discreto que sea capaz de dialogar con las distintas partes, apto para crear un consenso”.

Más allá de ello tiene su propia propuesta para suceder a Francisco. “Sugiero el nombre del cardenal de Manaos (Brasil) Leonardo Ulrich Steiner, franciscano”, dice. Y argumenta: “Tiene buena experiencia mundial, habla con fluidez portugués, italiano y alemán, goza de una segura formación teológico-espiritual. Y lo más decisivo: es el único cardenal del inmenso bioma amazónico. (,,,) El cardenal Leonardo destacó por la defensa de los pueblos originarios, los ribereños y pueblos de la selva, fue duro contra el expresidente Bolsonaro por dejar morir a mucha gente de Covid-19, en especial por dejar los hospitales sin oxígeno”. Para reforzar su argumento agrega características de personalidad: “Es de temperamento sereno y tierno, con una mirada profunda hacia las personas, especialmente a las que más sufren. ¿Podría ser tal vez la figura de consenso? Si lo fuera, no me admiraría si asumiese este nombre: Papa Francisco II”.

En 2013 Leonardo Boff escribió el libro “Francisco de Asís y Francisco de Roma: una nueva primavera en la Iglesia”. Sobre la trayectoria del papa fallecido el intelectual brasileño asegura que “Francisco se inscribe en el marco de la teología de la liberación de estilo argentino: liberar la cultura silenciada y al pueblo oprimido”.

Respecto de su propia relación con Francisco el brasileño afirma que “quedamos en encontrarnos varias veces pero por problemas internos del Vaticano no fue posible. Pero tengo cartas cariñosas de él y una fotografía juntos, cuando estuvimos en Buenos Aires en 1972 dando conferencias” recuerda con afecto.