Venezuela: La mano nada inocente que mece la cuna
Maryclén Stelling|
Nuevamente traigo a la palestra la relación de los medios de información y la violencia, ya sea ésta objetiva o subjetiva. Relación de mutua interacción que promueve un vehemente debate, conduce a posiciones extremas y levanta una serie de interrogantes de carácter causal. ¿Cuál es la relación de los medios con la violencia objetiva y subjetiva? ¿La relación entre la cobertura noticiosa y la demanda de la audiencia para informarse sobre el tema? ¿La relación entre el incremento de los hechos de violencia y la demanda creciente para informarse? Igualmente se levantan otras de tono más reflexivo: ¿Por qué es tan común la violencia en los medios? ¿Es la violencia tan frecuente como aparece en los medios? ¿Obedece a otras razones? ¿Promueven los medios la violencia? Discusión necesaria que requiere mayor análisis y menor pasión.
Cuando se incrementan los hechos de violencia y, en consecuencia, los índices de victimización, se genera en la ciudadanía una demanda creciente por informarse sobre el tema y, como algunos acotan, por “sufrir” con el mensaje mediático. A su vez, aumenta la cobertura noticiosa sobre tales asuntos y la audiencia ajusta su percepción de la importancia relativa del tema a la importancia que le asignan los medios. Se produce una fuerte relación entre la información que la audiencia recibe y aquella que demanda. Ley de oferta y demanda noticiosa que ocurre a la luz de razones económicas y políticas.
La violencia recibe cada vez mayor peso en la programación de los medios de información y ello, a su vez, incide en su existencia y percepción. Convertidos los medios de información en actores relevantes de la vida política y pública, estudiosos del tema afirman que “No se puede negar que los medios…tienen una relación apreciable con la violencia objetiva y subjetiva…” Con mayor contundencia expertos señalan que “la realidad es lo que percibimos que hemos vivido, sentido y experimentado. La realidad es, entonces, una producción comunicativa”. Ello supone que “la vivencia diaria –en tanto percepción– es la que construye la realidad; es decir, que se la produce socialmente a través de la comunicación”.
El concepto de noticia supone que una fuente determinada comunica un tipo de información, hipotéticamente seleccionada y representada atendiendo a criterios de objetividad informativa. Desde esa perspectiva, quien lee, ve y escucha tal información cree que se trata de un testimonio fidedigno de hechos, en este caso de la violencia que se sucede en el territorio nacional.
Las noticias son, sin embargo, una “reconstrucción de la realidad” no exentas de prejuicios y consideraciones subjetivas. De allí que se genere una distorsión producto de la orientación de la selección narrativa y presentación selectiva de la información; fruto de las estrategias en la selección de sujetos relevantes y focos de interés –principales, secundarios o inexistentes- para la narrativa de cada medio. Y, evidentemente, por razones económicas o según la orientación política del medio.
En tanto ciudadanas y ciudadanos, nos confrontamos entonces a “una producción interesada” realizada por los medios sobre la realidad del país. Producción nada inocente que nos ofrece una “visión” de la violencia y una reacción frente a ella, donde, dada la situación político comunicacional del país, la ciudadanía, de acuerdo a la fuente donde se informe, se enfrenta a una violencia representada, sobrerrepresentada o subrepresentada.
Foto en tapa: Xinhua