La frontera caliente entre Colombia y Venezuela
SERGIO RODRÍGUEZ GELFESTEIN| El conflicto colombiano es el principal obstáculo a la integración en América del Sur, su desbordamiento más allá de las fronteras del país vecino es la amenaza más visible para la real transformación de América del Sur en zona de paz, uno de los objetivos primordiales de Unasur.Con la coordinación de investigación y la edición de Ariel Fernando Ávila, Coordinador del Observatorio del Conflicto Armado de la Corporación Nuevo Arco Iris, se acaba de lanzar en la Feria Internacional del Libro de Bogotá el libro La frontera caliente entre Colombia y Venezuela. La obra, en la que participan otros cinco investigadores, es el producto de una pormenorizada y argumentada pesquisa como las que ya nos tiene acostumbrados la prestigiosa Corporación Nuevo Arco Iris de Colombia.
El prólogo de León Valencia, director de la citada institución colombiana, señala que el libro en cuestión, en sus más de 500 páginas, “describe la transformación y reconfiguración de los nuevos mercados legales e ilegales y los altos grados de penetración institucional que alcanzan las estructuras criminales en la zona fronteriza, sin desconocer fenómenos tradicionales como el contrabando y el narcotráfico. Además analiza los grupos armados ilegales y bandas criminales que actúan en la zona de frontera”.
Más adelante señala que: “En el desarrollo de la investigación se encontró algo verdaderamente escandaloso: algunos grupos neoparamilitares –´Los Rastrojos`, ´las Águilas Negras` y el ejército privado del ´Loco Barrera`- se formaron en Venezuela y de ahí se expandieron hacia las regiones próximas de Colombia. La consolidación violenta de estas estructuras criminales a lado y lado de la frontera estuvo acompañada de procesos de parapolítica, ascenso de élites políticas asociadas a la criminalidad, y reconfiguración de la disputa territorial con grupos guerrilleros”.
Después de una extensa introducción en la que se hace un estudio profundo de la transformación del crimen en la frontera y en las que se analiza de manera general la estructura criminal en toda la zona fronteriza, la obra se adentra en investigaciones detalladas de la situación, diferenciada por región: Arauca- Apure, Norte de Santander-Táchira y La Guajira y Cesar- Zulia, las primeras en Colombia y las otras en Venezuela.
Las conclusiones apuntan a señalar que lo que en el libro se denomina “actores armados ilegales” colombianos trascienden las fronteras de su país. Hace un importante llamado de atención en torno a que esto no sólo es válido para los grupos subversivos, que son los únicos que tienen eco en los medios de comunicación, sino que “se hace imperativo ubicar a grupos neoparamilitares, bandas de crimen organizado y narcotraficantes que actualmente se encuentran en el vecino país ocasionando situaciones pandémicas que implican, entre otros aspectos, altos niveles de violencia y criminalidad en ambos lados de la frontera”.
Las autoridades deberían tomar nota de esta investigación. El conflicto colombiano es el principal obstáculo a la integración en América del Sur, su desbordamiento más allá de las fronteras del país vecino es la amenaza más visible para la real transformación de América del Sur en zona de paz, uno de los objetivos primordiales de Unasur. Los únicos interesados en que tal situación se mantenga no están en nuestros países, sino al norte, aunque sus cabezas visibles hablen castellano.