La despolarización de la palabra

Maryclen Stelling

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La polarización marca o define la Venezuela de hoy en todos sus ámbitos. En especial en el lenguaje, que “expresa identidad, integración, diversidad y a la vez discriminación y marginalidad”.

En el caso venezolano, los sectores y actores sociales polarizados y polarizantes han ido creando su propio discurso, tanto privado como público, suerte de estrategia de sobrevivencia a la vez que de eliminación política del otro. Intencionalmente seleccionan, delimitan, emiten juicios sobre el contrario, relacionan hechos, construyen relaciones causales, analizan en beneficio propio, en suma, elaboran un discurso legitimador de la polarización. Además de normalizar la segregación y/o exterminio del otro, fortalecen su propia integración e identidad política. La polarización discursiva, se mueve en un eje integración-exclusión que obstaculiza toda posibilidad de reencuentro, reconocimiento y diálogo. Constituyendo en consecuencia una suerte de nocivo engranaje político de la “dupla oposición-gobierno”.

Se ha ido imponiendo un discurso polarizante que preconiza el etiquetaje, la estigmatización, la exclusión y la derrota política del otro a cualquier costo. Nombramos la realidad, la validamos, y legitimamos el lenguaje polarizante. Como señalamos, se instaura un mecanismo tanto de supervivencia como de eliminación del otro, en el que participamos, apoyamos y empleamos. En la medida que validamos ese relato político, nos hacemos cómplices consciente o inconscientemente de tal construcción discursiva, de los juegos del lenguaje y además de una forma de vida o de guerra simbólica.

Seleccionamos, delimitamos, hacemos juicios, le damos sentido tanto al pasado como al presente. Enlazamos hechos y construimos relaciones causales a través del tiempo. Nos pensamos, nos relacionamos, nos comunicamos, reaccionamos, interpretamos la realidad política y social en tanto oposición y gobierno, enchufados y escuálidos, impolutos y corruptos… Configuramos y compartimos una sociedad de relaciones extremas, en donde las voces moderadas tienden a ser marginadas, acalladas, silenciadas o eliminadas.

La urgente necesidad de entendernos, dialogar y negociar nos conmina con carácter de urgencia a despolarizar la palabra.