Iturriza: la pelea entre el chavismo popular y el chavismo oficialista
Vanessa Davies |
“La clase política chavista está pasando por un trance muy delicado”. Quien lo afirma es sociólogo y se desempeñó como ministro de Cultura y de Comunas. Y dice más: la lógica del oficialismo incluye “el amor al poder”
Los conflictos en el chavismo no son nuevos, pero tal vez ahora son más evidentes que antes. Y si alguien tiene herramientas para analizarlos es Reinaldo Iturriza: no solo por haber estudiado sociología, sino por haber estado al frente de los ministerios de Cultura y de Comunas. Fue justamente el chavismo el tema central de la charla que dictó Iturriza este jueves en el Centro Nacional de Historia (como parte de la siempre llena cátedra de historia insurgente Federico Brito Figueroa), y fue también el chavismo el foco de su diálogo posterior con los medios de comunicación.
Iturriza observa la existencia de un chavismo popular (que llama “salvaje” y que no participa del clientelismo) y un chavismo oficialista. “Son tensiones internas que siempre han estado presentes en el proceso bolivariano”, comenta. Esas tensiones “no son nuevas para nada”, aclara, pero “la tensión siempre se ha agudizado” debido a las condiciones del país.
Ese chavismo popular “está en una situación de minusvalía, ciertamente, y si la tendencia siempre fue invisibilizarlo, tutelarlo, decirle qué era lo que tenía que hacer, se profundizó”. En otras palabras, “hay una tendencia muy fuerte a invisibilizar aún más a eso que, a mi juicio, es la sustancia de este proceso político”.
–¿Dónde está ese chavista salvaje y dónde está el chavista oficialista?
–En todas partes.
–¿Está en el poder?
–Obviamente. Es muy difícil pensarlo en términos del funcionario tal o el funcionario cual. Puedo hablar de mi experiencia como ministro: lo que vi allí fue una cantidad extraordinaria de compañeros y compañeras que están permanentemente reñidos con las lógicas del oficialismo. ¿Cuáles son las lógicas del oficialismo? El amor al poder, esta idea del pueblo como beneficiario o, en el mejor de los casos, como el del pueblo indefenso al que debe conducirse. Eso se ve no solamente en la estructura del Estado, sino también en el aparato partidista. No conocí una institución donde no hubiera compañeros y compañeras, siempre en minoría, tratando de tender puentes, de tirar cable a tierra con el chavismo común y silvestre.
El chavismo debe “reconstituir fuerzas”
No solo un sector de la dirigencia opositora sentenció que el chavismo saldría de Miraflores en seis meses, sino que “hay gente dentro de nuestras filas que se lo creyó. Eso exacerbó las tensiones internas, porque entonces ya no estás pensando en el proyecto, sino en la sobrevivencia de grupos”.
“Los grupos siempre han existido”, asevera. Lo nuevo, en todo caso, son “las correlaciones de fuerza que se van configurando en determinados momentos, y ellos (la oposición) han sabido hacer las cosas tan bien, que han estimulado como nunca antes los conflictos internos del chavismo. Y con todo y eso ellos están profundamente más divididos que el chavismo”.
–Usted habla de reordenamiento del chavismo y de reconocimiento del “verdadero adversario”. En su opinión, ¿Qué implicaría esto?
–Varias cosas. Creo que nosotros tenemos que ser capaces de construir un discurso que se exprese en todos los órdenes. Digo eso porque no es solamente la vieja discusión eterna sobre la cosa comunicacional. Creo que hay una crisis muy fuerte de liderazgo, creo que la clase política chavista está pasando por un trance muy delicado: casi no es capaz de superar el trance histórico. Pero a mí me parecen preocupantes esas voces que, dentro del mismo chavismo, ponen en duda la idoneidad o la pertinencia del liderazgo de Nicolás Maduro. Voy a decir una cosa obvia: Nicolás no es Chávez. Pero de la misma manera que a Chávez lo subestimaban, se subestima al presidente Nicolás Maduro. Mucha gente a lo interno creyó que nosotros no pasábamos de mayo, y aquí estamos. Y estamos sentados en la mesa. Darse cuenta en retrospectiva de qué gente dentro hizo cosas para horadar el liderazgo del presidente Nicolás Maduro a mí me parece muy peligroso. Creo que una de las maneras de reconstituir fuerzas es dejarse de eso y reconocer el liderazgo del Presidente.
Reconstituir el chavismo pasa, en su opinión, por un gobierno de calle permanente. “El gobierno de calle no es un acto, no son unas cámaras, no es una gente sentada allí. Es una manera de gobernar. El Presidente lo ha dicho tres o cuatro veces en las últimas dos semanas; tenemos que hacerlo”. También es fundamental “escuchar la crítica popular, pero todo eso ha sido necesario siempre. Creo que ahorita es más evidente, o mejor dicho, las circunstancias nos obligan cada vez más a hacer lo que nunca hemos debido dejar de hacer”.
Entre colas y bachaquerismo
Lo enunció en la charla y lo reiteró en la conversación posterior con los medios de comunicación: “Estamos padeciendo un retroceso en términos de esa sociabilidad que construyó el chavismo. Millones de personas que estaban protagonizando procesos de participación política en sus comunidades las vimos, de repente, haciendo colas, siendo humillada por los comerciantes de este país, padeciendo los rigores del ataque contra la economía nacional”.
Se generalizó, según su diagnóstico, “el fenómeno del bachaquerismo”, que “lo hemos caracterizado como una expresión más del conflicto intraclase”. Con base en los utensilios de la sociología, Iturriza afirmó que los grupos de poder en Venezuela estimularon “el conflicto intraclase: el pueblo peleando contra el pueblo por los alimentos”.
Uno de los desafíos del chavismo, razonó, es no permitir que “se desnaturalice como proyecto político y como cultura política”, lo que necesita es “recomponer fuerzas y reconstruir hegemonía popular y democrática”. Eso no se logra por arte de magia, sino con acciones como “reconstruir esos vínculos sociales que poco a poco se han ido deteriorando durante los últimos años, de solidaridad, de amor al prójimo, de colaboración”, alega.
Más que “construir discurso hablado” hay que “construir sentido, un sentido que incluya a la población venezolana toda”, subraya Iturriza.
–¿Cómo, en una situación tan adversa? La gente está en cola o pasando trabajo.
–Creo que la mayoría del país está de acuerdo con la mesa de diálogo. Siempre va a haber gente de un lado y del otro que se va a oponer, que va a decir esto o aquello, pero creo que la mayoría del país está completamente de acuerdo con que la clase política se ponga de acuerdo. Pero también está la imperiosa necesidad de que las fuerzas económicas que están desconociendo la voluntad de quienes elegimos a Nicolás Maduro cesen su ataque contra la economía nacional. Nosotros no hemos tenido descanso. El pueblo venezolano no ha tenido la oportunidad de llorar al comandante Chávez. No hemos tenido oportunidad todavía de vivir nuestro duelo.
El chavismo popular se “desafilia” de la política
–¿Qué piensa del revocatorio?
–Nosotros hemos podido hacer el revocatorio perfectamente. El revocatorio ha podido hacerse en las escuelas del país, contando con papelitos. No es un problema jurídico, ni administrativo, ni técnico. El revocatorio no se dio en este país porque la oposición no se puso de acuerdo para el revocatorio. A la mayoría del antichavismo no le interesa el revocatorio, porque el revocatorio es una facción del antichavismo. El revocatorio es Capriles Radonski. A Acción Democrática no le interesa el revocatorio porque es cederle el liderazgo a una facción, y así en la mayoría de las facciones del antichavismo. ¿Por qué el presidente de la Asamblea Nacional, a comienzos de este año, le puso un plazo al gobierno, y si no era por revocatorio era por abandono del cargo? Si un líder de la oposición se refiere en esos términos comenzando el año, le está diciendo a su base social de apoyo que ni siquiera hace falta el referéndum.
–¿El chavismo está en condiciones de medirse en un revocatorio?
–Creo que es un falso dilema. Si me preguntas lo que puede pasar con la elección, es otra respuesta. Pero creo que el chavismo tiene que estar en condiciones de medirse. Es decir, lo va a estar siempre. Y nosotros haremos todo lo posible por resultar victoriosos en las elecciones, resultemos o no. Tenemos que hacer todo lo posible. No es un dilema, son circunstancias sobrevenidas.
Reinaldo Iturriza piensa que la oposición “tiene cuatro años tratando de crear las condiciones para que la gente esté tan molesta como para que vote en contra del proyecto”.
–¿Qué piensa que haría el chavismo salvaje en un referéndum?
–Creo que el chavismo votaría a favor del chavismo. Claro que sí. Y si no lo hace tendríamos que examinar las razones por las cuales no sucede. Creo que hay un proceso preocupante de desafiliación política que nosotros tenemos que atajar, porque la despolitización no le conviene a nadie: ni al chavismo ni a nadie.
–¿La ve en ambos sectores, como sociólogo?
–Totalmente. La vemos en el antichavismo en la forma muy perversa de ese odio manifiesto contra todo lo que sea chavismo. Es una cosa verdaderamente impresionante. Creo que eso está más exacerbado que nunca en estos años, y hay que “echarle” para decir algo así, porque el comportamiento del antichavismo ha sido deshumanizador contra el adversario político. ¿Qué se puede acusar aparte del chavismo de hacer lo mismo? Nunca en los niveles en que lo ha hecho el antichavismo. Creo que eso está más latente que nunca.
También es visible ese alejamiento, esa “desafiliación”, en el chavismo, expone Iturriza, aunque “se experimenta más como retirada de la política. No creo que sea un signo de despolitización. Creo que es una población muy politizada que se retrae de una política que no le gusta. Por decirlo muy coloquialmente, de cosas que ve. Pero esas cosas no son irreversibles, de la misma manera que no es reversible la revolución bolivariana”.
Reinaldo Iturriza no solo defiende el chavismo popular que se enfrenta al chavismo oficialista, sino que puso sus reflexiones sobre este tema en negro sobre blanco: su libro El chavismo salvaje, ya está en proceso de diseño.