Héctor Rodríguez: El tiempo y sus lecciones/ Jaua: La batalla del pueblo

Héctor Rodríguez|

Fue Hugo Chávez quien en nuestra época nos alertó sobre las intenciones guerreristas de Estados Unidos. Ya Bolívar lo había descrito a la perfección, y Chávez lo confirmó durante su mandato. En ese entonces, advertir sobre movimientos imperiales contra nuestra Patria provocó que a Chávez se le acusara de loco, agresivo, gorila y un sinfín de adjetivos que pretendieron descalificar sus afirmaciones.

Pese a la irresponsable dirigencia opositora que se disfraza de víctima ante las cámaras, pero insta constantemente a la intervención extranjera; pese a la articulación de medios de la derecha intentando ocultar la tragedia que significa para el mundo el imperialismo, en Venezuela ha quedado claro lo que Bolívar tanto predijo y lo que Chávez tanto nos advirtió. Hoy el pueblo de Venezuela ha visto como aquello que muchos consideraron una “locura del chavismo” se ha vuelto una realidad concreta y dolorosa.

El bloqueo que sostiene el gobierno de Donald Trump contra nuestro país se sostiene sobre grandes mentiras repetidas, constantemente, por sus funcionarios y por algunos pocos radicales de la derecha nacional que ven en el bloqueo, en la guerra, una oportunidad para lograr lo que no han podido lograr por la vía electoral y democrática. La oposición hace propaganda con las sanciones económicas.

En un primer momento dijeron que eran medidas para castigar exclusivamente a los funcionarios del gobierno nacional, sabiendo que para nada era cierto. En este momento en el que se comprende claramente que las sanciones afectan a todo el país, entonces se demuestra la mentira, la manipulación y el nivel de irresponsabilidad de una dirigencia dividida, vendida y traidora, incluso con sus propios seguidores. Porque si algo se ha entendido en el país es que el bloqueo nos afecta a todos, nos arranca posibilidades a todos.

Esa juventud que ha partido a buscar opciones, a veces engañados por un modelo experto en lucir perfecto a través de pantallas, pero que se distancia de esto en la realidad es víctima de la guerra y del bloqueo estadounidense. Cada paciente que espera sus medicinas sin éxito es víctima de la guerra y el bloqueo, cada mujer desesperanzada por el futuro de sus hijos es víctima de la guerra y el bloqueo, cada niño que se queda sin su maestra porque esta ha tenido que buscar otros rumbos para sobrevivir en la coyuntura, es víctima de la guerra y el bloqueo.

Cada familia, cada hospital, cada emprendimiento, cada industria de nuestra Patria, cada madre, cada estudiante, cada profesor, cada niño y niña es y será víctima de la guerra y el bloqueo inhumano que aplica el país imperial contra nosotros, que somos un pueblo incapaz de atentar contra otro, un pueblo de solidaridad, de gente honesta y trabajadora, de tradición familiar, de sonrisas y esperanzas. ¿Qué amenaza puede representar Venezuela contra uno de los países más poderosos del mundo? ¿Quién podría creer semejante cuento? ¿A quién le queda duda sobre las verdaderas intenciones colonizadoras del gobierno estadounidense?

¿Quién sigue pensando que traen buenas intenciones? El tiempo le dio la razón al Gigante Hugo Chávez, pero también ha permitido el desarrollo de una conciencia política más aguda en cada venezolano y venezolana, la capacidad de darnos cuenta de que estamos habitando y que corre por nuestra venas esta tierra sagrada e infinitamente rica. Riquezas en cada centímetro de nuestro país, que no pedimos, pero que tenemos el deber de defender, de proteger, por nuestro presente y por el futuro que es ya.

Un slogan por allí dice “el imperialismo existe” y ahora todos lo sabemos porque sentimos la asfixia que provoca a quienes decidimos ser libres e independientes. La democracia tiene un precio alto para nosotros, la irreverencia ante un sistema castrador y abusivo nos cuesta sanciones y castigos. También al joven cuando decide no dejarse golpear más por los bravucones de su calle, también le cuesta a la mujer cuando denuncia al esposo que la golpea, también le cuesta al niño cuando busca ayuda porque es castigado en el salón de clases.

La batalla del pueblo

Elías Jaua Milano|

Altos_LidiceEn la Comuna Socialista Altos de Lidice, en Caracas, una vanguardia popular libra la batalla cotidiana con esfuerzo propio, con creatividad, con constancia. Hacen el trabajo político para constituir sus órganos de gobierno, el próximo 8 de junio de este año 2019 eligen el parlamento comunal, de manera secreta, directa y universal.

Tienen constituida y funcionando una empresa de propiedad social comunal para el mantenimiento de la infraestructura de servicios y el reciclaje de desechos sólidos; la brigada de producción de alimentos ya inició los procesos de siembra; el comité de salud tomó peso y talla a todos los niños, niñas, adultos y adultas mayores de la comunidad para identificar los casos de desnutrición y priorizarlos en la distribución de alimentos, están próximos a abrir la Farmacia Comunal y atender a los pacientes de los Módulos de Salud, existentes en la Comuna, con medicamentos donados por diversas instituciones. La Escuela está integrada a la Comuna mediante los procesos de formación cultura, deporte y en la brigada infantil de comunicación. Son apenas algunos de los proyectos en marcha que desarrollan estos comuneros y comuneras.

Conceptos como la autogestión, producción endógena, propiedad social, contraloría social, democracia protagónica, Poder Popular no son meras consignas, son los instrumentos de la lucha diaria que libran estos comuneros y comuneras contra mil obstáculos y mil dificultades. Están empeñados en ser gobierno real ya que como ellos y ellas reivindican, la Comuna no es un movimiento social más, la Comuna es el territorio donde el pueblo se hace gobierno. Concepto profundamente Chavista, defendido a capa y espada por estos compañeros y compañeras, la mayoría jóvenes y mujeres.

Sin embargo, la batalla del pueblo, va más allá de las vanguardias organizadas, la libran los pequeños y pequeñas productoras empeñados en sembrar hasta con las uñas, para aprovechar las lluvias y producir alimentos; la están dando los trabajadores y trabajadoras contra la paralización de la producción y las suspensiones laborales, especies de despidos indirectos, que están aplicando grandes empresas en distintos estados; la libran los campesinos y campesinas del Hato Las Mercedes en Barinas que resistieron un intento de desalojo de sus tierras.

La libran los y las pacientes en busca de los medicamentos que la agresión extranjera y los especuladores les niega; la dan las madres, jefas de hogar, para garantizar los alimentos básicos a su familia; la libran las educadoras y educadores que contra viento y marea logran llegar a sus aulas de clases “porque es un compromiso con sus estudiantes”, como me dijo una Maestra que iba subiendo a pie, cerro arriba, allá en Lidice.

Son infinitas las batallas que está librando el pueblo venezolano. Nuestro pueblo es más grande que está compleja coyuntura. El pueblo venezolano es como un cuero seco, si lo pisan por un lado por el otro se levanta, como le cantaba Alí Primera.

Que nadie se equivoque, no confundan conciencia y paciencia con sumisión. El pueblo no se deja imponer un presidente de facto bajo la amenaza extranjera; pero tampoco está dispuesto a renunciar a sus derechos conquistados en revolución. Por eso pelea, por eso protesta, por eso se organiza y moviliza.

En esa batalla de todos los días, el pueblo va sumando fuerzas para un escenario de resolución democrática, popular, protagónica y revolucionaria del actual conflicto político.

La búsqueda de la justicia cuesta, es dura, es un camino que algunos prefieren evitar, pero no nosotros los hijos de Bolívar, no nosotros los que salimos cada día a trabajar, a estudiar, a emprender, porque sabemos que vivimos en el país más especial del planeta. Somos libertadores y libertadoras, padecemos las injusticias ajenas como propias, lloramos con la tristeza del vecino, reímos con la alegría de la compañera, así somos las y los venezolanos, enormes de corazón, gigantes, latinoamericanos. Somos una familia que se repondrá de las dificultades, nada puede disminuirnos, saldremos fortalecidos como siempre lo hacemos.