Es la guerra, estúpido

Un hombre con un niño en brazos en el paso fronterizo de Porubne, a 5 de marzo de 2022, en el oeste de Ucrania. Según las últimas informaciones, Ucrania suspendió hoy la evacuación de civiles de Mariupol ante la ruptura del alto el fuego, para abrir corredores humanitarios, por parte de Rusia. El balance de la guerra según el Servicio Estatal de Emergencia de Ucrania, es de más de 2.000 civiles muertos y más de un millón de refugiados que han huido del país. El Consejo de Seguridad de la ONU celebró una reunión de urgencia para denunciar que el ataque a la central nuclear de Zaporiyia, es ilegal. A pesar de la gravedad del ataque, no se han registrado cambios en los niveles de radiación. Lorena Sopêna / Europa Press 05/3/2022
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Gabriel Loza

«Es la economía, estúpido», fue una frase acuñada por Bill Clinton en 1992 en su campaña electoral contra George H. W. Bush (padre), que lo llevó a convertirse en presidente de los Estados Unidos. Después de 30 años permítame adecuarla a la crisis mundial que atravesamos  actualmente, donde si bien confluyen una serie de factores en la llamada tormenta perfecta, sin duda la guerra desatada hace más de 100 días llegó a ser su principal factor desencadenante y determinante.

El Banco Mundial, en su último informe de junio, disminuye en 1,2 puntos porcentuales la estimación del crecimiento del producto mundial realizada antes de la guerra, en enero de este año, lo que estadísticamente podría asumirse como el costo o el efecto de la guerra. Admite que la guerra de Ucrania ha exacerbado la desaceleración de la economía mundial, provoca  una mayor inflación y condiciones financieras más restrictivas, aumentando el riesgo de estanflación.

El informe de Naciones Unidas, El impacto global de la guerra de Ucrania, es más desgarrador e impactante: La guerra ha exacerbado una crisis global del costo de la vida no vista en al menos una generación, comprometiendo vidas, medios de subsistencia y nuestras aspiraciones de un mundo mejor para 2030, debido a una escalada de los shocks de precios en los mercados mundiales de alimentos, energía y fertilizantes.

Estima que 1.600 millones de personas en 94 países están expuestas a una dimensión de la crisis, mientras que 1.200 millones de ellas viven en países de “tormenta perfecta”, es decir vulnerables a las tres dimensiones (alimentos, energía y finanzas) de la crisis del costo de la vida. Los efectos dominó o reacción en cadena de la guerra estiman aumenten el número de personas con inseguridad alimentaria en 47 millones.

Los indicadores del informe de Naciones Unidas sobre el costo de la vida son preocupantes: el precio de los alimentos subió un 20,8% comparado con el mismo periodo que el año pasado mientras que según la FAO el precio de los cereales se incrementó un 30% y el precio del trigo escaló un 56%.

El precio del petróleo aumentaría en 2022 en 50% respecto al 2021 (aunque respecto a antes de la crisis, en enero del 2022, subió hasta junio en 70%). El precio del gas en Europa es diez veces mayor al nivel que tenía en 2020. Los precios de los fertilizantes son el doble del promedio del período 2000-2020. Por último, el costo del transporte marítimo es el triple respecto al nivel que tenía antes de la epidemia.

A nivel internacional ya surgen comentarios críticos. Así Finanzas y Desarrollo del FMI,  plantea la necesidad de superar las crecientes divisiones y reconfigurar el multilateralismo para servir a los intereses colectivos y nacionales de manera más efectiva, mientras que las sanciones económicas generan mayores crisis globales y son más fáciles de evadir.

En Project Syndicate Daniel Gross habla del fracaso del embargo del petróleo ruso, debido al alza de precios y que además la UE aplica sólo a las importaciones marítimas de petróleo crudo ruso, no así a las importaciones que llegan a través oleoductos. Concluye que los líderes políticos occidentales deberían reconocer esta realidad, y admitir que paralizar la economía rusa no está dentro de sus potestades.

Dani Rodrik afirmó recientemente que “los políticos estadounidenses confunden fácilmente el objetivo de reafirmar la primacía global de Estados Unidos con el establecimiento de un orden mundial más seguro y próspero”, mientras que otros países preferirían vivir en un mundo sin dominación y no se conviertan en daños colaterales cuando las grandes potencias luchan.

Por último, así alerta Hans Werner en Project Syndicate: “De hecho, el número de vidas amenazadas por estas

 

inminentes catástrofes humanitarias podría empequeñecer todo lo que hemos visto hasta ahora en Ucrania. Por lo tanto, la comunidad internacional debe impulsar una cesación del fuego y negociaciones de paz”.

Lo que está pasando ahora es justamente que la crisis global del alza del costo de vida, que hace que se pague por los alimentos más por menos cantidad, es el daño colateral que está sufriendo la mayoría de la población mundial por culpa del tablero geopolítico que disputan las grandes potencias militares.

* Ex Presidente del Banco Central de Bolivia, Ministro de Planificación del Desarrollo y Director de la Unidad de Análisis de Políticas Económicas y Sociales (UDAPE). Es economista y Master en Administración de Empresas. Funcionario Internacional de la Comunidad Andina. Consultor de organismos internacionales como PNUD, OIT, FONPLATA

 

 

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