En Italia, los inmigrantes se van al sur
ELENA LLORENTE| La crisis económica golpea a los latinoamericanos por partida doble: degrada sus condiciones de vida y reduce el nivel ocupacional y los salarios. Algunos, al final, optan por el retorno a sus países. Lo cierto es que la crisis económica está cambiando la cara de la sociedad italiana.
Y no sólo por las desgracias que están sufriendo las familias en muchos frentes, como el empleo y el aumento de los impuestos, sino porque los inmigrantes, componente importante de la economía hasta hace poco, están viendo obstaculizada o degradada su inserción en este país, para ellos “el Nuevo Mundo”.
Algunos inmigrantes han decidido volver a sus países de origen. Otros lo están pensando seriamente, sobre todo los que tienen familia y provienen de países de América latina, una región que ha tenido un crecimiento económico importante en los últimos años (4-9 por ciento según los países) a diferencia de lo que ocurre en Europa (1,5 por ciento en 2011). Y crecimiento económico significa oportunidades de trabajo que en países como Italia, España, Grecia, Portugal son ahora escasas o casi nulas.
En Italia hay ecuatorianos, argentinos, peruanos y brasileños en estas condiciones. Dolores Flores Escobar es un ejemplo: con su marido y su hija de diez años vuelve a Ecuador en junio, después de haber vivido 12 años en Roma. “Mi marido y yo trabajábamos en una panadería –cuenta a Página/12–. Primero nos hicieron un contrato fijo, después nos cambiaron a uno por seis meses y luego a otro renovable cada tres. Finalmente se acabó. Esto sucedió el año pasado, todavía estamos cobrando los seis meses de seguro de desempleo que nos correspondía, pero ya se termina.” A esto se le agrega otro problema que no lo es sólo para Dolores Flores Escobar y su marido sino para todos los trabajadores extranjeros: sin contrato de trabajo no se puede obtener el permiso de estadía. Y de no tenerlo, se pasa a ser lo que las leyes llaman un “inmigrante clandestino” y que puede ser deportado en cualquier momento. “Hemos ahorrado y por eso decidimos volver. En Ecuador ahora se está mejor”, agrega.
Pero que haya algunos casos de inmigrantes latinoamericanos que retornan a sus países no significa que haya un retorno en masa, según el profesor Enrico Pugliese, sociólogo e investigador del Instituto de Investigaciones sobre Población y Políticas Sociales del CNR (Consejo Nacional de Investigaciones) de Roma. “El componente Latinoamérica es cada vez menos importante en Italia –afirma en diálogo con este diario–. Antes había muchas mujeres de Perú, de Ecuador, que venían a Italia para cuidar ancianos. El caso argentino es un poco particular, primero porque no son muy numerosos y luego porque los datos están falseados, ya que muchos llegan con pasaporte italiano. Entre los inmigrantes que no vienen de la Unión Europea, los latinoamericanos son cada menos en Italia en comparación con marroquíes, albaneses o chinos.” En efecto, según datos del Istat (Instituto de Estadísticas de Italia), en 2011, la mayor parte de los poco más de cinco millones de inmigrantes provenía de Rumania, Albania, Marruecos, China y Ucrania. Perú y Ecuador ocupaban el puesto número 12 y 13 de la lista, respectivamente. La Argentina ni aparece.
Pugliese sostiene además que el retorno no es un fenómeno de masa porque la mayor parte de los inmigrantes proviene de países muy pobres o en situaciones políticas difíciles donde, a pesar de todo, se viviría peor que en Italia. “Irse de Italia al país subsahariano del cual se ha venido no me parece que sea una opción. Un chino tampoco desmontaría su negocio para volverse a China. Yo he preguntado en los sectores agrícolas donde hago investigación y me han dicho que no hay retornos, pero que sí ha bajado el pago a destajo.”
“Lo que está ocurriendo –explicó Pugliese más adelante– es que la crisis ha agredido a los inmigrantes de dos modos: degradando sus condiciones de vida y reduciendo el nivel ocupacional y los salarios. Si se pierde el trabajo en una ciudad como Brescia (norte de Italia), un inmigrante no puede quedarse allí porque en esa ciudad un inmigrante desocupado no puede sobrevivir.
En cambio se puede ir a Calabria (sur de Italia), donde podría encontrar alojamiento por poco dinero o alguna casa abandonada en el campo donde instalarse, y tal vez trabajar como peón rural y ganarse unos euros. La gente que no tiene grandes perspectivas en sus países no se vuelve, porque sabe que después sería mucho más difícil retornar”, explicó. Muchos inmigrantes ahora se desplazan hacia el sur de Italia –donde pasan más inadvertidos para los controles– y algún trabajo, aunque sea mal pagado, encuentran.
Con Pugliese coinciden las autoridades de la Unión Europea que han hecho varios estudios sobre el tema. “De los 137 mil inmigrantes desempleados que había en España en 2009, sólo poco más de 13 mil, familias e individuos, recurrieron al programa de retorno organizado por el gobierno”, dijo el senador español Arcadio Díaz Tejera ante la Comisión Europea.
Es posible, añadió Pugliese, como ya está sucediendo por lo demás, que se incentiven las corrientes migratorias que de Africa o Asia van directamente a América sin pasar por la Europa en crisis. “Pero no creo que los italianos puedan partir hacia la Argentina en este momento. ¿Por qué emigrar a la Argentina, donde recibirían un salario mínimo en moneda dura en comparación con el europeo, cuando se puede ir a trabajar a Alemania para ganar un salario mejor que el italiano?”, se preguntó.
Con todas estas migraciones, ¿cómo será el mundo, Europa, dentro de diez años? “Más o menos como ahora, pero con muchos más inmigrantes. Europa será cada vez más multiétnica y creo que será muy positivo. Claro, tendremos que prepararnos con una buena dosis de antirracismo para enfrentar fenómenos como ese cáncer político-cultural que se llama Liga Norte (N. de la R.: partido aliado de Silvio Berlusconi), no sólo racista respecto de los extranjeros sino también contra la gente del sur de Italia.
” Pero para entender lo que podría suceder en el mundo, según Pugliese, hay que tener presente también otro aspecto, además de las migraciones Sur-Norte, dejando claro que “la tendencia demográfica nos dice que no hay que confiar en las previsiones sobre el futuro”. Se trata de las migraciones Sur-Sur, de las que nadie habla, que no se estudian, pero que existen. “Nosotros en el Norte absorbemos sólo una parte de las masas de migrantes que se mueven por el mundo. Y encima nos lamentamos”, concluyó.