En 2018 nos superarán por 854.860 votos si no corregimos y avanzamos

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LUIGINO BRACCI | Una alegría indescriptible nos llena a quienes creemos en el proceso revolucionario que comanda el presidente Hugo Chávez. Para el momento de escribir este artículo, 97,65 por ciento de los votos han sido escrutados.

Luigino Bracci – Aporrea 

8.062.056 votos (55,14%) han sido contados en favor del Presidente Chávez. Una regla de tres nos hace supone que sus votos se ubicarán en torno a los 8,2 millones de votos. La oposición logró recabar una nada despreciable suma de 6.468.450 votos (44,24%), cifra que probablemente se estabilice en torno a los 6,5 millones.

“En Venezuela no hay 6,5 millones de oligarcas”, diría Fidel Castro. Sí, los revolucionarios estamos contentos, pero hay que comparar los números con los de las elecciones presidenciales de 2006 para comenzar a analizar en qué requerimos mejorar en nuestro trabajo dentro del proceso que comanda Hugo Chávez.
En 2006, estaban inscritas 15.784.777 personas en el sistema electoral. De ellas, votaron 11.790.397 personas (participación de 74,69%). 7.309.080 personas votaron por Hugo Chávez y 4.292.466 personas votaron por el opositor Manuel Rosales.

En 2012, estaban inscritas 18.903.937 personas en el sistema electoral. Los votantes hasta ahora han sido 14.901.740 personas (participación de 80,72%).

En estos seis años, el registro electoral subió en 3.119.160 personas (19,76%) y los votantes subieron hasta ahora en 3.111.343 (26,38%). Era de esperarse entonces que tanto el chavismo como la oposición crecieran alrededor de 26 por ciento desde 2006.

Ahora, las cifras desagradables. Entre 2006 y 2012:

Los socialistas crecimos en 752.976 votantes, es decir, 10,3 por ciento. Muy por debajo de lo que esperamos.

Los opositores crecieron en 2.175.984 votantes, es decir, 50,69 por ciento. Muy por encima de lo esperado.

Aclaro, en primer lugar, que las comparaciones deben hacerse con las elecciones presidenciales de 2006 (y las previas), y no con otros procesos, como el referendo por la Reforma o la Enmienda, o las elecciones legislativas. Son procesos absolutamente distintos, y mucha gente identificada con el chavismo se abstuvo de votar en esas elecciones, o incluso votaron en contra de nosotros.

Ahora: si bien la victoria de Chávez no tiene absolutamente nada que le quite méritos (estamos hablando de 1,6 millones de votos de ventaja, unos 10 puntos), los revolucionarios tenemos que preguntarnos a nosotros mismos: ¿Por qué la oposición creció tanto en estas elecciones, y el chavismo creció, pero no tanto?

No tengo respuestas sino indicios. La intención de este artículo es iniciar un debate sobre el tema… que cada uno opinemos sobre las cosas que están pasando de nustro proceso, y trabajemos como nunca para mejorarlo. Pues, si las tendencias se mantienen, en seis años podríamos lamentar profundamente el no haber hecho nada.

Nuestro gobierno es liderado por un trabajador incansable, un líder continental que ya se ha convertido en parte indeleble de la historia latinoamericana. Ha dado una prioridad gigantesca a solventar problemas sociales, como la crisis por las lluvias que dejó sin hogares a decenas de miles de personas. Ha brindado educación universitaria gratuita a millones de jóvenes al tiempo que, en países vecinos como Colombia y Chile, se intenta privatizar la educación. Se ha incorporado a millones al sistema de pensiones, manteniéndose éstas en el salario mínimo, mientras que en otros países se está aumentando la edad para poder acceder a las pensiones y, en algunos casos, se eliminan pensiones y bonos decembrinos a los trabajadores. Hay logros en materia de infraestructura, hay un sistema de salud primaria, hay programas alimenticios como Pdval y Mercal, hay logros educativos como las Canaimitas. Hay logros que mostrar, sin duda alguna.

Pero también hay problemas difíciles de resolver. Cada región tiene los suyos, y hay que analizarlos por separado, incluyendo casos especiales como el estado Mérida, que el presidente Chávez había ganado con comodidad en 2006, con 29.337 votos, pero que ahora estamos perdiendo por unos 14 mil votos. Hay regiones donde los gobernadores y alcaldes revolucionarios han hecho pésimamente su trabajo, rayando al Presidente Chávez y a nuestro proceso.

El PSUV también tiene su cuota de responsabilidad; incluso el presidente Chávez a veces ha insistido en apoyar determinadas candidaturas que sus partidarios ven como muy negativas. No se puede negar el inmenso trabajo que la maquinaria electoral del PSUV realiza, sin la cual se perderían muchas elecciones. Pero, por otro lado, muchos de estos gobernadores y alcaldes impopulares, dañinos y perjudiciales fueron relanzados por órdenes de la directiva del PSUV, con consecuencias trágicas. El partido se ha decidido por la cooptación (elección a dedo de direcciones regionales y candidatos), indicando que “el exceso de elecciones hace daño” porque crea confrontaciones internas y “heridas” entre camaradas. Esto permitió afianzar a ciertos grupos de las direcciones nacionales y limitó la posibilidad de las bases de dirigir los destinos del partido. Muchos emigraron y se dedicaron a militar en movimientos de base, lo que dejó al PSUV como un partido dominado por determinados grupos, y a la larga forzó a crear el Gran Polo Patriótico (GPP), como una forma de mantener unidos a todos los grupos y movimientos nuevos. Sólo que los candidatos no los pone el GPP, los pone el PSUV; dicho sea de paso, el lapso para inscribir candidatos a gobernadores para las elecciones de diciembre vence este 12 de octubre.

Otro asunto a debatir es la propia campaña política. Muchos advertían que la campaña diaria mostrando encuestas que daban ganador a Chávez por 15 y hasta 20 puntos, lejos de beneficiarnos, hizo que mucha gente se confiara y no fuera a votar. Al parecer, hubo un exceso enorme de triunfalismo de algunos de nuestra parte. La oposición también hizo una campaña de gran costo, usando robots desde los Estados Unidos y Colombia para hacer cientos de miles de llamadas telefónicas diarias, sin contar los mensajes de texto y publicidad por Internet. Parte de la campaña fue sucia: hubo cientos de miles de llamadas a hogares a altas horas de la madrugada colocando la voz de Chávez, una forma de crear descontento contra él.

En 2006, por otro lado, muchos jóvenes opositores decidieron abstenerse y no votar por Manuel Rosales, desanimados por la imagen transmitida por este líder político del pasado. En cambio, en 2012 estos jóvenes sí habrían decidido apoyar a Capriles, quien transmite una imagen de supuesta “modernidad” y “juventud”. De allí que hay que estar alerta en procesos electorales del futuro, cuando Leopoldo López deje de estar inhabilitado y pueda lanzarse.

Los problemas eléctricos que se viven en muchos estados del interior del país son temas a considerar. En muchos lugares, el vivir varios apagones al día es algo cotidiano, y eso es inadmisible en un país como el nuestro, con tantos recursos naturales. Tal vez muchos somos militantes de la izquierda y votaremos por Chávez así suframos 5 apagones al día, pero entendamos que gran parte de la población no piensa así. ¡Los problemas en Corpoelec, sea cual sea su origen, deben solucionarse cuanto antes!

La inseguridad es un problema que no tiene solución sencilla. Se está formando una nueva generación de policías, al mismo tiempo que se intenta desarmar a la población civil. Se percibe un incremento de la seguridad en ciertos sectores de nuestras ciudades, pero muchos sectores populares siguen bajo el control de las bandas de delincuentes, a veces reforzadas por ex paramilitares provenientes de Colombia. Muchos crímenes no son resueltos, al parecer por la poca cantidad de policías científicos, y la impunidad aupa la delincuencia. Varias de nuestras leyes dificultan castigar a los culpables, mientras que muchos inocentes tienen que pasar años encarcelados esperando juicio. Las cárceles siguen siendo centros donde los privados de libertad, lejos de ser regenerados, se vuelven más violentos. Siguen siendo pocas, siguen estando hacinadas, muchas siguen bajo el control de pranes, sigue habiendo tráfico de drogas y, en algunos casos, de armas. Es fácil criticar esto cómodamente escribiendo paja desde un computador, pero… ¿cómo lo solucionas, en particular si eres un defensor de los derechos humanos? La solución sin duda que no es fácil ni rápida.

Algunos también percibimos que, cuando el chavismo pierde en determinados estados, dichos estados son “castigados”: las obras de infraestructura se enlentencen o se paralizan. Ha pasado en Miranda, Carabobo, Táchira, Zulia y otros estados, con obras emblemáticas como el Metro Guarenas-Guatire, el segundo puente sobre el lago de Maracaibo, el Cabletren, la línea 5 del Metro, ciertas líneas del tren y otras obras. Alguien cree que el enlentecer estas obras hará que la gente vote por el chavismo en las siguientes elecciones regionales, pero pasa lo contrario: la gente se decepciona aún más del gobierno y la oposición usa esas obras paralizadas como muestra de ineficiencia y poco interés del gobierno central en las regiones, lo que a su vez usan como argumento para la descentralización.

Alguien podría apuntar que los medios de comunicación de la derecha son muy eficientes creando descontento contra la población. Pero allí también hay cosas que analizar. Mediáticamente hablando, la revolución ya no es la niña indefensa de abril de 2002, que apenas tenía un canal de televisión que hacíamos funcionar con las uñas. Hoy, VTV es uno de los canales con mayor despliegue tecnológico de Latinoamérica, con una inversión multimillonaria en equipos y personal. Sin contar que ahora contamos con Telesur, Vive TV, Tves, Avila TV, Colombeia, RNV, YVKE Mundial, Radio del Sur, Alba Ciudad y muchos medios aliados, entre ellos los comunitarios, alternativos y páginas web. Tenemos una Villa del Cine y una distribuidora de películas. Aunque los medios privados siguen siendo mayoría, ya el problema no es la “cantidad” de medios revolucionarios, sino que, por muchas razones, nuestros numerosos medios no llegan a la gente.

Globovisión, por su parte, es muy sobreestimado: dicho canal no tiene alcance nacional, y su empeño en centrarse en las clases altas los hace un canal poco atractivo para los sectores populares, que no se ven reflejados en las anclas de piel pálida y cabello catire de ese canal. Venevisión y Televen han preferido volverse fuertes centrando su programación en el entretenimiento, que los han puesto en primeros lugares de sintonía. Silenciosamente, estos canales, que ahora se disfrazan de apolíticos y “equilibrados”, destrozan cualquier intento nuestro de llevar ideología y ética socialista a la población. Otros medios que antes eran fúricamente antichavistas, como Unión Radio, FM Center o Noticias24, también han seguido pasos similares, entre otras razones para aprovechar al gobierno como anunciante publicitario.

Otro asunto: Las cifras también parecen indicar que el chavismo no está captando tantos jóvenes como quisiéramos. ¿Ven los jóvenes a la revolución como algo aburrido, monótono y pasado de moda? ¿Ellos nos ven a los chavistas como un montón de fanáticos que vestimos igual y coreamos lo mismo, que despreciamos las cosas “cool” y “de moda”, que decimos una cosa y hacemos otra? Es mucho lo que tenemos que corregir para llegar a ellos, sin tampoco ceder en principios fundamentales. El trabajo de movimientos como “Chávez es otro beta”, “Ola Bolivariana”, “Causa Venezuela” y otros que buscan llegar a los más jóvenes ha sido muy bueno y sin duda que debe expandirse y adaptarse alas regiones. También es importante proyectar a nuevos líderes juveniles dentro del proceso, en particular a los más auténticos y admirados.

Las políticas gubernamentales se han centrado mucho en decir que el socialismo consiste en darnos cosas gratuitas o muy baratas. Pero en realidad estamos hablando de un sistema político y económico que requiere la participación de todas y todos. Pareciera que dejamos de lado el decirle a la población que ellos también tienen que participar activamente en el socialismo… es decir, que es muy importante el estudio y la constante mejora personal.

Por poner un ejemplo: las personas que usan el tren Caracas-Valles del Tuy, son en su gran mayoría simpatizantes de este proceso de cambios. Son camaradas nuestros, militantes del PSUV y chavistas rajados. Pero la forma como se comportan algunos de ellos en las horas pico, a la hora de tomar el tren, dejan mucho que desear: se colean, no ceden sus puestos a adultos mayores, mujeres embarazadas, personas con discapacidad, con bebes en los brazos y similares. El capitalismo nos enseñó a ser agresivos, incluso con los más débiles (“la supervivencia del más apto”). Con frecuencia hay respuestas de jóvenes de 20 o 25 años, insultando a quienes exigen su derecho a tener un puesto. “¿Quién te mandó a quedar preñada?” o “¡Cállate, viejo!”, son respuestas que se han visto muchas veces en ese medio de transporte, que con frecuencia debe contar con efectivos de la Policía Nacional Bolivariana para intentar poner orden.

Obviamente no quiero caer en generalizar, pues muchas otras personas en el Tuy y en todo el país luchan por mantener una ética revolucionaria ejemplar, intachable y digna de imitarse. Pero lo que quiero resaltar con ese ejemplo es que nuestros medios de comunicación se usan permanentemente como noticieros de los Ministerios o para confrontar a la derecha en una guerra mediática sin cuartel, pero descuidamos la ideología, la formación y la ética revolucionaria, que debería estar en campaña permanente. Vetamos la autocrítica y la contraloría social de nuestros medios. La discusión y el debate también quedan prohibidos, y muchas veces se insiste en que solo hay una forma de hacer determinadas cosas: la que impulsa el ministro correspondiente.

En fin: este artículo busca simplemente iniciar el debate y prender las alertas, tal y como lo ha hecho el propio Presidente Chávez al indicar que este será su mejor período, en el que promete trabajar más que nunca, y que incluso planea crear mecanismos de Seguimiento para evitar que obras y órdenes apobadas por él no se cumplan. Sin duda que hay muchas otras causas y muchas otras cosas que discutir.

Matemáticamente hablando, si la oposición y el chavismo mantenemos las mismas proporciones de crecimiento, en 2018 las cifras serían estas:

Oposición: 9.747.508 votos
Chavismo: 8.892.603 votos.
Nos superarían en 854.860 votos.
¡Luchemos para que jamás se hagan realidad estas cifras!