El retorno de los buitres
Gabriel Jiménez Emán|
Actualmente en Europa los países de la llamada Troika (Alemania, Inglaterra y Francia) ejercen su poderío económico con la ayuda del gobierno celestino de Rajoy, del Partido Popular y de los falsos socialistas españoles del PSOE para vulnerar a naciones como Siria y Grecia. Son los mismos que ahora se niegan a recibir a quienes desean refugiarse de los horrores de una guerra propiciada por ellos, –y de manera hipócrita han llamado a los refugiados con el eufemismo de “inmigrantes irregulares”– haciendo del sufrimiento humano un vergonzoso espectáculo de gente atrapada en las fronteras europeas.
Mientras, los Estados Unidos se ejercitan en sus elecciones primarias (con Donald Trump y Hillary Clinton a la cabeza, qué esperanza) y la inminente despedida del poder de Barack Obama, lo cual no les impide continuar su avanzada para arrasar con la región de paz que desea ser la América Latina. Colombia, Ecuador, Uruguay, Cuba, Venezuela y Bolivia avanzan de manera cualitativa en este sentido, y países más grandes como Argentina y Brasil se han encaminado en los últimos años por una vía de rehabilitación de logros para el pueblo en vivienda, trabajo, salud y organización popular a objeto de enfrentar los graves problemas económicos, más allá del desarrollismo y crecimiento desmedido que pregona el capitalismo.
Precisamente es en el aspecto económico donde tenemos las principales debilidades, causadas en parte por la penosa tradición de deudas con altos intereses contraídas con los países poderosos por medio de contratos manipulados de antemano, ahora agravadas con las arremetidas de las gigantescas tasas derivadas de aquellos préstamos, como es el caso de los llamados Fondos Buitre en Argentina, que mejor nombre no podían tener.
La reciente elección de Macri como presidente de ese país es el ejemplo más claro para ilustrar cómo operan los gobiernos de tendencia capitalista neoliberal: al apenas comenzar su gestión se hacen despidos masivos de trabajadores de empresas y fábricas, aumentos desmedidos en las tarifas de servicios de electricidad, agua, gasolina, alquileres, transporte y medicamentos, lo cual ha generado una respuesta masiva de protestas en las calles. Señalo un error en la campaña de Scioli, candidato antagónico de Macri: al tiempo que lo atacaba a éste, también se deslindaba del kirchnerismo, lo cual le hizo mucho daño a su candidatura. Es lamentable cuando una campana electoral mal conducida da al traste con un proyecto político-social.
Esta fórmula del gobierno de Macri es la que pretende imitar la derecha en Venezuela, en caso de hacerse del poder algún día: que el pueblo pague todos los platos rotos de los desmanes de las deudas contraídas. Lo han demostrado los diputados de la derecha desde el primer día en que ganaron por mayoría de votos en la Asamblea Nacional, con la misma actitud de plegarse a los intereses de privatización de los servicios, o de entregarle los títulos de propiedad de las moradas de la Misión Vivienda a las inmobiliarias que por años desangraron a la clase media. Seguramente, imitarán a Macri para revertir los logros sociales alcanzados por los gobiernos de Chávez y Maduro, cosa que es dudoso que logren si continúan con un discurso donde el revanchismo ideológico es el centro de sus demandas. Por fortuna, Chávez se las arregló para saldar, durante su gobierno, la deuda externa nuestra, contraída por los gobiernos adeco-copeyanos.
Ahora también se ataca a los gobiernos de Dilma Rouseff, y de manera infundada al líder obrero Lula da Silva en el Brasil, atropellado por la policía en su propia casa, cuando acaba de ser nombrado Ministro, y anuncia su candidatura para las próximas elecciones. Con la reciente derrota de Evo Morales en el referéndum en Bolivia (para mí fue una torpeza de ese gobierno haber realizado con tanta antelación el referéndum, cuando lo que toca es crear nuevos liderazgos) se agregan las recientes embestidas de la derecha al gobierno de Rafael Correa, quien además enfrenta desde hace tiempo a unos feroces medios de comunicación y a unos empresarios con unos intereses muy claros de hipotecar el país.
En Venezuela, sufrimos el sabotaje económico (se trata en verdad de un bloqueo económico continuado) tramado por la derecha venezolana para hacer desaparecer los productos de primera necesidad y crear el desasosiego general. Es decir, los buitres vienen con toda la batería cargada para minar los procesos de paz y de avances sociales en América Latina.
Para colmo, en el Perú no sientan cabeza: después de un mandato anodino, con pocos logros visibles, de Ollanta Humala, se relanzan como candidatos a la presidencia la hija del criminal Alberto Fujimori, al decrépito Alan García y una serie informe de candidatos neoliberales (se asoma en la distancia de su “esquina” el fracasado político, Marqués de Piura, Vargas Llosa, aprovechando la coyuntura para lanzar otro de sus novelones de ocasión, o fungiendo de precario “analista” político), pero los peruanos ya no aguantan y han salido a la calle a expresar su repudio.
Otro anodino, Tabaré Vásquez, apenas brilla luego de la gestión del lúcido José Mujica, ni siquiera genera noticias interesantes en la tierra natal de Onetti y Benedetti. En Chile, parece no pasar nada: la política enclenque de Michelle Bachelet con su discurso vacío, su ritornelo verbal superficial que evade los urgentes problemas de ese país, donde se pretende privatizar hasta el aire que se respira. Acaba de firmar Bachelet en Chile, junto a Perú, México (otro gobierno nefasto que legaliza la violencia) y Panamá el conocido Acuerdo Transocéánico, una especie de ALCA repotenciado, un nuevo modelo de dominación y saqueo de los recursos naturales y energéticos de los pueblos. Hoy por hoy las calles de Chile están repletas de huelguistas que reclaman los atropellos de los empresarios buitres. Y cuidado con Cuba, ojo con estos “amigos” que quieren promover la “libre empresa” en la isla, con los debidos mensajes ideológicos subliminales de empresarios triunfalistas.
Tenemos que estar muy alertas en esta hora aciaga en que los buitres sobrevuelan la geografía de América Latina, cuando intentan reeditarse los antiguos formatos de dominación y las nuevas condenas del gobierno de los Estados Unidos a Venezuela, declarándola amenaza para su seguridad, como lo había hecho hace muchos años con Nicaragua. Estos intentos de los buitres por devorar los recursos de paz, dignidad, esperanza y trabajo digno en América Latina son los verdaderos actos de rapiña de estos sombríos intereses para apoderarse de nuestros recursos materiales y humanos.