El pensamiento de Jean-Luc Mélenchon, candidato presidencial de La France Insoumise
Florence Chédotal
Las elecciones presidenciales francesas tienen lugar en mayo 2022. Después de la partida de Angela Merkel en Alemania, el seghundo país más grande de la UE elegirá un nuevo presidente. La France Insoumise levantó la candidatura de Jean-Luc Mélenchon, proponiendo la Unión Popular del pueblo galo. Esta entrevista toca algunos elementos esenciales de sus proposiciones.
-“No estoy bromeando, voy a ser elegido”, ha dicho usted. ¿Se trata de un lenguaje performativo? ¿De dónde saca ese optimismo?
– Desde 2017, se acabaron los antiguos votos políticos automáticos. El país se busca a sí mismo. La situación es muy volátil. Los sondeos lo demuestran: la segunda vuelta está a un puñado de puntos. Se puede llegar a partir del 16 o 17%, como en 2002. Estas encuestas me sitúan entre el 8 y el 12%. Pero cada vez, la abstención esperada es extremadamente alta, a veces hasta el 45%. Es aún más importante en las zonas obreras, donde obtuve las puntuaciones más impresionantes en 2017.
En esta incertidumbre, si hacemos nuestro trabajo de movilización en estos ámbitos, la balanza puede inclinarse a mi favor.Así que la probabilidad de llegar a la segunda ronda,
-Durante su convención nacional, usted mencionó este “polo popular” y su ambición de ir a buscar a los abstencionistas y a los jóvenes en particular. Pero usted no es el único en este nicho. ¿Realmente los jóvenes no se preocupan por la política?
-Bien por ellos. Que todos los candidatos se dirijan a todos: así la participación ciudadana será mejor.
Pero demasiado a menudo la gente piensa que la democracia está cerrada y que todo está fijado de antemano. De hecho, la V República otorga al Presidente los poderes de un monarca. Así podrá hacer lo que quiera, sin consultar a nadie, como Macron.
¿Cómo superar la desconfianza popular? Proponiendo pasar a la VI República. Desde el primer capítulo, mi programa prevé la convocatoria de una asamblea para redactar una nueva constitución, el referéndum de iniciativa ciudadana y el referéndum para poder destituir a un cargo electo, desde el Presidente de la República hasta el consejero general.
-¿Espera ser lo suficientemente fuerte en algún momento para convocar a una gran manifestación? ¿No es salir en orden disperso una garantía de perder?
-Es lo contrario. Si fingimos que todos estamos de acuerdo, la gente denunciará la mentira. Ya han sido fuertemente engañados por François Hollande. Cuando les dijo “mi enemigo son las finanzas” y luego se dedicó a engatusarlos. Es bastante claro hoy, pues los otros candidatos no están de acuerdo conmigo sobre la Europa, la VI República, la planificación ecológica o la necesidad de compartir seriamente la riqueza de este país con los pobres y excluidos. A la llamada izquierda no siempre le queda mucho de izquierda en su programa.
Por el contrario, mi programa se basa en las reivindicaciones y aspiraciones de las clases trabajadoras.
La “Unión Popular” debe basarse en un programa útil para el pueblo, ya que es imposible en la cima del poder.
-¿Confía en que conseguirá las 500 firmas sin el Sr. Roussel ( candidato del Partido Comunista francés )?
– Creo que algunos alcaldes comunistas firmarán. No creo que el Sr. Roussel quiera impedirme ser candidato.
Eso perjudicaría demasiado a la democracia francesa. Pero tenemos que recordar a los representantes elegidos que patrocinarme no significa apoyarme, sino simplemente hacer posible la democracia. De hecho, los alcaldes nunca han pedido el privilegio de decidir quién puede ser candidato! Es por eso que nosotros los parlamentarios Insoumisos realizamos una propuesta de ley para que 150.000 ciudadanos puedan hacerlo. Pero el grupo macronista parlamentario lo rechazó en la Asamblea.
– Y cuando escucha que la elección se jugará a la derecha y que el ascenso de Eric Zemmour, con quien debatió, es inevitable.
– ¡No creo ni una palabra! El enorme esfuerzo propagandístico que ayuda al Sr. Zemmour se derrumbará en la realidad social.
Las preocupaciones de los franceses para las elecciones están en su vida cotidiana: ¿pueden pagar su vivienda? ¿Pueden pagar la calefacción? ¿Tendrán un hospital de maternidad cerca?
La elección presidencial se jugará en cuestiones sociales y en absoluto en delirios raciales o religiosos. La polémica sobre el modelo de vivienda unifamiliar lo ilustra: ¿cómo responder a los imperativos ecológicos sin alterar nuestro modo de vida? Acusar a los habitantes de las casas unifamiliares de tener un estilo de vida demasiado contaminante es indigno. La organización liberal del territorio ha alejado a todos de todo. La gente se ve obligada a conducir kilómetros cada día. La catástrofe se produce cuando sube el precio del combustible: todo el mundo queda atrapado. Esa es la verdadera cuestión.
-Ante la escasez de servicios públicos, usted propone que cinco de ellos sean accesibles en un plazo de quince a treinta minutos para todos en todo el territorio: escuela, médico, maternidad, transporte público, correos.
-A instancias de la Comisión Europea, los servicios públicos se cierran en masa, zonas enteras se convierten en desiertos y los habitantes se ven condenados al aislamiento social. ¡En los últimos tres quinquenios, Sarkozy, Hollande y Macron han cerrado dos oficinas de correos y una escuela al día! En los últimos 20 años ha desaparecido la mitad de las maternidades del país. ¿Por qué? ¿Han dejado los franceses de tener hijos? Es lo contrario.
Es el momento de facilitar la vida de las personas. Para ello, ningún servicio público esencial debe estar a más de 15 minutos de casa: una escuela, una estación de tren, una oficina de correos, un centro de salud. Esto es posible. Ya el 90% de la población francesa vive a menos de 10 km de una estación de tren.
Pero un tercio de ellos ya no se sirven. Para que los servicios públicos sean eficaces, hay que dar primero la titularidad a los 800.000 trabajadores contratados bajo empleos precarios, y luego hay que contratar y formar a los funcionarios. Los servicios públicos son una visión de la vida en sociedad.
Basta con la obsesión por la rentabilidad y la competencia como modo de funcionamiento insuperable. Por el contrario, se trata de comprender las necesidades de las personas y satisfacerlas por medios colectivos. Abogo por el retorno del Estado y de los servicios públicos en todas partes.
-Usted se ha descrito a sí mismo como el candidato de la “razón”, un término que el bando macronista ha utilizado hasta ahora. ¿Intenta suavizar su imagen? ¿Es el Jean-Luc Mélenchon de 2022 el mismo que el de 2017?
-Tengo cinco años más. La experiencia que he adquirido beneficia a las mentes abiertas. He adquirido una cierta pátina personal. También estamos mejor preparados para gobernar: el 80% del programa incluye nuestras propuestas para 2017 y cada una de ellas ha sido aclarada. Hicimos bien en plantear el problema del agua, la planificación ecológica, la fiscalidad universal. Todo el mundo está llegando a ella poco a poco. Esta vez también tengo un equipo capaz de formar un gobierno para aplicar este programa. ¡Esto me ayuda a estar más sereno!
– ¿Confirma que esta es su última campaña presidencial?
-Sí. Si soy elegido, no tengo intención de volver a presentarme. A medida que pasa el tiempo, la naturaleza de mi tarea evoluciona. Con el equipo actual, la sucesión está ampliamente asegurada.