El humor de luto: Murió Quino, el creador de Mafalda

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Andrés Valenzuela|

 

Murió Quino. Es decir: se murió una parte importante de la cultura argentina. El tipo que reinventó el humor gráfico y que sintetizó las ideas de una generación. El que educó políticamente desde sus viñetas a capas enormes del país. El que, preocupado porque su trazo no desviara su camino, calcaba sus propios dibujos para mantener a su Mafalda idéntica a sí misma. El que, ya con problemas en la vista y sintiendo que no tenía tanto más para decir, dejó los lápices a un costado, en un ejercicio de dignidad.

El que volvió cuando lo sintió necesario. El que cuando usaban su nombre o su personaje para sostener ideas con las que no coincidía, protestaba y plantaba posición. El que prestaba su figura para sostener cualquier iniciativa que aportara al universo de la historieta o el humor gráfico. Tenía 88 años y una obra realizada.

Quino nació como Joaquin Salvador Lavado el 17 de julio de 1932, en Mendoza, esa provincia tan fecunda en artistas gráficos y a la vez tan habituada a empujarlos a trabajar en otras tierras. Quino no fue la excepción, sí su exponente más famoso. Empezó a estudiar en la Escuela de Bellas Artes provincial con apenas 12 o 13 años y abandonó a los 17. Sus primeras búsquedas laborales fueron infructuosas. Al final se afincó en Buenos Aires después de hacer la colimba y ahí empezó a cambiar su suerte.

Quino publicó su primera página de humor en el semanario Esto Es y eso le abrió las puertas de otros espacios, incluyendo las populares revistas Leoplán, TV Guía y Vea y Lea, entre muchas otras. Su primer salto fue cuando publicó en las fundamentales Rico Tipo y Tía Vicenta, donde ya empezó a perfilarse como un talento particular. De estos espacios surgió la recopilación de su primer libro, Mundo Quino. Pero si en el humor gráfico hay algo parecido a la consagración, le llegó con Mafalda.

Mafalda y la modernización del humor gráfico argentino

Con Mafalda Quino modernizó el humor gráfico argentino, del mismo modo en que Charles Schulz lo había hecho un par de años antes con Peanuts en Estados Unidos. De hecho, la tira norteamericana había sido una gran fuente de inspiración para el mendocino en sus primeros intentos con el personaje. Eso se nota en los pasajes más tempranos, aunque luego se despega. En uno y otro país, ambos imponen la fórmula que fue por varias décadas la estructura prototípica del chiste: tres o cuatro viñetas con remate humorístico, galería de personajes estable, preponderancia de niños reflexionando como adultos (o mejor que estos).

La primera tira de Mafalda en Primera Plana

Mafalda no fue un éxito tan inmediato como parece a la distancia. Si se piensa en su origen publicitario (un ardid de una marca de electrodomésticos) o en la materialidad de sus primeras publicaciones, difícilmente alguien podía pensar que Quino iba a cambiar el humor gráfico argentino. Esas tiras inaugurales se publicaban en el Primera Plana rodeadas de los avisos más pintorescos: fúnebres, publicidades y horóscopo. La página que la cobijaba no era la más prestigiosa del periódico. Pero la niña y sus padres, primero, la niña y su grupo de amigos después, brillante reflejo de la clase media progresista argentina de mediados de los años ’60, ganaron aceptación y popularidad.

El gran salto fue en 1965, cuando el personaje apenas tenía un año. Quino había abandonado Primera Plana por diferencias con sus directivos y su colega Brascó le consiguió espacio en el diario El mundo, por entonces uno de los de más circulación. Fue un fenómeno imparable. En 1966 salió su primera recopilación en libro, por la Editorial Jorge Álvarez, y la tira continuó hasta 1973. Las siguientes recopilaciones vendrían de la mano de Ediciones de la Flor.

El dibujante falleció este 30 de septiembre a los 88 años. Su obra emblemática nunca perdió vigencia, aún a medio siglo de su creaciónLa relación que Quino mantuvo con la editorial capitaneada entonces por Daniel Divinsky y su coterránea Kuki Miller dice muchísimo de sus ideas. No sólo sus libros fueron fundamentales para la consolidación y crecimiento del sello, sino que los tres forjaron una amistad imbatible. Cuando la pareja debió exiliarse en Venezuela, Quino siguió publicando con ellos. Amigos en común llevaban y traían el material de un país al otro.

Quino podría haber optado por cualquier otro sello (ofertas nunca le faltaron), por una dinámica editorial menos engorrosa o que deparara menos “sorpresas” desagradables, pero él les fue fiel a toda costa. Ellos le retribuyeron siempre esa amistad. Miller, por ejemplo, destacaba el carácter gentil de Quino, aún cuando a veces podía resultar inescrutable para otros. “Es que como somos mendocinos entre nosotros nos entendemos”, solía repetir cómplice y con una sonrisa. Divinsky hablaba siempre de él como “Quinito”, con una ternura inenarrable. Si De la Flor fue fundamental para conservar en el imaginario lector la obra de los humoristas gráficos de la década del ’60 en adelante, Quino fue indispensable para que De la Flor misma existiera.

El legado de Quino

Lo curioso de todo el fenómeno Mafalda –que se internacionalizó, tuvo series animadas y en el mundo es sinónimo de humor gráfico argentino- es que para el propio autor no se trataba de su trabajo más representativo. Él sostenía que “apenas” había dibujado esa tira durante nueve o diez años, pero que en cambio había hecho páginas y viñetas toda su vida. Era cierto. Además en esas páginas sueltas, con personajes sin nombre, el mendocino desplegaba sus inquietudes plásticas (el chiste del “Guernica” de Picasso “reordenado” es ejemplar en este sentido) y le permitía ir a fondo con su lectura de las relaciones de poder, de dominación y de clase que habitan en la sociedad.

Si en Mafalda tiene un peso enorme la coyuntura (esa de “Entonces… lo que me enseñaron en la escuela…”, al día siguiente del golpe militar, por ejemplo), en sus páginas hay tiempo para la reflexión y una poética más elaborada.

Quino dio todo. Si queda algún consuelo sobre su partida, es que también se le retribuyó cuanto se pudo. Recibió innumerables premios y homenajes y su sola aparición despertaba aplausos. Umberto Eco observó en un prólogo a la primera edición italiana de Mafalda que su obra era fundamental para entender a la Argentina. No le faltaba razón. Murió Quino. Por suerte dejó un legado para aprender a dibujarnos.

15 frases de Malfalda, más vigentes que nunca.

1- Nunca digas “de este agua no beberé”; porque al precio que están las gaseosas…

2- ¡Sonamos, muchachos! ¡Resulta que si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno!

3- ¿No sería hermoso el mundo si las bibliotecas fuesen más importantes que los bancos?

4- Lo malo de la gran familia humana es que todos quieren ser el padre.

5- No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que pasaba era que los que estaban peor todavía no se habían dado cuenta.

6- El problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta.

7- ¿Qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer ciertos nortes?Paren el mundo que me quiero bajar! y otras grandes frases de Mafalda - Letras - Letras

8- El problema es que hay más gente interesada que gente interesante.

9- Yo no quiero a mi inflación, ¿Y usted?

10- Lo ideal sería tener el corazón en la cabeza y el cerebro en el pecho. Así pensaríamos con amor y amaríamos con sabiduría

11- ¿Y no será que en este mundo hay cada vez más gente y menos personas?

12- Los diarios inventan la mitad de lo que dicen. Y si a eso le sumamos que no dicen la mitad de lo que pasa resulta que los diarios no existen.

13- Tenemos una moneda sana, no fuma, no bebe…

14- Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante.

15- ¿No sería mas progresista preguntar dónde vamos a seguir, en vez de dónde vamos a parar?

Mafalda y la violencia argentina

José Pablo Feinmann|

Mafalda nace en 1964 y deja de publicarse el 25 de junio de 1973. Las precursoras de la niña tierna, inteligente y politizada de Quino se encontrarán en La pequeña Lulú. Sobre todo, postulemos, en Lulú. La niña de Marge –que es su discutida autora– no se ocupa de política ni parece tener una gran inteligencia. Su amigo Tobi, menos. Tobi pertenece al mundo de los varoncitos. Hacen una casita en lo alto de un árbol y ponen un cartelito que enuncia: “No se admiten mujeres”. Las aventuras de Lulú son muy ingeniosas y aún hoy –veteranos como nosotros– podemos leer con placer algunos de sus comics.

No sólo por nostalgia de los tiempos lentos y hermosos de nuestra infancia, sino como genuino entretenimiento. Los comics son un arte descollante. Literatura dibujada, como había sentenciado Oscar Massota en los sesenta y con gran penetración e ingenio. Los otros antecedentes de Mafalda, sin tener la fuerza de Lulú, son Periquita hace lo que puede y esa obra maestra de Bataglia, María Luz, con su pancita al aire y su desbordante inteligencia. Ninguna como Mafalda, en la opinión de muchos. Que comparto.

La niña de Quino es una libertaria que no cesa de pedir paz, amor y no violencia en el mundo convulsionado de los sesenta. (Pensemos, muy especialmente, en la guerra de Vietnam.) Pero Quino, a través de Mafalda, expresas sus ideas, muchas de ellas agresivas con el establishment. Por ejemplo: Mafalda está por entrar al colegio. Agarra un metro y se mide la cabeza. Entonces, preocupada, dice: “¿Entrarán aquí todas las cosas que en el colegio me van a meter?” Y cuando se impone el golpe brutal del cursillista Onganía, la niña, en un solo dibujo que abarca toda la tira apaisada que salía en El Mundo, dice: “Pero entonces todo eso que me enseñaron en el colegio…”. Sí, Mafalda, son versiones interesadas que responden a la ideología de los sectores triunfadores, los del poder, los del establishment. Ellos dominan la educación y los niños argentinos se han educado según las ideas de las clases dirigentes.Las mejores tiras cómicas de Mafalda para homenajear a Quino

¿Por qué Mafalda deja de publicarse el 25 de junio de 1973? A cinco días de la tragedia de Ezeiza. Ese día luminoso en que –por lo menos– dos millones y medio de personas fueron a buscar a Perón, que regresaba al país. La marcha por la autopista Richieri fue una fiesta, una caminata bullanguera. Los padres llevaban a sus hijos, algunos sobre sus hombres. Iban madres embarazadas. Y jóvenes entusiastas. Todos desarmados. Sencillamente porque no pertenecían a ninguna organización que priorizaba los fierros por sobre la política.

El palco era un reducto de asesinos. A la espera. Osinde, custodio personal de Perón, personaje siniestro, los comandaba. Pero también se hallaban ahí mercenarios de la OAS, Organización del Ejército Secreto, los torturadores de Argelia, los que habrían de instruir a los carniceros del Proceso. Los franceses. Si Roca hizo la campaña exterminadora del “desierto” con el quepí francés, los mercenarios de la OAS estaban listos para defender a Perón de la furia guerrillera, con metralletas y con la tortura.

Hace 56 años comenzó Mafalda: por qué es una tira emblemáticaAhí estaba Leonardo Favio, que murió sin contar nada. O casi. Total, en su desaforada obra sobre Perón, a la izquierda peronista se la saltea. Le dedica menos de diez minutos. Se sabe lo que pasó en Ezeiza. Los matarifes de Osinde descargaron su poder de fuego y el día de júbilo se transformó en tragedia. Hubo alrededor de doscientos cincuenta muertos.

Cinco días después, Quino deja de dibujar la tira de Mafalda. El, que es un hombre de gran sinceridad, dice que esa decisión la tomó porque estaba cansado. No por la violencia. Esto pasó en la Feria del Libro, en que Juan Sasturain, Liniers, Rodrigo Fresán y yo festejamos los cincuenta años de la aparición de Mafalda. Quino se sorprendió y un poco se enojó. ¿Qué tenía que ver Mafalda con la tragedia de Ezeiza? ¿Por qué venía este politizado escritor, que había colocado su gordo trasero (vulgo: culo) junto a él, a complicar a Mafalda con hechos tan desdichados?

Pero no era ésa mi intención. El día anterior preparaba mi ponencia y la fecha del 25 de junio en tanto fin de Mafalda y el 20 de junio en tanto continuidad de la vieja y sanguinaria tradición argentina de la violencia me erizaron la piel. No podía ser casual. Que Quino lo niegue es importante, pero no suficiente para aniquilar mi hipótesis. Los grandes creadores saben todo sobre sus motivaciones interiores. ¿Lo saben? Se postula que no. Que nadie sabe todo sobre sí mismo. Que hay zonas a las que no llegamos. Zonas internas que determinan actos que no podemos tornar conscientes.

No quiero avalar ninguna teoría del inconsciente, teoría que me parece vieja y que elimina el acto libre del individuo que permite juzgarlo moralmente, ya que él es el responsable de las cosas que hace y no su inconsciente. Si no, el inconsciente se transforma en la versión psíquica de la obediencia debida. “No fui yo, fui determinado por mi inconsciente.” Hay cosas que ignoramos de nosotros porque las bloqueamos, porque no queremos o no toleramos llevarlas a primer plano. Quino tiene el derecho de afirmar que sabe todo sobre sus decisiones y por qué interrumpió la aparición de Mafalda a cinco días apenas de un hecho criminal y violento como pocos. Ahí perdí mi juventud. Ahí Quino dejó a Mafalda.Mafalda, 50 años de amor en España - Cultura Inquieta

¿Cómo la niña libertaria, idealista, tramada por los mejores valores de la condición humana, iba a emitir juicios en un país en que los juicios solían pagarse con la vida? No hay cobardía en esta decisión. Pero sin duda hubo una vacilación, la vacilación ante un país que empieza a volverse incomprensible. Mafalda no podía afrontar el terror que se desata ese día y que continuaría hasta el proceso genocida de los matarifes del ’76. Apenas cinco días después se retira de una escena que la sofoca.

A la realidad –es una frase de Borges que suelo citar– le gustan las simetrías. Ezeiza y Mafalda no establecen una simetría, pero sí una relación temporal demasiado cercana como no sostener que hubo una influencia del terror de la naciente Triple A en el abandono que la niña hace de la escena argentina.

Luego de Mafalda, Quino entra en una zona sombría en que el pesimismo es hegemónico. Sólo habrá que consultar el voluminoso libro que lleva por título Esto no es todo, publicado por De la Flor en 2001. Ahí encontramos la sabiduría de Quino en su expresión más elevada. Pero la sabiduría raramente lleva al optimismo. Sería injurioso para este artista preguntarse si su visión es optimista o pesimista, se trata de categorías pueriles, sin densidad. El mundo que ve Quino es el mundo de Quino: sólo él puede verlo así, dado que sus trazos dibujan la realidad no real (construida) que surge del encuentro entre su conciencia y la realidad de la que esa conciencia forma parte, comprendiéndola.

Mafalda y sus amigos. La mejor creación de Quino - Historietamania.comEl resultado es la obra de arte que jamás refleja la realidad (prepotencia del viejo stalinismo), que jamás la reduce a un sistema de signos preexistente (prepotencia de la lingüística), ni a un sistema de producción y de relaciones de producción preestablecido (prepotencia historicista de Marx). Aquí se trata de un individuo. La conciencia del artista (pese a estar inmersa en la trama de su tiempo) es siempre el encuentro entre esa conciencia y un mundo sobre el que está arrojada (…) y al que expresará en la modalidad propia, intransferible de su arte… (J. P. F., Escritos imprudentes II, Quino, humor y contrautopía, Grupo Editorial Norma, 2005, pp. 241/242).

Quino ha expresado esa colisión en trazos conceptuales, con hombrecitos sometidos a la gran maquinaria del poder, con el poder encarnado en mercancías, en hombres opulentos, en un sistema que, se ve claro, abomina. Sus dibujos son obras maestras obsesivamente trabajadas, con rayitas y rayitas que suelen producir vértigo, con una puesta magistral que sus ojos cansados no abandonaron nunca.

(Publicado en Página12 el 18 de mayo de 2014)

Qué decía Quino sobre Mafalda en 2014

Silvina Friera|

Un relámpago de alegría ilumina las pupilas del Príncipe sencillo, de pocas palabras y tantos dibujos inolvidables. La seguidilla de distinciones, galardones y homenajes no lo marea. Ante su humildad, cualquier ególatra se sentiría fulminado por un síncope de admiración. Los aplausos coronan el ingreso de  Quino –flamante Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades– al Centro Cultural de España en Buenos Aires. “Yo quería ser Picasso, pero hubo un momento en que me di cuenta de que no me daba para ser Picasso –cuenta el dibujante y humorista con esa picardía que lo caracteriza–.

Pero reconocimientos como éste a uno le hacen pensar que ha hecho algunas cosas que a la gente le gusta. Y eso da muchas satisfacciones. Una cosa que me dice mucha gente es ‘gracias por todo lo que nos has dado’. Yo me quedo pensando qué les he dado. No soy muy consciente de lo que he hecho.”La palabra de Quino sobre Mafalda.

 Víctor García de la Concha, presidente del jurado y director del Instituto Cervantes, afirmó que Quino ha sabido combinar con sabiduría “la simplicidad en el trazo del dibujo con la profundidad de su pensamiento”. Mafalda –“una niña que percibe la complejidad del mundo desde la sencillez de los ojos infantiles”– es “inteligente, irónica, inconformista, contestataria y sensible” y sueña con un mundo “más digno, justo y respetuoso con los derechos humanos”.

Los miembros del jurado celebraron “los lúcidos mensajes” del personaje, que siguen vigentes cincuenta años después de su nacimiento; y subrayaron que es una obra con “un enorme valor educativo”, traducida a numerosos idiomas, “lo que revela su dimensión universal”. Esos dibujos, esas criaturas adheridas al corazón de tantas vidas y lenguas, “trascienden cualquier geografía, edad y condición social”.

El Premio Príncipe de Asturias que ha obtenido consiste en una escultura diseñada por Joan Miró y 50.000 euros, además de un diploma y una insignia representativa. Es la primera vez que lo recibe un humorista y dibujante gráfico. “La historieta puede ser un arte menor, pero también como medio de comunicación es bastante apropiada para difundir masivamente el humor o las ideas, que no tienen por qué ser humorísticas. Todavía hay gente que nos pregunta: ‘¿Usted, además de esos dibujitos, en qué trabaja?’. Hay gente que no lo toma como un trabajo”, dice Quino, acompañado por sus editores históricos de Ediciones de la Flor: Daniel Divinsky y Kuki Miler.

Vive con “sorpresa” y “alegría” un galardón que no esperaba. “Alguien me había dicho que estaba en una lista para este premio, pero no tomé conciencia de esto. Así que me ha caído un lindo regalito.” Habla a su ritmo, con sus ejemplos y su chispa traviesa. “Usar la palabra ‘especial’ no me gusta porque se usa para cualquier cosa: ‘mi novia es especial’, ‘fui a ver una película muy especial’. No sé si es especial o no, pero que es un premio en el que me siento muy bien acompañado por quienes lo han recibido y estoy contento de que me lo hayan dado a mí.” Aunque sea la pregunta que siempre le hacen y la respuesta se sepa, quizá la ocasión podría ser una excusa para que regresara Mafalda. “No, me parece que no tiene sentido –contesta Quino–.Mafalda: Frases graciosas, sarcásticas, positivas y de amor - Vanidades

Lo que había que decir ya lo dije. No sé qué pensaría Mafalda. Cuando me preguntan qué pensaría Mafalda de tal cosa, yo digo que lo mismo que dijo en su momento ante otros acontecimientos similares. Aquella fue una época muy llena de acontecimientos; parecía que el mundo iba a cambiar para mejor; estaba Mayo del ’68, estaba la buena guerrilla en América latina –también había de la mala–, estaba Juan XXIII, había mucha esperanza de que el mundo cambiara. Después cambió, no digo que para peor, pero para seguir como siempre.”

Circunstancias como estas ameritan las anécdotas. Los recuerdos piden pista. Quino inauguró recientemente la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. “Hubo una señora que se puso a llorar de un modo que no podía parar. No sabíamos qué hacer. Al final intervino Julieta, que es mi agente y sobrina, y dijo: ‘basta’, ‘termínela’. Esta mujer lloraba de una manera increíble. Estas cosas a uno lo dejan muy despistado: ¿qué ha hecho uno tan importante para la gente? –se pregunta, una vez más–. Esta mañana me despertó Alicia (su mujer) con esta noticia y me quedé muy sorprendido y todavía no me repongo y no sé qué decir, porque se corre el riesgo de decir lugares comunes que pierden sentido de tan comunes que son.” Que sea España el país que ahora lo ha distinguido es ‘natural’ para el hombre que nació en Mendoza, el 17 de julio de 1932, como Joaquín Salvador Lavado.

“Mis padres eran andaluces y hasta llegar a la escuela primaria hablaba en andaluz; con mi hermano mayor nos hablábamos de ‘tú’ y con el otro de ‘che’ y de ‘vos’. En cada mujer debo ver un poco a mi madre porque a las mujeres las trato de ‘tú’; lo cual queda un poco raro. En muchos países me preguntan de dónde soy –confiesa–. He tenido muchos problemas de adaptación cuando vine de Mendoza a Buenos Aires porque hablaba mendocino mezclado con andaluz, entonces había cosas que no entendían. Cuando empecé a publicar en Rico Tipo me costaba mucho también. Cuando Divito me dijo que los lectores quieren texto, tuve que esforzarme por aprender a escribir textos. Y me salían de ‘tú’.”

A los 81 años, tiene una cuenta pendiente, un interrogante sin respuesta. Nada menos que con el autor de Ficciones. “Me quedó una frustración muy grande porque la única vez que pude cambiar unas palabras con Borges él estaba hablando sobre el idioma español. Le dije: ‘Perdón, soy hijo de inmigrantes andaluces’. Y me dijo: ‘Ah, usted sabe que la palabra andaluz viene de vándalos…’ y me llevó la conversación para el demonio. Yo pensaba preguntarle qué le parece a usted esta mezcla que tenemos acá para aprender el español, que nos enseñan de ‘tú’, de ‘vos’, de ‘che’. Y me quedó atravesada esta pregunta con Borges”, reconoce un Quino aún perplejo por ese desvío borgeano.

Las mejores frases de Mafalda“Muchas veces no entiendo qué hablan en las películas argentinas. A los chicos jóvenes, por la calle, tampoco les entiendo lo que dicen. Entre eso y la cibernética, me encuentro con un mundo en el que tengo poco que ver en muchos aspectos –reflexiona–. Por otra parte, está la contradicción de que lo que he dibujado hace cuarenta años está vigente y sigue de moda. Entonces no entiendo nada. El día de hoy, especialmente, me parece muy raro.”

Lo cotidiano bien podría ser la manifestación de un puñado de rarezas para coleccionar. ¿Cómo explicar el furor que genera en los chicos Mafalda? “La curiosidad infantil cambiará con las épocas de un tema a otro, pero es una necesidad natural en los chicos, que tienen que aprender todo, desde el idioma hasta cómo funcionan las ideas y los aparatos electrónicos, ante los cuales me siento completamente inútil.” Quino remeda nuevamente en la miscelánea anecdótica para ilustrar su desconcierto.

“Una señora que trabajaba en casa ahora resulta que cuida chicos y la explicación que le dio a mi mujer es que cuidar un chico no cuesta nada porque uno les da la tableta y se quedan ahí y no hay que decirles nada en todo el día. Es muy raro para mí cómo se está poniendo el mundo. Lo de la vigencia de Mafalda no lo entiendo. El mundo está cambiando mucho y la gente sigue leyendo cosas que uno dibujó hace tanto tiempo, que pareciera que no cambió nada porque no serían temas vigentes. Estoy en un momento de despiste, no entiendo lo que está pasando.”

Dos dictadores se molestaron con Mafalda: Augusto Pinochet, en Chile; René Barrientos, en Bolivia. “Sé que no les gustaba”, comenta Quino. “Cuando hice el póster de Mafalda con el palito de abollar ideologías, dos meses después de que nos fuimos del país, en el ‘76, mataron a los curas palotinos. Ellos tenían en la habitación este póster. Los asesinos lo arrancaron y lo tiraron sobre los cadáveres. La verdad es que me sentí tan mal… Este país es como la canción de María Elena Walsh: ‘porque me duele si me quedo pero me muero si me voy…’”.

El dibujante y humorista recuerda una visita que le hizo a Héctor Oesterheld, el creador de El Eternauta, junto con Oski. “No sé cómo fue que dijo que si a Picasso el pueblo no lo entendía, Picasso no servía para nada. Oski y yo nos pusimos muy mal. ¡Cómo decís eso, que no sirve para nada! ¿Vos creés que la gente no entiende lo que hace Picasso? El decía que había gente que sí, pero si la mayoría del pueblo no lo entendía, Picasso no servía. Nos pareció una barbaridad muy grande… Pero lo que le pasó a la familia Oesterheld es tan terrible, que uno no puede menos que sentirse culpable de haber tenido una discusión sobre un tema tan banal frente a lo que ocurrió después.”Mafalda y su Subjetividad Política: La Niña Interior que Todas Deberíamos Tener.

El humor ha cambiado mucho para Quino. “Me doy cuenta de que páginas mías o de Caloi o del Negro Fontanarrosa no tienen nada que ver con el humor que se hace hoy –compara–. Por lo que veo que hace Liniers y otros chicos más jóvenes, el humor que se hace está basado en algo que no tiene nada que ver con la realidad, por lo menos la realidad argentina actual. Bife Angosto sí, por ejemplo, se acerca mucho a lo que pasa. Pero los demás hacen cosas muy poéticas, muy sesudas, que no tienen que ver con la realidad que nos rodea. Sé que hay muchos chicos están haciendo cosas por Internet, que según me dicen son maravillosas, pero es un mundo que no manejo porque veo muy mal en pantalla.”

El humor que se hace en televisión no lo convence. “Me parece que la televisión está muy desaprovechada. Uno, por la edad, se va poniendo un viejito nostalgioso, pero me da pena que una cosa como el humor se utilice chabacanamente o mal.” De un trabajo que no llegó a realizarse nació la niña de pelo azabache que odia la sopa y ama a los Beatles. La dibujó para una campaña de publicidad encubierta destinada a la empresa de electrodomésticos Mansfield. La primera historia de Mafalda salió en Leoplán, pero encontraría regularidad en el semanario Primera Plana, donde se publicó el 29 de septiembre de 1964.

En marzo de 1965 empezó a salir en el diario El Mundo, en el que continuó apareciendo hasta el cierre de esta publicación, en diciembre de 1967. Las aventuras de la niña se prolongarían en Siete Días. Apenas una década en papel impreso vivió la “heroína iracunda”, como la definió Umberto Eco. Aunque parezca mentira. Cuántas frases se han asimilado en el imaginario, glosadas y repetidas en las conversaciones; ecos de lo que vendrá, memoria de lo que ha sido, una especie de “pensamiento viajero” que acompaña tantos itinerarios. Quino dejó de dibujarla en 1973. Pero el personaje nunca lo abandonó a él. Ni a sus lectores.

“La changuita de gobernar”

La vicepresidenta Cristina Kirchner se sumó en las redes sociales a los homenajes al fallecido dibujante Quino. Lo hizo a través de la publicación de un video de un acto que tuvo lugar en 2012 y en el que el humorista le deseó suerte en esta changuita de gobernar” la Argentina.

El video data de octubre de 2012, cuando la entonces presidenta inauguró por videoconferencia el Centro Provincial de la Cultura, ubicado en la localidad mendocina de Guaymallén, en un lugar donde “desde chico venía a jugar”, recordó Quino. “Ver ahora esta especie de Notre Dame de la cultura es, para mí, maravilloso”, destacó el dibujante, acompañado por el artista plástico Julio Le Parc.

CFK le agradeció la creación de Mafalda, un personaje “que iluminó toda una generación” y que “interpeló a la sociedad” diciento “las cosas que no se podían decir en épocas que la palabra estaba prohibida”. El cierre lo tuvo Quino, quien se despidió con un agradecimiento y una frase que hizo sonreír a la ex presidenta: “Le deseo mucha suerte en esta ‘changuita’ de gobernar que tiene usted”.

Murió Quino. Es decir: se murió una parte importante de la cultura argentina. El tipo que reinventó el humor gráfico y que sintetizó las ideas de una generación. El que educó políticamente desde sus viñetas a capas enormes del país. El que, preocupado porque su trazo no desviara su camino, calcaba sus propios dibujos para mantener a su Mafalda idéntica a sí misma. El que, ya con problemas en la vista y sintiendo que no tenía tanto más para decir, dejó los lápices a un costado, en un ejercicio de dignidad.

El que volvió cuando lo sintió necesario. El que cuando usaban su nombre o su personaje para sostener ideas con las que no coincidía, protestaba y plantaba posición. El que prestaba su figura para sostener cualquier iniciativa que aportara al universo de la historieta o el humor gráfico. Tenía 88 años y una obra realizada.

Quino nació como Joaquin Salvador Lavado el 17 de julio de 1932, en Mendoza, esa provincia tan fecunda en artistas gráficos y a la vez tan habituada a empujarlos a trabajar en otras tierras. Quino no fue la excepción, sí su exponente más famoso. Empezó a estudiar en la Escuela de Bellas Artes provincial con apenas 12 o 13 años y abandonó a los 17. Sus primeras búsquedas laborales fueron infructuosas. Al final se afincó en Buenos Aires después de hacer la colimba y ahí empezó a cambiar su suerte.

Quino publicó su primera página de humor en el semanario Esto Es y eso le abrió las puertas de otros espacios, incluyendo las populares revistas Leoplán, TV Guía y Vea y Lea, entre muchas otras. Su primer salto fue cuando publicó en las fundamentales Rico Tipo y Tía Vicenta, donde ya empezó a perfilarse como un talento particular. De estos espacios surgió la recopilación de su primer libro, Mundo Quino. Pero si en el humor gráfico hay algo parecido a la consagración, le llegó con Mafalda.

Mafalda y la modernización del humor gráfico argentino

Con Mafalda Quino modernizó el humor gráfico argentino, del mismo modo en que Charles Schulz lo había hecho un par de años antes con Peanuts en Estados Unidos. De hecho, la tira norteamericana había sido una gran fuente de inspiración para el mendocino en sus primeros intentos con el personaje. Eso se nota en los pasajes más tempranos, aunque luego se despega. En uno y otro país, ambos imponen la fórmula que fue por varias décadas la estructura prototípica del chiste: tres o cuatro viñetas con remate humorístico, galería de personajes estable, preponderancia de niños reflexionando como adultos (o mejor que estos).

La primera tira de Mafalda en Primera Plana

Mafalda no fue un éxito tan inmediato como parece a la distancia. Si se piensa en su origen publicitario (un ardid de una marca de electrodomésticos) o en la materialidad de sus primeras publicaciones, difícilmente alguien podía pensar que Quino iba a cambiar el humor gráfico argentino. Esas tiras inaugurales se publicaban en el Primera Plana rodeadas de los avisos más pintorescos: fúnebres, publicidades y horóscopo. La página que la cobijaba no era la más prestigiosa del periódico. Pero la niña y sus padres, primero, la niña y su grupo de amigos después, brillante reflejo de la clase media progresista argentina de mediados de los años ’60, ganaron aceptación y popularidad.

El gran salto fue en 1965, cuando el personaje apenas tenía un año. Quino había abandonado Primera Plana por diferencias con sus directivos y su colega Brascó le consiguió espacio en el diario El mundo, por entonces uno de los de más circulación. Fue un fenómeno imparable. En 1966 salió su primera recopilación en libro, por la Editorial Jorge Álvarez, y la tira continuó hasta 1973. Las siguientes recopilaciones vendrían de la mano de Ediciones de la Flor.

El dibujante falleció este 30 de septiembre a los 88 años. Su obra emblemática nunca perdió vigencia, aún a medio siglo de su creaciónLa relación que Quino mantuvo con la editorial capitaneada entonces por Daniel Divinsky y su coterránea Kuki Miller dice muchísimo de sus ideas. No sólo sus libros fueron fundamentales para la consolidación y crecimiento del sello, sino que los tres forjaron una amistad imbatible. Cuando la pareja debió exiliarse en Venezuela, Quino siguió publicando con ellos. Amigos en común llevaban y traían el material de un país al otro.

Quino podría haber optado por cualquier otro sello (ofertas nunca le faltaron), por una dinámica editorial menos engorrosa o que deparara menos “sorpresas” desagradables, pero él les fue fiel a toda costa. Ellos le retribuyeron siempre esa amistad. Miller, por ejemplo, destacaba el carácter gentil de Quino, aún cuando a veces podía resultar inescrutable para otros. “Es que como somos mendocinos entre nosotros nos entendemos”, solía repetir cómplice y con una sonrisa. Divinsky hablaba siempre de él como “Quinito”, con una ternura inenarrable. Si De la Flor fue fundamental para conservar en el imaginario lector la obra de los humoristas gráficos de la década del ’60 en adelante, Quino fue indispensable para que De la Flor misma existiera.

El legado de Quino

Lo curioso de todo el fenómeno Mafalda –que se internacionalizó, tuvo series animadas y en el mundo es sinónimo de humor gráfico argentino- es que para el propio autor no se trataba de su trabajo más representativo. Él sostenía que “apenas” había dibujado esa tira durante nueve o diez años, pero que en cambio había hecho páginas y viñetas toda su vida. Era cierto. Además en esas páginas sueltas, con personajes sin nombre, el mendocino desplegaba sus inquietudes plásticas (el chiste del “Guernica” de Picasso “reordenado” es ejemplar en este sentido) y le permitía ir a fondo con su lectura de las relaciones de poder, de dominación y de clase que habitan en la sociedad.

Si en Mafalda tiene un peso enorme la coyuntura (esa de “Entonces… lo que me enseñaron en la escuela…”, al día siguiente del golpe militar, por ejemplo), en sus páginas hay tiempo para la reflexión y una poética más elaborada.

Quino dio todo. Si queda algún consuelo sobre su partida, es que también se le retribuyó cuanto se pudo. Recibió innumerables premios y homenajes y su sola aparición despertaba aplausos. Umberto Eco observó en un prólogo a la primera edición italiana de Mafalda que su obra era fundamental para entender a la Argentina. No le faltaba razón. Murió Quino. Por suerte dejó un legado para aprender a dibujarnos.

15 frases de Malfalda, más vigentes que nunca.

1- Nunca digas “de este agua no beberé”; porque al precio que están las gaseosas…

2- ¡Sonamos, muchachos! ¡Resulta que si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno!

3- ¿No sería hermoso el mundo si las bibliotecas fuesen más importantes que los bancos?

4- Lo malo de la gran familia humana es que todos quieren ser el padre.

5- No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que pasaba era que los que estaban peor todavía no se habían dado cuenta.

6- El problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta.

7- ¿Qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer ciertos nortes?Paren el mundo que me quiero bajar! y otras grandes frases de Mafalda - Letras - Letras

8- El problema es que hay más gente interesada que gente interesante.

9- Yo no quiero a mi inflación, ¿Y usted?

10- Lo ideal sería tener el corazón en la cabeza y el cerebro en el pecho. Así pensaríamos con amor y amaríamos con sabiduría

11- ¿Y no será que en este mundo hay cada vez más gente y menos personas?

12- Los diarios inventan la mitad de lo que dicen. Y si a eso le sumamos que no dicen la mitad de lo que pasa resulta que los diarios no existen.

13- Tenemos una moneda sana, no fuma, no bebe…

14- Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante.

15- ¿No sería mas progresista preguntar dónde vamos a seguir, en vez de dónde vamos a parar?

Mafalda y la violencia argentina

José Pablo Feinmann|

Mafalda nace en 1964 y deja de publicarse el 25 de junio de 1973. Las precursoras de la niña tierna, inteligente y politizada de Quino se encontrarán en La pequeña Lulú. Sobre todo, postulemos, en Lulú. La niña de Marge –que es su discutida autora– no se ocupa de política ni parece tener una gran inteligencia. Su amigo Tobi, menos. Tobi pertenece al mundo de los varoncitos. Hacen una casita en lo alto de un árbol y ponen un cartelito que enuncia: “No se admiten mujeres”. Las aventuras de Lulú son muy ingeniosas y aún hoy –veteranos como nosotros– podemos leer con placer algunos de sus comics.

No sólo por nostalgia de los tiempos lentos y hermosos de nuestra infancia, sino como genuino entretenimiento. Los comics son un arte descollante. Literatura dibujada, como había sentenciado Oscar Massota en los sesenta y con gran penetración e ingenio. Los otros antecedentes de Mafalda, sin tener la fuerza de Lulú, son Periquita hace lo que puede y esa obra maestra de Bataglia, María Luz, con su pancita al aire y su desbordante inteligencia. Ninguna como Mafalda, en la opinión de muchos. Que comparto.

La niña de Quino es una libertaria que no cesa de pedir paz, amor y no violencia en el mundo convulsionado de los sesenta. (Pensemos, muy especialmente, en la guerra de Vietnam.) Pero Quino, a través de Mafalda, expresas sus ideas, muchas de ellas agresivas con el establishment. Por ejemplo: Mafalda está por entrar al colegio. Agarra un metro y se mide la cabeza. Entonces, preocupada, dice: “¿Entrarán aquí todas las cosas que en el colegio me van a meter?” Y cuando se impone el golpe brutal del cursillista Onganía, la niña, en un solo dibujo que abarca toda la tira apaisada que salía en El Mundo, dice: “Pero entonces todo eso que me enseñaron en el colegio…”. Sí, Mafalda, son versiones interesadas que responden a la ideología de los sectores triunfadores, los del poder, los del establishment. Ellos dominan la educación y los niños argentinos se han educado según las ideas de las clases dirigentes.Las mejores tiras cómicas de Mafalda para homenajear a Quino

¿Por qué Mafalda deja de publicarse el 25 de junio de 1973? A cinco días de la tragedia de Ezeiza. Ese día luminoso en que –por lo menos– dos millones y medio de personas fueron a buscar a Perón, que regresaba al país. La marcha por la autopista Richieri fue una fiesta, una caminata bullanguera. Los padres llevaban a sus hijos, algunos sobre sus hombres. Iban madres embarazadas. Y jóvenes entusiastas. Todos desarmados. Sencillamente porque no pertenecían a ninguna organización que priorizaba los fierros por sobre la política.

El palco era un reducto de asesinos. A la espera. Osinde, custodio personal de Perón, personaje siniestro, los comandaba. Pero también se hallaban ahí mercenarios de la OAS, Organización del Ejército Secreto, los torturadores de Argelia, los que habrían de instruir a los carniceros del Proceso. Los franceses. Si Roca hizo la campaña exterminadora del “desierto” con el quepí francés, los mercenarios de la OAS estaban listos para defender a Perón de la furia guerrillera, con metralletas y con la tortura.

Hace 56 años comenzó Mafalda: por qué es una tira emblemáticaAhí estaba Leonardo Favio, que murió sin contar nada. O casi. Total, en su desaforada obra sobre Perón, a la izquierda peronista se la saltea. Le dedica menos de diez minutos. Se sabe lo que pasó en Ezeiza. Los matarifes de Osinde descargaron su poder de fuego y el día de júbilo se transformó en tragedia. Hubo alrededor de doscientos cincuenta muertos.

Cinco días después, Quino deja de dibujar la tira de Mafalda. El, que es un hombre de gran sinceridad, dice que esa decisión la tomó porque estaba cansado. No por la violencia. Esto pasó en la Feria del Libro, en que Juan Sasturain, Liniers, Rodrigo Fresán y yo festejamos los cincuenta años de la aparición de Mafalda. Quino se sorprendió y un poco se enojó. ¿Qué tenía que ver Mafalda con la tragedia de Ezeiza? ¿Por qué venía este politizado escritor, que había colocado su gordo trasero (vulgo: culo) junto a él, a complicar a Mafalda con hechos tan desdichados?

Pero no era ésa mi intención. El día anterior preparaba mi ponencia y la fecha del 25 de junio en tanto fin de Mafalda y el 20 de junio en tanto continuidad de la vieja y sanguinaria tradición argentina de la violencia me erizaron la piel. No podía ser casual. Que Quino lo niegue es importante, pero no suficiente para aniquilar mi hipótesis. Los grandes creadores saben todo sobre sus motivaciones interiores. ¿Lo saben? Se postula que no. Que nadie sabe todo sobre sí mismo. Que hay zonas a las que no llegamos. Zonas internas que determinan actos que no podemos tornar conscientes.

No quiero avalar ninguna teoría del inconsciente, teoría que me parece vieja y que elimina el acto libre del individuo que permite juzgarlo moralmente, ya que él es el responsable de las cosas que hace y no su inconsciente. Si no, el inconsciente se transforma en la versión psíquica de la obediencia debida. “No fui yo, fui determinado por mi inconsciente.” Hay cosas que ignoramos de nosotros porque las bloqueamos, porque no queremos o no toleramos llevarlas a primer plano. Quino tiene el derecho de afirmar que sabe todo sobre sus decisiones y por qué interrumpió la aparición de Mafalda a cinco días apenas de un hecho criminal y violento como pocos. Ahí perdí mi juventud. Ahí Quino dejó a Mafalda.Mafalda, 50 años de amor en España - Cultura Inquieta

¿Cómo la niña libertaria, idealista, tramada por los mejores valores de la condición humana, iba a emitir juicios en un país en que los juicios solían pagarse con la vida? No hay cobardía en esta decisión. Pero sin duda hubo una vacilación, la vacilación ante un país que empieza a volverse incomprensible. Mafalda no podía afrontar el terror que se desata ese día y que continuaría hasta el proceso genocida de los matarifes del ’76. Apenas cinco días después se retira de una escena que la sofoca.

A la realidad –es una frase de Borges que suelo citar– le gustan las simetrías. Ezeiza y Mafalda no establecen una simetría, pero sí una relación temporal demasiado cercana como no sostener que hubo una influencia del terror de la naciente Triple A en el abandono que la niña hace de la escena argentina.

Luego de Mafalda, Quino entra en una zona sombría en que el pesimismo es hegemónico. Sólo habrá que consultar el voluminoso libro que lleva por título Esto no es todo, publicado por De la Flor en 2001. Ahí encontramos la sabiduría de Quino en su expresión más elevada. Pero la sabiduría raramente lleva al optimismo. Sería injurioso para este artista preguntarse si su visión es optimista o pesimista, se trata de categorías pueriles, sin densidad. El mundo que ve Quino es el mundo de Quino: sólo él puede verlo así, dado que sus trazos dibujan la realidad no real (construida) que surge del encuentro entre su conciencia y la realidad de la que esa conciencia forma parte, comprendiéndola.

Mafalda y sus amigos. La mejor creación de Quino - Historietamania.comEl resultado es la obra de arte que jamás refleja la realidad (prepotencia del viejo stalinismo), que jamás la reduce a un sistema de signos preexistente (prepotencia de la lingüística), ni a un sistema de producción y de relaciones de producción preestablecido (prepotencia historicista de Marx). Aquí se trata de un individuo. La conciencia del artista (pese a estar inmersa en la trama de su tiempo) es siempre el encuentro entre esa conciencia y un mundo sobre el que está arrojada (…) y al que expresará en la modalidad propia, intransferible de su arte… (J. P. F., Escritos imprudentes II, Quino, humor y contrautopía, Grupo Editorial Norma, 2005, pp. 241/242).

Quino ha expresado esa colisión en trazos conceptuales, con hombrecitos sometidos a la gran maquinaria del poder, con el poder encarnado en mercancías, en hombres opulentos, en un sistema que, se ve claro, abomina. Sus dibujos son obras maestras obsesivamente trabajadas, con rayitas y rayitas que suelen producir vértigo, con una puesta magistral que sus ojos cansados no abandonaron nunca.

(Publicado en Página12 el 18 de mayo de 2014)

Qué decía Quino sobre Mafalda en 2014

Silvina Friera|

Un relámpago de alegría ilumina las pupilas del Príncipe sencillo, de pocas palabras y tantos dibujos inolvidables. La seguidilla de distinciones, galardones y homenajes no lo marea. Ante su humildad, cualquier ególatra se sentiría fulminado por un síncope de admiración. Los aplausos coronan el ingreso de  Quino –flamante Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades– al Centro Cultural de España en Buenos Aires. “Yo quería ser Picasso, pero hubo un momento en que me di cuenta de que no me daba para ser Picasso –cuenta el dibujante y humorista con esa picardía que lo caracteriza–.

Pero reconocimientos como éste a uno le hacen pensar que ha hecho algunas cosas que a la gente le gusta. Y eso da muchas satisfacciones. Una cosa que me dice mucha gente es ‘gracias por todo lo que nos has dado’. Yo me quedo pensando qué les he dado. No soy muy consciente de lo que he hecho.”La palabra de Quino sobre Mafalda.

 Víctor García de la Concha, presidente del jurado y director del Instituto Cervantes, afirmó que Quino ha sabido combinar con sabiduría “la simplicidad en el trazo del dibujo con la profundidad de su pensamiento”. Mafalda –“una niña que percibe la complejidad del mundo desde la sencillez de los ojos infantiles”– es “inteligente, irónica, inconformista, contestataria y sensible” y sueña con un mundo “más digno, justo y respetuoso con los derechos humanos”.

Los miembros del jurado celebraron “los lúcidos mensajes” del personaje, que siguen vigentes cincuenta años después de su nacimiento; y subrayaron que es una obra con “un enorme valor educativo”, traducida a numerosos idiomas, “lo que revela su dimensión universal”. Esos dibujos, esas criaturas adheridas al corazón de tantas vidas y lenguas, “trascienden cualquier geografía, edad y condición social”.

El Premio Príncipe de Asturias que ha obtenido consiste en una escultura diseñada por Joan Miró y 50.000 euros, además de un diploma y una insignia representativa. Es la primera vez que lo recibe un humorista y dibujante gráfico. “La historieta puede ser un arte menor, pero también como medio de comunicación es bastante apropiada para difundir masivamente el humor o las ideas, que no tienen por qué ser humorísticas. Todavía hay gente que nos pregunta: ‘¿Usted, además de esos dibujitos, en qué trabaja?’. Hay gente que no lo toma como un trabajo”, dice Quino, acompañado por sus editores históricos de Ediciones de la Flor: Daniel Divinsky y Kuki Miler.

Vive con “sorpresa” y “alegría” un galardón que no esperaba. “Alguien me había dicho que estaba en una lista para este premio, pero no tomé conciencia de esto. Así que me ha caído un lindo regalito.” Habla a su ritmo, con sus ejemplos y su chispa traviesa. “Usar la palabra ‘especial’ no me gusta porque se usa para cualquier cosa: ‘mi novia es especial’, ‘fui a ver una película muy especial’. No sé si es especial o no, pero que es un premio en el que me siento muy bien acompañado por quienes lo han recibido y estoy contento de que me lo hayan dado a mí.” Aunque sea la pregunta que siempre le hacen y la respuesta se sepa, quizá la ocasión podría ser una excusa para que regresara Mafalda. “No, me parece que no tiene sentido –contesta Quino–.Mafalda: Frases graciosas, sarcásticas, positivas y de amor - Vanidades

Lo que había que decir ya lo dije. No sé qué pensaría Mafalda. Cuando me preguntan qué pensaría Mafalda de tal cosa, yo digo que lo mismo que dijo en su momento ante otros acontecimientos similares. Aquella fue una época muy llena de acontecimientos; parecía que el mundo iba a cambiar para mejor; estaba Mayo del ’68, estaba la buena guerrilla en América latina –también había de la mala–, estaba Juan XXIII, había mucha esperanza de que el mundo cambiara. Después cambió, no digo que para peor, pero para seguir como siempre.”

Circunstancias como estas ameritan las anécdotas. Los recuerdos piden pista. Quino inauguró recientemente la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. “Hubo una señora que se puso a llorar de un modo que no podía parar. No sabíamos qué hacer. Al final intervino Julieta, que es mi agente y sobrina, y dijo: ‘basta’, ‘termínela’. Esta mujer lloraba de una manera increíble. Estas cosas a uno lo dejan muy despistado: ¿qué ha hecho uno tan importante para la gente? –se pregunta, una vez más–. Esta mañana me despertó Alicia (su mujer) con esta noticia y me quedé muy sorprendido y todavía no me repongo y no sé qué decir, porque se corre el riesgo de decir lugares comunes que pierden sentido de tan comunes que son.” Que sea España el país que ahora lo ha distinguido es ‘natural’ para el hombre que nació en Mendoza, el 17 de julio de 1932, como Joaquín Salvador Lavado.

“Mis padres eran andaluces y hasta llegar a la escuela primaria hablaba en andaluz; con mi hermano mayor nos hablábamos de ‘tú’ y con el otro de ‘che’ y de ‘vos’. En cada mujer debo ver un poco a mi madre porque a las mujeres las trato de ‘tú’; lo cual queda un poco raro. En muchos países me preguntan de dónde soy –confiesa–. He tenido muchos problemas de adaptación cuando vine de Mendoza a Buenos Aires porque hablaba mendocino mezclado con andaluz, entonces había cosas que no entendían. Cuando empecé a publicar en Rico Tipo me costaba mucho también. Cuando Divito me dijo que los lectores quieren texto, tuve que esforzarme por aprender a escribir textos. Y me salían de ‘tú’.”

A los 81 años, tiene una cuenta pendiente, un interrogante sin respuesta. Nada menos que con el autor de Ficciones. “Me quedó una frustración muy grande porque la única vez que pude cambiar unas palabras con Borges él estaba hablando sobre el idioma español. Le dije: ‘Perdón, soy hijo de inmigrantes andaluces’. Y me dijo: ‘Ah, usted sabe que la palabra andaluz viene de vándalos…’ y me llevó la conversación para el demonio. Yo pensaba preguntarle qué le parece a usted esta mezcla que tenemos acá para aprender el español, que nos enseñan de ‘tú’, de ‘vos’, de ‘che’. Y me quedó atravesada esta pregunta con Borges”, reconoce un Quino aún perplejo por ese desvío borgeano.

Las mejores frases de Mafalda“Muchas veces no entiendo qué hablan en las películas argentinas. A los chicos jóvenes, por la calle, tampoco les entiendo lo que dicen. Entre eso y la cibernética, me encuentro con un mundo en el que tengo poco que ver en muchos aspectos –reflexiona–. Por otra parte, está la contradicción de que lo que he dibujado hace cuarenta años está vigente y sigue de moda. Entonces no entiendo nada. El día de hoy, especialmente, me parece muy raro.”

Lo cotidiano bien podría ser la manifestación de un puñado de rarezas para coleccionar. ¿Cómo explicar el furor que genera en los chicos Mafalda? “La curiosidad infantil cambiará con las épocas de un tema a otro, pero es una necesidad natural en los chicos, que tienen que aprender todo, desde el idioma hasta cómo funcionan las ideas y los aparatos electrónicos, ante los cuales me siento completamente inútil.” Quino remeda nuevamente en la miscelánea anecdótica para ilustrar su desconcierto.

“Una señora que trabajaba en casa ahora resulta que cuida chicos y la explicación que le dio a mi mujer es que cuidar un chico no cuesta nada porque uno les da la tableta y se quedan ahí y no hay que decirles nada en todo el día. Es muy raro para mí cómo se está poniendo el mundo. Lo de la vigencia de Mafalda no lo entiendo. El mundo está cambiando mucho y la gente sigue leyendo cosas que uno dibujó hace tanto tiempo, que pareciera que no cambió nada porque no serían temas vigentes. Estoy en un momento de despiste, no entiendo lo que está pasando.”

Dos dictadores se molestaron con Mafalda: Augusto Pinochet, en Chile; René Barrientos, en Bolivia. “Sé que no les gustaba”, comenta Quino. “Cuando hice el póster de Mafalda con el palito de abollar ideologías, dos meses después de que nos fuimos del país, en el ‘76, mataron a los curas palotinos. Ellos tenían en la habitación este póster. Los asesinos lo arrancaron y lo tiraron sobre los cadáveres. La verdad es que me sentí tan mal… Este país es como la canción de María Elena Walsh: ‘porque me duele si me quedo pero me muero si me voy…’”.

El dibujante y humorista recuerda una visita que le hizo a Héctor Oesterheld, el creador de El Eternauta, junto con Oski. “No sé cómo fue que dijo que si a Picasso el pueblo no lo entendía, Picasso no servía para nada. Oski y yo nos pusimos muy mal. ¡Cómo decís eso, que no sirve para nada! ¿Vos creés que la gente no entiende lo que hace Picasso? El decía que había gente que sí, pero si la mayoría del pueblo no lo entendía, Picasso no servía. Nos pareció una barbaridad muy grande… Pero lo que le pasó a la familia Oesterheld es tan terrible, que uno no puede menos que sentirse culpable de haber tenido una discusión sobre un tema tan banal frente a lo que ocurrió después.”Mafalda y su Subjetividad Política: La Niña Interior que Todas Deberíamos Tener.

El humor ha cambiado mucho para Quino. “Me doy cuenta de que páginas mías o de Caloi o del Negro Fontanarrosa no tienen nada que ver con el humor que se hace hoy –compara–. Por lo que veo que hace Liniers y otros chicos más jóvenes, el humor que se hace está basado en algo que no tiene nada que ver con la realidad, por lo menos la realidad argentina actual. Bife Angosto sí, por ejemplo, se acerca mucho a lo que pasa. Pero los demás hacen cosas muy poéticas, muy sesudas, que no tienen que ver con la realidad que nos rodea. Sé que hay muchos chicos están haciendo cosas por Internet, que según me dicen son maravillosas, pero es un mundo que no manejo porque veo muy mal en pantalla.”

El humor que se hace en televisión no lo convence. “Me parece que la televisión está muy desaprovechada. Uno, por la edad, se va poniendo un viejito nostalgioso, pero me da pena que una cosa como el humor se utilice chabacanamente o mal.” De un trabajo que no llegó a realizarse nació la niña de pelo azabache que odia la sopa y ama a los Beatles. La dibujó para una campaña de publicidad encubierta destinada a la empresa de electrodomésticos Mansfield. La primera historia de Mafalda salió en Leoplán, pero encontraría regularidad en el semanario Primera Plana, donde se publicó el 29 de septiembre de 1964.

En marzo de 1965 empezó a salir en el diario El Mundo, en el que continuó apareciendo hasta el cierre de esta publicación, en diciembre de 1967. Las aventuras de la niña se prolongarían en Siete Días. Apenas una década en papel impreso vivió la “heroína iracunda”, como la definió Umberto Eco. Aunque parezca mentira. Cuántas frases se han asimilado en el imaginario, glosadas y repetidas en las conversaciones; ecos de lo que vendrá, memoria de lo que ha sido, una especie de “pensamiento viajero” que acompaña tantos itinerarios. Quino dejó de dibujarla en 1973. Pero el personaje nunca lo abandonó a él. Ni a sus lectores.

“La changuita de gobernar”

La vicepresidenta Cristina Kirchner se sumó en las redes sociales a los homenajes al fallecido dibujante Quino. Lo hizo a través de la publicación de un video de un acto que tuvo lugar en 2012 y en el que el humorista le deseó suerte en esta changuita de gobernar” la Argentina.

El video data de octubre de 2012, cuando la entonces presidenta inauguró por videoconferencia el Centro Provincial de la Cultura, ubicado en la localidad mendocina de Guaymallén, en un lugar donde “desde chico venía a jugar”, recordó Quino. “Ver ahora esta especie de Notre Dame de la cultura es, para mí, maravilloso”, destacó el dibujante, acompañado por el artista plástico Julio Le Parc.

CFK le agradeció la creación de Mafalda, un personaje “que iluminó toda una generación” y que “interpeló a la sociedad” diciento “las cosas que no se podían decir en épocas que la palabra estaba prohibida”. El cierre lo tuvo Quino, quien se despidió con un agradecimiento y una frase que hizo sonreír a la ex presidenta: “Le deseo mucha suerte en esta ‘changuita’ de gobernar que tiene usted”.

Murió Quino. Es decir: se murió una parte importante de la cultura argentina. El tipo que reinventó el humor gráfico y que sintetizó las ideas de una generación. El que educó políticamente desde sus viñetas a capas enormes del país. El que, preocupado porque su trazo no desviara su camino, calcaba sus propios dibujos para mantener a su Mafalda idéntica a sí misma. El que, ya con problemas en la vista y sintiendo que no tenía tanto más para decir, dejó los lápices a un costado, en un ejercicio de dignidad.

El que volvió cuando lo sintió necesario. El que cuando usaban su nombre o su personaje para sostener ideas con las que no coincidía, protestaba y plantaba posición. El que prestaba su figura para sostener cualquier iniciativa que aportara al universo de la historieta o el humor gráfico. Tenía 88 años y una obra realizada.

Quino nació como Joaquin Salvador Lavado el 17 de julio de 1932, en Mendoza, esa provincia tan fecunda en artistas gráficos y a la vez tan habituada a empujarlos a trabajar en otras tierras. Quino no fue la excepción, sí su exponente más famoso. Empezó a estudiar en la Escuela de Bellas Artes provincial con apenas 12 o 13 años y abandonó a los 17. Sus primeras búsquedas laborales fueron infructuosas. Al final se afincó en Buenos Aires después de hacer la colimba y ahí empezó a cambiar su suerte.

Quino publicó su primera página de humor en el semanario Esto Es y eso le abrió las puertas de otros espacios, incluyendo las populares revistas Leoplán, TV Guía y Vea y Lea, entre muchas otras. Su primer salto fue cuando publicó en las fundamentales Rico Tipo y Tía Vicenta, donde ya empezó a perfilarse como un talento particular. De estos espacios surgió la recopilación de su primer libro, Mundo Quino. Pero si en el humor gráfico hay algo parecido a la consagración, le llegó con Mafalda.

Mafalda y la modernización del humor gráfico argentino

Con Mafalda Quino modernizó el humor gráfico argentino, del mismo modo en que Charles Schulz lo había hecho un par de años antes con Peanuts en Estados Unidos. De hecho, la tira norteamericana había sido una gran fuente de inspiración para el mendocino en sus primeros intentos con el personaje. Eso se nota en los pasajes más tempranos, aunque luego se despega. En uno y otro país, ambos imponen la fórmula que fue por varias décadas la estructura prototípica del chiste: tres o cuatro viñetas con remate humorístico, galería de personajes estable, preponderancia de niños reflexionando como adultos (o mejor que estos).

La primera tira de Mafalda en Primera Plana

Mafalda no fue un éxito tan inmediato como parece a la distancia. Si se piensa en su origen publicitario (un ardid de una marca de electrodomésticos) o en la materialidad de sus primeras publicaciones, difícilmente alguien podía pensar que Quino iba a cambiar el humor gráfico argentino. Esas tiras inaugurales se publicaban en el Primera Plana rodeadas de los avisos más pintorescos: fúnebres, publicidades y horóscopo. La página que la cobijaba no era la más prestigiosa del periódico. Pero la niña y sus padres, primero, la niña y su grupo de amigos después, brillante reflejo de la clase media progresista argentina de mediados de los años ’60, ganaron aceptación y popularidad.

El gran salto fue en 1965, cuando el personaje apenas tenía un año. Quino había abandonado Primera Plana por diferencias con sus directivos y su colega Brascó le consiguió espacio en el diario El mundo, por entonces uno de los de más circulación. Fue un fenómeno imparable. En 1966 salió su primera recopilación en libro, por la Editorial Jorge Álvarez, y la tira continuó hasta 1973. Las siguientes recopilaciones vendrían de la mano de Ediciones de la Flor.

El dibujante falleció este 30 de septiembre a los 88 años. Su obra emblemática nunca perdió vigencia, aún a medio siglo de su creaciónLa relación que Quino mantuvo con la editorial capitaneada entonces por Daniel Divinsky y su coterránea Kuki Miller dice muchísimo de sus ideas. No sólo sus libros fueron fundamentales para la consolidación y crecimiento del sello, sino que los tres forjaron una amistad imbatible. Cuando la pareja debió exiliarse en Venezuela, Quino siguió publicando con ellos. Amigos en común llevaban y traían el material de un país al otro.

Quino podría haber optado por cualquier otro sello (ofertas nunca le faltaron), por una dinámica editorial menos engorrosa o que deparara menos “sorpresas” desagradables, pero él les fue fiel a toda costa. Ellos le retribuyeron siempre esa amistad. Miller, por ejemplo, destacaba el carácter gentil de Quino, aún cuando a veces podía resultar inescrutable para otros. “Es que como somos mendocinos entre nosotros nos entendemos”, solía repetir cómplice y con una sonrisa. Divinsky hablaba siempre de él como “Quinito”, con una ternura inenarrable. Si De la Flor fue fundamental para conservar en el imaginario lector la obra de los humoristas gráficos de la década del ’60 en adelante, Quino fue indispensable para que De la Flor misma existiera.

El legado de Quino

Lo curioso de todo el fenómeno Mafalda –que se internacionalizó, tuvo series animadas y en el mundo es sinónimo de humor gráfico argentino- es que para el propio autor no se trataba de su trabajo más representativo. Él sostenía que “apenas” había dibujado esa tira durante nueve o diez años, pero que en cambio había hecho páginas y viñetas toda su vida. Era cierto. Además en esas páginas sueltas, con personajes sin nombre, el mendocino desplegaba sus inquietudes plásticas (el chiste del “Guernica” de Picasso “reordenado” es ejemplar en este sentido) y le permitía ir a fondo con su lectura de las relaciones de poder, de dominación y de clase que habitan en la sociedad.

Si en Mafalda tiene un peso enorme la coyuntura (esa de “Entonces… lo que me enseñaron en la escuela…”, al día siguiente del golpe militar, por ejemplo), en sus páginas hay tiempo para la reflexión y una poética más elaborada.

Quino dio todo. Si queda algún consuelo sobre su partida, es que también se le retribuyó cuanto se pudo. Recibió innumerables premios y homenajes y su sola aparición despertaba aplausos. Umberto Eco observó en un prólogo a la primera edición italiana de Mafalda que su obra era fundamental para entender a la Argentina. No le faltaba razón. Murió Quino. Por suerte dejó un legado para aprender a dibujarnos.

15 frases de Malfalda, más vigentes que nunca.

1- Nunca digas “de este agua no beberé”; porque al precio que están las gaseosas…

2- ¡Sonamos, muchachos! ¡Resulta que si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno!

3- ¿No sería hermoso el mundo si las bibliotecas fuesen más importantes que los bancos?

4- Lo malo de la gran familia humana es que todos quieren ser el padre.

5- No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que pasaba era que los que estaban peor todavía no se habían dado cuenta.

6- El problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta.

7- ¿Qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer ciertos nortes?Paren el mundo que me quiero bajar! y otras grandes frases de Mafalda - Letras - Letras

8- El problema es que hay más gente interesada que gente interesante.

9- Yo no quiero a mi inflación, ¿Y usted?

10- Lo ideal sería tener el corazón en la cabeza y el cerebro en el pecho. Así pensaríamos con amor y amaríamos con sabiduría

11- ¿Y no será que en este mundo hay cada vez más gente y menos personas?

12- Los diarios inventan la mitad de lo que dicen. Y si a eso le sumamos que no dicen la mitad de lo que pasa resulta que los diarios no existen.

13- Tenemos una moneda sana, no fuma, no bebe…

14- Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante.

15- ¿No sería mas progresista preguntar dónde vamos a seguir, en vez de dónde vamos a parar?

Mafalda y la violencia argentina

José Pablo Feinmann|

Mafalda nace en 1964 y deja de publicarse el 25 de junio de 1973. Las precursoras de la niña tierna, inteligente y politizada de Quino se encontrarán en La pequeña Lulú. Sobre todo, postulemos, en Lulú. La niña de Marge –que es su discutida autora– no se ocupa de política ni parece tener una gran inteligencia. Su amigo Tobi, menos. Tobi pertenece al mundo de los varoncitos. Hacen una casita en lo alto de un árbol y ponen un cartelito que enuncia: “No se admiten mujeres”. Las aventuras de Lulú son muy ingeniosas y aún hoy –veteranos como nosotros– podemos leer con placer algunos de sus comics.

No sólo por nostalgia de los tiempos lentos y hermosos de nuestra infancia, sino como genuino entretenimiento. Los comics son un arte descollante. Literatura dibujada, como había sentenciado Oscar Massota en los sesenta y con gran penetración e ingenio. Los otros antecedentes de Mafalda, sin tener la fuerza de Lulú, son Periquita hace lo que puede y esa obra maestra de Bataglia, María Luz, con su pancita al aire y su desbordante inteligencia. Ninguna como Mafalda, en la opinión de muchos. Que comparto.

La niña de Quino es una libertaria que no cesa de pedir paz, amor y no violencia en el mundo convulsionado de los sesenta. (Pensemos, muy especialmente, en la guerra de Vietnam.) Pero Quino, a través de Mafalda, expresas sus ideas, muchas de ellas agresivas con el establishment. Por ejemplo: Mafalda está por entrar al colegio. Agarra un metro y se mide la cabeza. Entonces, preocupada, dice: “¿Entrarán aquí todas las cosas que en el colegio me van a meter?” Y cuando se impone el golpe brutal del cursillista Onganía, la niña, en un solo dibujo que abarca toda la tira apaisada que salía en El Mundo, dice: “Pero entonces todo eso que me enseñaron en el colegio…”. Sí, Mafalda, son versiones interesadas que responden a la ideología de los sectores triunfadores, los del poder, los del establishment. Ellos dominan la educación y los niños argentinos se han educado según las ideas de las clases dirigentes.Las mejores tiras cómicas de Mafalda para homenajear a Quino

¿Por qué Mafalda deja de publicarse el 25 de junio de 1973? A cinco días de la tragedia de Ezeiza. Ese día luminoso en que –por lo menos– dos millones y medio de personas fueron a buscar a Perón, que regresaba al país. La marcha por la autopista Richieri fue una fiesta, una caminata bullanguera. Los padres llevaban a sus hijos, algunos sobre sus hombres. Iban madres embarazadas. Y jóvenes entusiastas. Todos desarmados. Sencillamente porque no pertenecían a ninguna organización que priorizaba los fierros por sobre la política.

El palco era un reducto de asesinos. A la espera. Osinde, custodio personal de Perón, personaje siniestro, los comandaba. Pero también se hallaban ahí mercenarios de la OAS, Organización del Ejército Secreto, los torturadores de Argelia, los que habrían de instruir a los carniceros del Proceso. Los franceses. Si Roca hizo la campaña exterminadora del “desierto” con el quepí francés, los mercenarios de la OAS estaban listos para defender a Perón de la furia guerrillera, con metralletas y con la tortura.

Hace 56 años comenzó Mafalda: por qué es una tira emblemáticaAhí estaba Leonardo Favio, que murió sin contar nada. O casi. Total, en su desaforada obra sobre Perón, a la izquierda peronista se la saltea. Le dedica menos de diez minutos. Se sabe lo que pasó en Ezeiza. Los matarifes de Osinde descargaron su poder de fuego y el día de júbilo se transformó en tragedia. Hubo alrededor de doscientos cincuenta muertos.

Cinco días después, Quino deja de dibujar la tira de Mafalda. El, que es un hombre de gran sinceridad, dice que esa decisión la tomó porque estaba cansado. No por la violencia. Esto pasó en la Feria del Libro, en que Juan Sasturain, Liniers, Rodrigo Fresán y yo festejamos los cincuenta años de la aparición de Mafalda. Quino se sorprendió y un poco se enojó. ¿Qué tenía que ver Mafalda con la tragedia de Ezeiza? ¿Por qué venía este politizado escritor, que había colocado su gordo trasero (vulgo: culo) junto a él, a complicar a Mafalda con hechos tan desdichados?

Pero no era ésa mi intención. El día anterior preparaba mi ponencia y la fecha del 25 de junio en tanto fin de Mafalda y el 20 de junio en tanto continuidad de la vieja y sanguinaria tradición argentina de la violencia me erizaron la piel. No podía ser casual. Que Quino lo niegue es importante, pero no suficiente para aniquilar mi hipótesis. Los grandes creadores saben todo sobre sus motivaciones interiores. ¿Lo saben? Se postula que no. Que nadie sabe todo sobre sí mismo. Que hay zonas a las que no llegamos. Zonas internas que determinan actos que no podemos tornar conscientes.

No quiero avalar ninguna teoría del inconsciente, teoría que me parece vieja y que elimina el acto libre del individuo que permite juzgarlo moralmente, ya que él es el responsable de las cosas que hace y no su inconsciente. Si no, el inconsciente se transforma en la versión psíquica de la obediencia debida. “No fui yo, fui determinado por mi inconsciente.” Hay cosas que ignoramos de nosotros porque las bloqueamos, porque no queremos o no toleramos llevarlas a primer plano. Quino tiene el derecho de afirmar que sabe todo sobre sus decisiones y por qué interrumpió la aparición de Mafalda a cinco días apenas de un hecho criminal y violento como pocos. Ahí perdí mi juventud. Ahí Quino dejó a Mafalda.Mafalda, 50 años de amor en España - Cultura Inquieta

¿Cómo la niña libertaria, idealista, tramada por los mejores valores de la condición humana, iba a emitir juicios en un país en que los juicios solían pagarse con la vida? No hay cobardía en esta decisión. Pero sin duda hubo una vacilación, la vacilación ante un país que empieza a volverse incomprensible. Mafalda no podía afrontar el terror que se desata ese día y que continuaría hasta el proceso genocida de los matarifes del ’76. Apenas cinco días después se retira de una escena que la sofoca.

A la realidad –es una frase de Borges que suelo citar– le gustan las simetrías. Ezeiza y Mafalda no establecen una simetría, pero sí una relación temporal demasiado cercana como no sostener que hubo una influencia del terror de la naciente Triple A en el abandono que la niña hace de la escena argentina.

Luego de Mafalda, Quino entra en una zona sombría en que el pesimismo es hegemónico. Sólo habrá que consultar el voluminoso libro que lleva por título Esto no es todo, publicado por De la Flor en 2001. Ahí encontramos la sabiduría de Quino en su expresión más elevada. Pero la sabiduría raramente lleva al optimismo. Sería injurioso para este artista preguntarse si su visión es optimista o pesimista, se trata de categorías pueriles, sin densidad. El mundo que ve Quino es el mundo de Quino: sólo él puede verlo así, dado que sus trazos dibujan la realidad no real (construida) que surge del encuentro entre su conciencia y la realidad de la que esa conciencia forma parte, comprendiéndola.

Mafalda y sus amigos. La mejor creación de Quino - Historietamania.comEl resultado es la obra de arte que jamás refleja la realidad (prepotencia del viejo stalinismo), que jamás la reduce a un sistema de signos preexistente (prepotencia de la lingüística), ni a un sistema de producción y de relaciones de producción preestablecido (prepotencia historicista de Marx). Aquí se trata de un individuo. La conciencia del artista (pese a estar inmersa en la trama de su tiempo) es siempre el encuentro entre esa conciencia y un mundo sobre el que está arrojada (…) y al que expresará en la modalidad propia, intransferible de su arte… (J. P. F., Escritos imprudentes II, Quino, humor y contrautopía, Grupo Editorial Norma, 2005, pp. 241/242).

Quino ha expresado esa colisión en trazos conceptuales, con hombrecitos sometidos a la gran maquinaria del poder, con el poder encarnado en mercancías, en hombres opulentos, en un sistema que, se ve claro, abomina. Sus dibujos son obras maestras obsesivamente trabajadas, con rayitas y rayitas que suelen producir vértigo, con una puesta magistral que sus ojos cansados no abandonaron nunca.

(Publicado en Página12 el 18 de mayo de 2014)

Qué decía Quino sobre Mafalda en 2014

Silvina Friera|

Un relámpago de alegría ilumina las pupilas del Príncipe sencillo, de pocas palabras y tantos dibujos inolvidables. La seguidilla de distinciones, galardones y homenajes no lo marea. Ante su humildad, cualquier ególatra se sentiría fulminado por un síncope de admiración. Los aplausos coronan el ingreso de  Quino –flamante Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades– al Centro Cultural de España en Buenos Aires. “Yo quería ser Picasso, pero hubo un momento en que me di cuenta de que no me daba para ser Picasso –cuenta el dibujante y humorista con esa picardía que lo caracteriza–.

Pero reconocimientos como éste a uno le hacen pensar que ha hecho algunas cosas que a la gente le gusta. Y eso da muchas satisfacciones. Una cosa que me dice mucha gente es ‘gracias por todo lo que nos has dado’. Yo me quedo pensando qué les he dado. No soy muy consciente de lo que he hecho.”La palabra de Quino sobre Mafalda.

 Víctor García de la Concha, presidente del jurado y director del Instituto Cervantes, afirmó que Quino ha sabido combinar con sabiduría “la simplicidad en el trazo del dibujo con la profundidad de su pensamiento”. Mafalda –“una niña que percibe la complejidad del mundo desde la sencillez de los ojos infantiles”– es “inteligente, irónica, inconformista, contestataria y sensible” y sueña con un mundo “más digno, justo y respetuoso con los derechos humanos”.

Los miembros del jurado celebraron “los lúcidos mensajes” del personaje, que siguen vigentes cincuenta años después de su nacimiento; y subrayaron que es una obra con “un enorme valor educativo”, traducida a numerosos idiomas, “lo que revela su dimensión universal”. Esos dibujos, esas criaturas adheridas al corazón de tantas vidas y lenguas, “trascienden cualquier geografía, edad y condición social”.

El Premio Príncipe de Asturias que ha obtenido consiste en una escultura diseñada por Joan Miró y 50.000 euros, además de un diploma y una insignia representativa. Es la primera vez que lo recibe un humorista y dibujante gráfico. “La historieta puede ser un arte menor, pero también como medio de comunicación es bastante apropiada para difundir masivamente el humor o las ideas, que no tienen por qué ser humorísticas. Todavía hay gente que nos pregunta: ‘¿Usted, además de esos dibujitos, en qué trabaja?’. Hay gente que no lo toma como un trabajo”, dice Quino, acompañado por sus editores históricos de Ediciones de la Flor: Daniel Divinsky y Kuki Miler.

Vive con “sorpresa” y “alegría” un galardón que no esperaba. “Alguien me había dicho que estaba en una lista para este premio, pero no tomé conciencia de esto. Así que me ha caído un lindo regalito.” Habla a su ritmo, con sus ejemplos y su chispa traviesa. “Usar la palabra ‘especial’ no me gusta porque se usa para cualquier cosa: ‘mi novia es especial’, ‘fui a ver una película muy especial’. No sé si es especial o no, pero que es un premio en el que me siento muy bien acompañado por quienes lo han recibido y estoy contento de que me lo hayan dado a mí.” Aunque sea la pregunta que siempre le hacen y la respuesta se sepa, quizá la ocasión podría ser una excusa para que regresara Mafalda. “No, me parece que no tiene sentido –contesta Quino–.Mafalda: Frases graciosas, sarcásticas, positivas y de amor - Vanidades

Lo que había que decir ya lo dije. No sé qué pensaría Mafalda. Cuando me preguntan qué pensaría Mafalda de tal cosa, yo digo que lo mismo que dijo en su momento ante otros acontecimientos similares. Aquella fue una época muy llena de acontecimientos; parecía que el mundo iba a cambiar para mejor; estaba Mayo del ’68, estaba la buena guerrilla en América latina –también había de la mala–, estaba Juan XXIII, había mucha esperanza de que el mundo cambiara. Después cambió, no digo que para peor, pero para seguir como siempre.”

Circunstancias como estas ameritan las anécdotas. Los recuerdos piden pista. Quino inauguró recientemente la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. “Hubo una señora que se puso a llorar de un modo que no podía parar. No sabíamos qué hacer. Al final intervino Julieta, que es mi agente y sobrina, y dijo: ‘basta’, ‘termínela’. Esta mujer lloraba de una manera increíble. Estas cosas a uno lo dejan muy despistado: ¿qué ha hecho uno tan importante para la gente? –se pregunta, una vez más–. Esta mañana me despertó Alicia (su mujer) con esta noticia y me quedé muy sorprendido y todavía no me repongo y no sé qué decir, porque se corre el riesgo de decir lugares comunes que pierden sentido de tan comunes que son.” Que sea España el país que ahora lo ha distinguido es ‘natural’ para el hombre que nació en Mendoza, el 17 de julio de 1932, como Joaquín Salvador Lavado.

“Mis padres eran andaluces y hasta llegar a la escuela primaria hablaba en andaluz; con mi hermano mayor nos hablábamos de ‘tú’ y con el otro de ‘che’ y de ‘vos’. En cada mujer debo ver un poco a mi madre porque a las mujeres las trato de ‘tú’; lo cual queda un poco raro. En muchos países me preguntan de dónde soy –confiesa–. He tenido muchos problemas de adaptación cuando vine de Mendoza a Buenos Aires porque hablaba mendocino mezclado con andaluz, entonces había cosas que no entendían. Cuando empecé a publicar en Rico Tipo me costaba mucho también. Cuando Divito me dijo que los lectores quieren texto, tuve que esforzarme por aprender a escribir textos. Y me salían de ‘tú’.”

A los 81 años, tiene una cuenta pendiente, un interrogante sin respuesta. Nada menos que con el autor de Ficciones. “Me quedó una frustración muy grande porque la única vez que pude cambiar unas palabras con Borges él estaba hablando sobre el idioma español. Le dije: ‘Perdón, soy hijo de inmigrantes andaluces’. Y me dijo: ‘Ah, usted sabe que la palabra andaluz viene de vándalos…’ y me llevó la conversación para el demonio. Yo pensaba preguntarle qué le parece a usted esta mezcla que tenemos acá para aprender el español, que nos enseñan de ‘tú’, de ‘vos’, de ‘che’. Y me quedó atravesada esta pregunta con Borges”, reconoce un Quino aún perplejo por ese desvío borgeano.

Las mejores frases de Mafalda“Muchas veces no entiendo qué hablan en las películas argentinas. A los chicos jóvenes, por la calle, tampoco les entiendo lo que dicen. Entre eso y la cibernética, me encuentro con un mundo en el que tengo poco que ver en muchos aspectos –reflexiona–. Por otra parte, está la contradicción de que lo que he dibujado hace cuarenta años está vigente y sigue de moda. Entonces no entiendo nada. El día de hoy, especialmente, me parece muy raro.”

Lo cotidiano bien podría ser la manifestación de un puñado de rarezas para coleccionar. ¿Cómo explicar el furor que genera en los chicos Mafalda? “La curiosidad infantil cambiará con las épocas de un tema a otro, pero es una necesidad natural en los chicos, que tienen que aprender todo, desde el idioma hasta cómo funcionan las ideas y los aparatos electrónicos, ante los cuales me siento completamente inútil.” Quino remeda nuevamente en la miscelánea anecdótica para ilustrar su desconcierto.

“Una señora que trabajaba en casa ahora resulta que cuida chicos y la explicación que le dio a mi mujer es que cuidar un chico no cuesta nada porque uno les da la tableta y se quedan ahí y no hay que decirles nada en todo el día. Es muy raro para mí cómo se está poniendo el mundo. Lo de la vigencia de Mafalda no lo entiendo. El mundo está cambiando mucho y la gente sigue leyendo cosas que uno dibujó hace tanto tiempo, que pareciera que no cambió nada porque no serían temas vigentes. Estoy en un momento de despiste, no entiendo lo que está pasando.”

Dos dictadores se molestaron con Mafalda: Augusto Pinochet, en Chile; René Barrientos, en Bolivia. “Sé que no les gustaba”, comenta Quino. “Cuando hice el póster de Mafalda con el palito de abollar ideologías, dos meses después de que nos fuimos del país, en el ‘76, mataron a los curas palotinos. Ellos tenían en la habitación este póster. Los asesinos lo arrancaron y lo tiraron sobre los cadáveres. La verdad es que me sentí tan mal… Este país es como la canción de María Elena Walsh: ‘porque me duele si me quedo pero me muero si me voy…’”.

El dibujante y humorista recuerda una visita que le hizo a Héctor Oesterheld, el creador de El Eternauta, junto con Oski. “No sé cómo fue que dijo que si a Picasso el pueblo no lo entendía, Picasso no servía para nada. Oski y yo nos pusimos muy mal. ¡Cómo decís eso, que no sirve para nada! ¿Vos creés que la gente no entiende lo que hace Picasso? El decía que había gente que sí, pero si la mayoría del pueblo no lo entendía, Picasso no servía. Nos pareció una barbaridad muy grande… Pero lo que le pasó a la familia Oesterheld es tan terrible, que uno no puede menos que sentirse culpable de haber tenido una discusión sobre un tema tan banal frente a lo que ocurrió después.”Mafalda y su Subjetividad Política: La Niña Interior que Todas Deberíamos Tener.

El humor ha cambiado mucho para Quino. “Me doy cuenta de que páginas mías o de Caloi o del Negro Fontanarrosa no tienen nada que ver con el humor que se hace hoy –compara–. Por lo que veo que hace Liniers y otros chicos más jóvenes, el humor que se hace está basado en algo que no tiene nada que ver con la realidad, por lo menos la realidad argentina actual. Bife Angosto sí, por ejemplo, se acerca mucho a lo que pasa. Pero los demás hacen cosas muy poéticas, muy sesudas, que no tienen que ver con la realidad que nos rodea. Sé que hay muchos chicos están haciendo cosas por Internet, que según me dicen son maravillosas, pero es un mundo que no manejo porque veo muy mal en pantalla.”

El humor que se hace en televisión no lo convence. “Me parece que la televisión está muy desaprovechada. Uno, por la edad, se va poniendo un viejito nostalgioso, pero me da pena que una cosa como el humor se utilice chabacanamente o mal.” De un trabajo que no llegó a realizarse nació la niña de pelo azabache que odia la sopa y ama a los Beatles. La dibujó para una campaña de publicidad encubierta destinada a la empresa de electrodomésticos Mansfield. La primera historia de Mafalda salió en Leoplán, pero encontraría regularidad en el semanario Primera Plana, donde se publicó el 29 de septiembre de 1964.

En marzo de 1965 empezó a salir en el diario El Mundo, en el que continuó apareciendo hasta el cierre de esta publicación, en diciembre de 1967. Las aventuras de la niña se prolongarían en Siete Días. Apenas una década en papel impreso vivió la “heroína iracunda”, como la definió Umberto Eco. Aunque parezca mentira. Cuántas frases se han asimilado en el imaginario, glosadas y repetidas en las conversaciones; ecos de lo que vendrá, memoria de lo que ha sido, una especie de “pensamiento viajero” que acompaña tantos itinerarios. Quino dejó de dibujarla en 1973. Pero el personaje nunca lo abandonó a él. Ni a sus lectores.

“La changuita de gobernar”

La vicepresidenta Cristina Kirchner se sumó en las redes sociales a los homenajes al fallecido dibujante Quino. Lo hizo a través de la publicación de un video de un acto que tuvo lugar en 2012 y en el que el humorista le deseó suerte en esta changuita de gobernar” la Argentina.

El video data de octubre de 2012, cuando la entonces presidenta inauguró por videoconferencia el Centro Provincial de la Cultura, ubicado en la localidad mendocina de Guaymallén, en un lugar donde “desde chico venía a jugar”, recordó Quino. “Ver ahora esta especie de Notre Dame de la cultura es, para mí, maravilloso”, destacó el dibujante, acompañado por el artista plástico Julio Le Parc.

CFK le agradeció la creación de Mafalda, un personaje “que iluminó toda una generación” y que “interpeló a la sociedad” diciento “las cosas que no se podían decir en épocas que la palabra estaba prohibida”. El cierre lo tuvo Quino, quien se despidió con un agradecimiento y una frase que hizo sonreír a la ex presidenta: “Le deseo mucha suerte en esta ‘changuita’ de gobernar que tiene usted”.