El hombre de la transición

362

UN GRANO DE MAÍZ | Marx dice: “la condición humana es la relación social”. Ortega y Gasset asentó: “Yo soy yo y mi circunstancia”. Es así, el humano pensante ha entendido que él y las circunstancias forman una unidad, con contradicciones, con armonías, pero siempre uno.

ungranodemaiz.blogspot.com

De lo anterior surgen preguntas: ¿Hasta dónde se puede modificar la relación hombre-sociedad? ¿Puede el hombre escaparse de ella? ¿Cómo conocerla? ¿Cómo se manifiesta la relación hombre-sociedad? ¿Puede el hombre prepararse para la modificación? Ensayemos algunas reflexiones.

En política, y en su otra cara, la economía, que nos interesa mucho en estos días, se evidencia la relación hombre-sociedad (circunstancias). Pensemos, ¿cómo actúan los políticos?, ¿hasta qué punto están influidos por las relaciones sociales?, ¿hasta dónde llega su libre albedrío?, ¿hasta qué punto es sólo la personificación de un proyecto, de unos intereses?

Un obama, por ejemplo, ¿podía actuar diferente a como actuó? Preguntémonos lo mismo sobre rajoy, zapatero, lula. Pensemos en un millonario como bill gates, ¿por qué no reparte su dinero?, o en los banqueros, ¿por qué no hacen préstamos sin intereses?, ¿qué piensan?, ¿qué determina su pensamiento?, ¿cómo lo justifican?

Las preguntas pueden ser casi infinitas, las respuestas han angustiado al hombre desde lo profundo de la historia, han provocado muchísimas discrepancias. Intentemos aproximaciones.

El sistema capitalista es un conjunto de relaciones, intereses y necesidades que, como una tela de araña, atrapa al humano. Lo moldea a su imagen y semejanza, lo convierte en una pieza de su interés, colonizándolo y transmutándolo en una personalización del capital. Podemos resumir diciendo que el sistema capitalista se sustenta en humanos capitalistas. Sistema y hombre forman una unidad.

El sistema capitalista, para funcionar, necesita producir mercancías que se realicen en el mercado, es decir, que se vendan. De esta manera realiza la explotación del trabajador. Debe producir, además, con el mayor beneficio posible, por eso debe adecuar las necesidades de la sociedad a su producción y crear las necesidades que maximicen la ganancia para el capitalista.

El capitalista no produce lo que la sociedad naturalmente necesita, sino que crea necesidades que determinen la producción con alto beneficio. De esta manera el capital toma el control de la sociedad y el humano pasa a ser un manejado. La mercancía, como un fetiche, dirige a la sociedad, el capital es un nuevo dios.

La Política y los políticos en el capitalismo están sumergidos en esta pérdida de la personalidad, están al servicio del mundo de las mercancías, no al servicio del hombre.

El Socialismo pretende zafarse de esta situación de enajenación, cambiar la sociedad, cambiar las circunstancias del hombre. La tarea tiene dificultades, opera en la sociedad enajenada, debe captar a los hombres alienados para la causa del cambio, para el renacer de una nueva sociedad, el período de transición se realiza con hombres de la transición habitados por lo viejo, contradictorios.

La tarea es descomunal, pero es posible.

¡Con Chávez!