El ciclo electoral que se viene en América Latina

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RAFAEL CUEVAS MOLINA|Después de varios años en los que fuerzas nacional-progresistas han podido asumir la gestión gubernamental en varios países de América Latina, se aproxima un nuevo ciclo de elecciones.arg cris y bacheletAUNA, Costa Rica

Éste tiene distintas connotaciones en función de cada uno de los países pero, en términos generales, constituye un momento importante que posibilitará hacer un balance del nivel de fortaleza que tienen tales proyectos.

Dos procesos se aproximan a elecciones que casi tienen un carácter plebiscitario aunque no hayan sido convocadas con esos fines: Argentina y Venezuela.

En Venezuela se tendrán elecciones municipales después de nueve meses de gestión del presidente Nicolás Maduro. Venezuela constituyó, bajo la presidencia de Hugo Chávez, el proyecto dinamizador de algunos de los más emblemáticos procesos que caracterizaron a estos gobierno nacional-progresistas. El mismo presidente Chávez mostró siempre una gran energía y entusiasmo en impulsarlos, imbuido de un espíritu solidario latinoamericanista que no se veía desde la Revolución Cubana. En estas condiciones, la Revolución Bolivariana concitó adhesiones y entusiasmos que permitieron vivir un espíritu de cambio que no se intimidaba ante la innovación y la transgresión con tal de afirmar una vía que llevara hacia “otra cosa”, distintaa lo realmente existente. El reto de Nicolás Maduro ha sido inmenso: estar a la altura de tal dinámica en medio de una ofensiva de la derecha que, aunque no ha cejado nunca de pelear por volver a la gestión gubernamental, en esta oportunidad se siente envalentonada por la inesperada desaparición del carismático líder.

En Argentina, la gestión kirchnerista pasa, también, por un momento de amenazas que se viene gestando desde hace ya varios meses, producto de la inconformidad de sectores medios con las políticas sociales que no los tienen a ellos como el centro de su atención. Las clases medias latinoamericanas constituyen hoy en día un serio escoyo para los gobiernos que desean impulsar políticas que favorezcan a los más pobres pero, sobre todo, cuando anuncian que quieren procurar cambios más profundos que puedan tocar las estructuras prevalecientes. Ganados para la sociedad de consumo, estos sectores medios que identifican la felicidad con tener más, se han constituido en los más visibles opositores de la presidenta Cristina Fernández, abriendo la posibilidad que en las elecciones legislativas que se aproximan el kirschnerismo pierda la ventaja con la que cuanta en el Congreso.

Otra es la perspectiva en Chile y Honduras, en donde se abre la posibilidad de retorno de agrupaciones política que fueron desplazadas del poder por la derecha. En el caso chileno, la Nueva Mayoría se perfila como virtual ganadora de las próximas elecciones presidenciales, con la novedad de haber incluido a fuerzas que podrían inclinarla hacia la toma de posiciones más hacia la izquierda que las que anteriormente tuvo la Concertación. Esas fuerzas de izquierda, precisamente, se han visto cuestionadas por haber pasado a formar parte de esta alianza, dados los antecedentes de los tres anteriores gobiernos de la Concertación, que no solo no rompieron con el modelo heredado del pinochetismo, sino que lo administraron, e incluso en algunos casos, lo profundizaron. El argumento del Partido Comunista es que precisamente su participación en esta alianza posibilitará un cambio en ese sentido. En todo caso, las opciones que se abren hacia el futuro en un Chile sismado por la protesta social pueden ser favorables para el movimiento popular que tanto ha perseverado en la lucha y la protesta.

Honduras, por su parte, se enfrenta a la posibilidad no solo de retorno de las fuerzas que ven elecciones2013acuerparon la presidencia de Manuel Zelaya, derrocado por acercarse al proyecto latinoamericanista del ALBA, sino de estas reforzadas por otras más conscientes y radicalizadas por la lucha que llevaron a cabo en contra del golpe de la derecha. Para Centroamérica en su conjunto, un triunfo de Xiomara Castro, esposa de Zelaya, abriría de nuevo la posibilidad que otros procesos que tienen lugar en países colindantes, especialmente El Salvador y Nicaragua, pudieran sentirse más confiados para adelantar políticas propias de esta oleada nacional-progresista de América Latina.

Nos acercamos, entonces, muy posiblemente a una reconfiguración parcial del panorama político de América Latina, que podría arrojar luces sobre tendencias que podrían ir cristalizando en los próximos años.