El Che, poeta revolucionario

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DANIELA SAIDMAN | Presente en la memoria de sus días, de sus ires y venires por la América Mayúscula, derramado en las solidaridades y en las luchas, Ernesto Che Guevara (Rosario, 14 de junio 1928 – Bolivia, 09 de octubre de 1967) está más vivo que nunca, más vivo que siempre.

Daniela Saidman – Barómetro Internacional

Mito y realidad, al Che trataron de convertirlo en souvenir, afiche o panfleto… tal vez porque esa era la única forma de asesinarlo, pero su imagen es para muchas y muchos una verdad a prueba de tiempo, y su ejemplo renace una y otra vez en los sueños libertarios de los pueblos. Médico, guerrillero, ministro, trabajador, el Che también fue poeta.

Su imagen, la imagen del hombre, se repite en muchas paredes, una y otra vez su mirada convoca a la ternura. Ese Guevara infinito que vive y sufre la América contradictoria, es y será siempre una llamarada de esperanza. Ese revolucionario inmortal legó además de su ejemplo y su convicción de lucha, los versos que son memoria de sus días, de sus ires y venires.

Voz de los silenciados, de los olvidados, de los nadies, el Che supo temprano de los dolores humanos, del hambre centenaria y así, su palabra se hizo estandarte para acompañar y acompañarnos en todas las luchas y en todos los sueños de hoy y de mañana. Guevara es el imprescindible Quijote latinoamericano, el que nos ha enseñado a endurecernos “sin perder jamás la ternura”. El Che es palabra y ejemplo, hombre que ha trascendido las geografías y los tiempos, para ser siempre presente.

Médico revolucionario

Fue en 1947 cuando Ernesto Guevara ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Durante 1952 viajó por Argentina, Chile, Perú, Colombia y Venezuela en compañía de Alberto Granados. El título de médico lo recibió en 1953.

Luego de sus vivencias en Bolivia y su posterior contacto con exiliados latinoamericanos en Perú, llegó a Guatemala en diciembre de ese mismo año. Apenas un mes después, en enero de 1954, entabló amistad con Antonio Ñico López, uno de los participantes del asalto al Cuartel Moncada. Y precisamente después del golpe de Estado que derrocó al gobierno democrático de Jacobo Arbenz, el Che partió a México, donde conoció a Fidel Castro y se enlistó como médico en la futura expedición del Granma. En 1956 los revolucionarios partieron con destino a Cuba. El desembarco se produjo el 2 de diciembre.

De allí en adelante el Che se convirtió en uno de los más valientes combatientes que tuvo la revolución cubana. Y su entereza y honestidad lo llevaron a ocupar importantes cargos en la naciente Cuba revolucionaria, entre ellos el de Presidente del Banco Nacional de Cuba y Ministro de Industrias.

El 3 de octubre de 1965, en el acto de constitución del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Fidel leyó la carta de despedida del Che. El guerrillero heroico partía a Bolivia con el nombre de Adolfo Mena González.

El 08 de octubre de 1967, Ernesto Che Guevara fue herido en combate en la Quebrada del Yuro, y un día después asesinado en la Higuera.

Las voces del Che

La América india, negra, pobre, saqueada… se dibuja en las manos del Che, extiende sus alas y vuela sobre las ganas y las utopías necesariamente realizables. En sus versos convergen la tierra y el color de Nuestra América, como un amasijo de cantos, llantos, resurrecciones, rebeldías y truenos. Él es la tierra sembrada de esperanzas, hijo nacido del vientre de todas las mujeres que sueñan otros mañanas.

Con sus ojos cruzados de paisajes, anduvo el Che poeta los recuerdos y los afectos. Avanzaron sin piedad sus pasos por la geografía del silencio impuesto. Irrumpió en la memoria de los jóvenes que eran, de los jóvenes que somos. Una estrella tiritando de frío en la sombra, descubierta en las voces que recitan en susurros su nombre de héroe sin misterio, de hermano y compañero.

Su canción es himno de lucha, viento que despeina el polvo, lluvia que moja lo que no puede seguir siendo. Resurrecto en las horas, el Che permanece en la estatura de su ejemplo. Su mirada estará en las selvas, en los desiertos, en los mares y los ríos, en todos los continentes, cuando su voz estalle la noche. Él sigue cantándonos rebeldías, indicando caminos, señalando errores, amando la palabra y la tierra. El Che vive y vivirá siempre que alguien lo nombre, que alguien lo invoque a mitad de una tarde sin sombra. Vive en la mirada niña y en los pies descalzos y sin escuelas, vive como viven todos los que construyen rebeldías y libertades. Porque no ha de morir nunca el que hace de su vida una fértil semilla de sueños.

 

Vieja María, vas a morir

“Toma esta mano de hombre que parece de niño

entre las tuyas pulidas por el jabón amarillo,

restriega los callos duros y los nudillos puros

en la suave vergüenza de mis manos de médico.

Descansa en paz, vieja María,

descansa en paz, vieja luchadora,

tus nietos todos vivirán la aurora. LO JURO”.

Ernesto Che Guevara

 

Despedida a Tomás

“Un día, aunque mi recuerdo sea una vela

más allá del horizonte

y tu recuerdo sea una nave

encallada en mi memoria,

se asomará la aurora a gritar con asombro

viendo a los rojos, hermanos del horizonte

marchando alegres hacia el porvenir”.

                                                 Ernesto Che Guevara

 

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