El alcalde de Valencia, el Defensor del Pueblo, Fedecámaras y los bachaqueros

 

Luís Salas Rodríguez ·

Cuando Franklin Roosvelt se preparaba para impulsar el conjunto de reformas que coadyuvaran a reactivar la economía norteamericana en medio de la Gran Depresión de los años 30, rápidamente entendió que nada podía hacerse si no se cortaban las alas del gran capital monopolista y especulativo que había, de hecho, causado la quiebra de las bolsas en 1929. Así las cosas, antes de lanzar su célebre New Deal, Roosvelt dejó claro que primero iría tras los “barones económicos” y por la corrección de las reglas cuya “manipulación despiadada de los jugadores profesionales y el sistema corporativo”, permitió que “unos cuantos intereses poderosos hicieran carne de cañón industrial la vida de la mitad de la población”

Y es que al día siguiente de su toma de posesión, en marzo de 1933, dichos barones económicos provocaron una corrida bancaria, como para dejar constancia de su poder y que no estaban dispuestos a ceder sus privilegios. Pero Roosvelt no se amilanó, y más bien agarró el impulso y legitimidad que necesitaba para atacar.

Cuenta la historiadora Doris Kearns Goodwin en su biografía de Roosvelt, que reflexionando éste un día junto a su equipo sobre el reto que había asumido dijo: “Consideran al Gobierno un mero apéndice de sus propios negocios. Ahora sabemos que el Gobierno del dinero organizado es tan peligroso como el Gobierno del crimen organizado. Son unánimes en su odio hacia mí y les agradezco su rencor“.

A partir de entonces, se hizo popular una expresión inventada por Roosvelt resultante de la contracción de banquero y gangster: bankster. La idea era simple: no había diferencias fundamentales entre unos y otros, en el fondo actuaban con el mismo desprecio contra el resto en la búsqueda de sus intereses, siendo las únicas diferencias el grado de ilegalidad de una y otra, y el hecho, denunciado más tarde por Edwin Sutherland en su célebre Delitos de Cuello blanco (ver nuestro trabajo para la UNES Delitos de cuello blanco en Venezuela: aproximaciones para una investigación cada vez más necesaria) de que la imagen social de los primeros se reforzaba por el control de la opinión pública que ejercían.

Cuando se revisa la historia, no es difícil encontrar casos en que las formas, maneras, procedimientos y organizaciones económicas se paracen mucho cuando no derivan directamente de las mafioso-delictivas y también viceversa. Esta, de hecho, es la tesis de historiadores tan renombrados como Fernand Braudel y Werner Sommbart (a quien se le atribuye el término) para explicar el origen del capitalismo. El gran despliegue mundial del capitalismo inglés, su célebre Imperio, por ejemplo, debe mucho a los corsarios. Y éstos a su vez no se explican sin el desarrollo de éste. ¿Y qué decir de los genoveses y demás comerciantes del mediterráneo? ¿ O de los Welser, primeros conquistadores de estas tierras, banqueros, traficantes y piratas todo en una misma presentación?

Así las cosa, la famosa mafia italiana organizada por famiglias y clanes replica las formas de la vida socioeconómica de la italia rural y feudal organizada bajo dichas figuras. La yakuza japonesa, a su vez, replica la forma organizativa centralizada y de alta disciplina de los shogunatos. ¿Y no es el narcotráfico colombiano y el paramilitarismo la versión para los ilegalismos del modo de vida rural donde el patrón dispone de la vida y muerte del resto?

Todo lo anterior viene a propósito de la polémica en torno a la medida tomada por el Alcalde de Puerto Cabello de detener a los bachaqueros y ponerlos a cumplir servicios sociales vestidos con llamativas bragas rojas, de manera que todo y toda aquel que los vea sepa qué delito cometieron. El Defensor del Pueblo criticó la medida, argumentando que, además de la práctica del etiquetamiento y sometimiento al escarnio público, la autoridad municipal estaba usurpando funciones al imponer penas sin tener autoridad para ello.

A mi modo de ver, el Defensor del Pueblo tiene a razón en ambas cosas. Y no puede confundirse el apoyo que dicha medida inspiró automáticamente en la mayoría de la población con el hecho de que esté bien. Que este apoyo exista, pienso, responde a dos razones fundamentales: en primer lugar, a la persistencia de prácticas en el imaginario colectivo no consonas con los valores de una sociedad nueva. Y la segunda, a la más que entendible frustración que la mayoría honesta del país (reflejada en la preocupada y hasta desesperada respuesta del Alcalde a las críticas del Defensor) siente ante la impunidad con que los bachaqueros y demás especuladores actúan.

También lleva la razón el Defensor en lo que refiere al trato discriminatorio. Pero no solo en el sentido convencional que él lo dice. Si no porque si todos y todas estamos conscientes de que tales prácticas fueron promovidas en primera instancia y siguen siendo principalmente articuladas por el comercio formal agremiado en Consecomercio y Fedecámaras en el marco de la guerra económica contra el país, así como es público, notorio y comunicacional que grandes comerciantes ha sido y son responsables del desvío de mercancía a la economía informal y el contrabando, el remarcaje, la especulación, el acaparamiento, etc., ¿por qué con estos no se actúa igual? El actual presidente de FEDECAMARAS hizo una defensa pública de los bachaqueros el momento de asumir su mandato votado por los comerciantes agrupados en dicho gremio. Y sin embargo, a los pocos días estaba en la AN acompañado del mismo alcalde que pone bragas a los bachaqueros…

Los bachaqueros en cuanto problema que hay que combatir, son en buena medida la consecuencia del bachaqueo de cuello blanco que popularizó el comercio formal, como los raspa-cupos no hacen otra cosa que lo mismo que hacen dichos comerciantes y empresarios con las divisas públicas. E igualmente, el PRAN de la cárcel, como he dicho en otras ocasiones, no es más que una versión malandra del gran empresario sifrino monopólico tipo Lorenzo Mendoza . Las diferencias son de forma y ciertamente de peligrosidad: sin duda, mucho más daño hacen y han hecho los presidentes de FEDECAMARAS y los dueños de Polar al país, mucho más peligrosos y azotes son. Una vez alguien dijo que en Venezuela no había empresarios sino bohoneros con ínfulas que compraban barato para vender caro, verdad del tamaño de una casa desde los tiempos de la Colonia. Hoy puede decirse con igual razón que los bachaqueros no son otra cosa que la versión “popular” del típico empresariado venezolano.

Esto no desdice ni contradice el hecho que los bachaqueros en cuanto constituidos como mafias, están estrechamente ligados con el paramilitarismo. Pero aquí volvemos a lo mismo, pues dicho paramilitarismo fue traído y promovido por los grandes sectores económico y de la derecha política para salvaguardar sus intereses y conspirar contra el gobierno.

A mi modo de ver, y salvando las diferencias que haya que salvar entre una y otra situación, con los bachaqueros pasa algo similar a lo que ocurrió hace unos años con los buhoneros. En este último caso, también actuaban mafias -la gran mayoría de ellas extranjeras- que tenían zonas enteras tomadas bajo su control absoluto, como era el caso del Boulevard de Sabana Grande y la actual plaza Ibarra. Pero también era cierto que dichas mafias en gran parte eran promovidas por comerciantes formales o aprovechadas por estos para desviar productos y cometer, entre otros delitos, fraude fiscal. Así como también era cierto que de fondo existía una situación de pobreza que alimentaba las filas del buhonerismo.

La resolución del problema se hizo entonces por cada uno de esos flancos, aplicando la ley vía policial desalojando espacios cuando tocó hacerlo. Pero a su vez también metiendo en cintura a los comerciantes formales a través de las instancias de control fiscal nacionales, regionales y municipales. Y lo que a mi modo de ver fue la clave: atacando la situación de pobreza de las familias sumadas al buhonerismo, en el marco de la superación global de la pobreza acometida durante todos estos años de gobiernos chavistas. La derecha sabe eso, de allí que parte de la estrategia de la guerra económica sea volvernos a aquella situación de pobreza y desesperación generalizada donde las grandes mayorías no pueden acceder a los bienes básicos bien porque no los encuentra o bien porque no puede pagarlos cuando los encuentra. Ese el caldo de cultivo para todo lo demás.