El ALBA y la decadencia de la hegemonía mundial estadounidense

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MARIO SANOJA| Analizando los juegos estratégicos que preceden a la llamada Cumbre de las Américas, a celebrarse  próximamente en Colombia, se hace evidente la extraordinaria importancia política que ha adquirido la ALBA en el movimiento de liberación e integración de los países de América Latina.

Hasta 1998, era casi impensable que algún gobierno regional pudiese seguir una vía política independiente de los designios imperiales y mucho menos refutar un dogma tan aberrante de su política colonial tal como es el aislamiento y el bloqueo de nuestra hermana Cuba.

Le cupo a Venezuela y a nuestro Presidente Comandante Hugo Chávez Frías la valentía de abrir una brecha en el telón de hierro alimentado de violencia, terrorismo y mentiras mediáticas que el imperialismo tejió –primero- en torno a Cuba, luego en torno a la Nicaragua Sandinista y después como estrategia para aislar y destruir a todos aquellos países que, como la Venezuela Bolivariana, Ecuador y Bolivia luchan por labrar su camino hacia un destino independiente, soberano y socialista.

Los procesos de liberación nacional gestados al calor las luchas populares en diversos países de Suramérica y el Caribe en la primera década del siglo XXI, han conducido a la creación de un bloque de naciones, la ALBA, que no es hoy día solamente una alianza política integradora, económica y cultural, sino, particularmente una posición ética que destella como un rayo luminoso sobre las  mediocres clases políticas que gobiernan en algunos países de la región. Esas  oligarquías escogieron seguir siendo sirvientes sumisos de la también mediocre oligarquía política, financiera y militar que lamentablemente oprime a ese gran pueblo de los Estados Unidos, que hoy se indigna y se rebela contra la injusticia capitalista.

Los países de la ALBA han decidido, soberanamente, decir ya basta al bloqueo de los USA contra el pueblo de Cuba. No es posible seguir participando en esa mascarada política denominada Cumbre de las Américas a celebrarse en Colombia, cuya agenda es elaborada por el Departamento de Estado de USA y por los burócratas de su Departamento de Colonias, la OEA, sin tomar en consideración los temas que realmente interesan para definir el futuro inmediato de nuestros pueblos.

La argucia inventada por el gobierno de Colombia para soslayar la participación de Cuba en la llamada Cumbre de las Américas, es “la falta de consenso” lo cual quiere decir que el gobierno de USA no permitirá que se  invite a Cuba, ya que sería reconocer lo absurdo e injusto del bloqueo que le hace  a dicho país hermano.

Desde finales del siglo XIX la diplomacia estadounidense consideró que Cuba era una “extensión natural” del territorio de los USA. De allí la llamada Enmienda Platt impuesta a la primera Constitución  de aquel país que convertía legalmente a Cuba en un protectorado de los Estados Unidos. Levantar el bloqueo a Cuba significaría para el gobierno de los Estados Unidos renunciar explícitamente a la posibilidad de convertir a dicho país en una colonia. Si ello ocurriese en una reunión internacional como la “Cumbre de las Américas”, ocurriría una hecatombe diplomática que golpearía mortalmente la ya maltrecha y pretendida hegemonía estadounidense sobre los países de  América Latina.

La posición de la oligarquía colombiana es patética: quiere al mismo tiempo conciliar su abyecta sumisión al  bloque imperial (Estados Unidos, la Comunidad Europea y la oligarquía sionista que gobierna en Israel) y la urgente necesidad de contar con el respaldo político de la ALBA y de UNASUR para resolver el estado  de guerra civil que desde hace medio siglo sacude a la sociedad colombiana, sin hacer ninguna concesión sustancial que conduzca a democratizar la férrea dictadura de clase que dicha oligarquía mantiene sobre el pueblo colombiano desde hace por lo menos tres siglos.

El gobierno venezolano tiene en sus manos las claves económicas para presionar una apertura política en Colombia, como ya hemos visto, pero ello no va de acuerdo con la filosofía política bolivariana de nuestra revolución que se basa en el respeto a la soberanía de las naciones y el derecho a la autodeterminación de los pueblos.

La oligarquía que gobierna en Colombia debería estar consciente que su actitud entreguista ante el imperio lesiona cada vez más su soberanía nacional y aleja las posibilidades de una solución negociada a la guerra civil que no solo abate a Colombia desde hace más de medio siglo, ocasionando más de 300.00 muertes y millones de personas desplazadas y moralmente destruidas, particularmente mujeres, sino que constituye un cáncer que enferma política y socialmente al resto de los países de la región; para un ejemplo, el impacto mortal del narcotráfico originado en Colombia sobre la sociedad mexicana, sin hablar de la venezolana, entre muchas otras…

Por las razones enunciadas el gobierno bolivariano y el bloque político de la ALBA en general tienen que mantener firme su posición de no asistir a la Cumbre de las Américas si Cuba no está presente o si la discusión del injusto bloqueo a Cuba no es considerado,  sin tapujos, como central  de la agenda política de la Cumbre. Nada ganaremos con asistir a ella para convalidar cual convidados de piedra una farsa que tiene entre sus objetivos destruir el proceso de integración regional logrado en la CELAC y UNASUR.

Si la oligarquía colombiana quiere seguir adelante con su ambigua posición política: su degradación ante el bloque imperial y el mantenimiento de bases militares estadounidenses que amenazan la estabilidad de la Revolución Bolivariana y la de Suramérica en general, que asuma sus responsabilidades ante la historia sin utilizarnos hipócritamente como mampara para ocultar su desaseado panorama de derechos humanos.