Drones y asesinatos selectivos, terrorismo de Estado

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NIKO SCHVARTZ | Mediante el uso de los drones (aviones no tripulados) Estados Unidos ha perfeccionado una técnica de asesinatos selectivos que está practicando, a mansalva y con impunidad asegurada, a un ritmo creciente en una serie de países. Lo nuevo, es que ello acaba de ser reconocido por los propios medios norteamericanos.

Niko Schvarz  – Barómetro Internacional

Lo viejo, es que esa técnica de auténtico terrorismo de Estado se viene ejerciendo desde hace medio siglo. Ya lo denunciaba, más de 50 años atrás, Rodney Arismendi en un trabajo titulado “El Plan Kennedy y el desarrollo de América Latina”, incluido en su obra magistral “Problemas de una revolución continental”.

Comenzamos por el presente. Un cable del 30 de julio pasado decía: “Avión USA no tripulado mata 7 personas en Pakistán. Un avión norteamericano sin piloto mató el domingo 29 de julio al menos 7  militantes en Pakistán, dos días antes que el jefe del Servicio de Inteligencia pakistaní visite Washington, donde probablemente discutirá estos polémicos ataques.

Los bombardeos de los aviones teleguiados son muy impopulares en Pakistán, cuyas autoridades afirman que violan su soberanía y alimentan el odio a Estados Unidos”. Decenas de cables de similar tenor, apuntando a variadas geografías, habrán podido leerse en estos meses en la prensa internacional.

La nación asesina

Con ese título poco convencional titulaba la revista norteamericana Counterpunch un ensayo que el sitio Cubadebate resume en los siguientes términos: “La revista califica de sorprendente el reconocimiento oficial y la novedosa transparencia con que se ha hecho público que Estados Unidos dispone, desde hace más de medio siglo, de un programa de asesinatos selectivos que ahora coincide con una visibilización sin precedente del uso de aviones de guerra guiados por control remoto en diversos puntos del planeta”. Agrega: “La noción de que existe una lista de gente a matar en el más alto nivel del Poder Ejecutivo de Estados Unidos ha hecho que el tema haya tenido una fuerte cobertura mediática”.

Como antecedentes, se cita una opinión editorial del Washington Post, según la cual “ningún gobierno ha dependido tan extensivamente del asesinato de individuos  para hacer avanzar los objetivos de seguridad de la nación”, al tiempo que The New York Times señala como “algo sin precedentes en la historia presidencial el papel de Obama como supervisor directo de esta guerra en las sombras”.

El autor de la nota citada, Doug Noble, divide los 50 años de masacres y asesinatos colectivos perpetrados por EEUU en tres partes: la primera refiere al Plan Fénix (Phoenix en inglés), aplicado en la guerra contra Vietnam; la segunda, a su implementación en América Latina mediante el conocido Plan Cóndor; la tercera a la extensión del plan original a Irak, Afganistán y otros países, lo que se está aplicando de lleno en la actualidad.

El Plan Fénix fue un programa secreto que se comenzó a implementar por parte de la CIA en Vietnam en 1967, dos años después de lanzada la invasión y los bombardeos masivos del territorio del norte tras la provocación del Golfo de Tonkin.

El autor recuerda que su objetivo era neutralizar la estructura del Vietcong (Frente de Liberación Nacional), asesinando a civiles vietnamitas del Sur sospechosos de respaldar a sus compatriotas, los combatientes vietnamitas del norte y del Vietcong.

El entonces director de la CIA, William Colby, admitió ante el Congreso que las operaciones del Plan Fénix aparejaron la muerte de  más de 20 mil personas en Vietnam entre 1967 y 1972. Entre ellas se encuentra el arrasamiento del poblado de My Lai  y el asesinato de la mayoría de sus habitantes. Pero fue un episodio entre cientos.

El traslado del Plan Fénix a América del Sur derivó en el Plan Cóndor, utilizado en forma conjunta por las dictaduras consureñas de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Chile para asesinar, torturar y encarcelar a cientos de miles de combatientes por la recuperación de la democracia. Las dictaduras militares abordaron en forma coordinada los procedimientos represivos, y cada uno de nuestros países cuenta con cuantiosas víctimas de estas actuaciones criminales.

Durante el gobierno de Carter se suspendió la vigencia del plan original, pero Reagan lo reimplantó. Con nuevas técnicas se sigue aplicando ahora. El autor dice al respecto: “El programa de asesinatos con drones de Estados Unidos ha salido del closet.

Quienes durante años hemos protestado y combatido  el ilegal, inmoral y estratégicamente contraproducente uso de drones, la actitud esquizofrénica de matar por control remoto, el terror que genera un ataque de drones y el inevitable (o intencional)  asesinato de cuantiosos civiles ‘sospechosos de terrorismo’ advertimos ahora contra la proliferación de los drones  en el mundo y su utilización por fuerzas de policía y patrullas de frontera para labores de vigilancia y objetivos supuestamente no letales”.

La conclusión es que el programa Fénix se ha hecho global contribuyendo a proclamar a los Estados Unidos de América como una nación asesina   Marcados para morir   Recordamos una película brasileña titulada en portugués “Cabra marcado para morrer”, que muestra a los capangas de los grandes latifundistas marcando para morir a los dirigentes de los campesinos en lucha por la tierra.

En relación con lo antes expuesto, hay quien desempeña un papel similar hoy en el gobierno de Estados Unidos, y a él alude una nota bajo el título “El hombre que decide a quién matan los drones”.

Se refiere a John Brennan, asistente del Presidente para seguridad nacional y lucha contra el terrorismo. La nota señala que hay dos tribunales de la muerte en EEUU. Uno está dentro de la CIA, el otro directamente en la Casa Blanca.

Se cita un cable de AP según el cual “el jefe de lucha contra el terrorismo de la Casa Blanca, John Brennan, se ha apoderado de la iniciativa de decidir cuáles terroristas serán objetivo de los ataques de los drones y otras incursiones”, y se agrega: “El esfuerzo concentra el poder de decisión del uso de las fuerzas letales estadounidenses fuera de las zonas de guerra en un pequeño equipo de la Casa Blanca. El staff de Brennan recopila los objetivos potenciales y maneja los nombres de otras agencias como el Departamento de Estado en una reunión semanal en la Casa Blanca”.

¿Cuáles son los antecedentes de este hombre de poderosa influencia para determinar quien vive o muere a consecuencia de estos atentados? Es un oficial de inteligencia con 25 años de servicio. En noviembre 2008 el presidente Obama intentó nombrarlo director de la CIA.

Pero se hizo público que bajo la presidencia de Bush, Brennan abogó expresamente por “técnicas mejoradas de interrogatorio”, o sea, para dar libre curso a las torturas en los interrogatorios de los presos.

Obama, que se había pronunciado contra estos procedimientos, no pudo sostenerlo en el cargo, y lo nombró como asesor de primer plano para decidir la nómina de los asesinatos selectivos a cargo de los aviones no tripulados.   La denuncia de Arismendi, 50 años atrás

La primera edición del libro de Rodney Arismendi “Problemas de una revolución continental” (hubo varias otras) es de enero de 1962. Se abre con la obra que da título a todo el volumen, de diciembre de 1960, la cual analiza la nueva situación creada en el continente a raíz de la revolución cubana, y sigue con “El Plan Kennedy y el desarrollo de América Latina”, publicado por primera vez en la revista Estudios, Nº 21-22, de agosto de 1961.

El trabajo está fechado el día 4 de agosto, o sea, en vísperas de la reunión del CIES en Punta del Este en que el Ché Guevara hizo trizas la fementida Alianza para el Progreso del presidente  Kennedy. Su capítulo I se titula “Los determinantes objetivos de la Alianza para el Progreso.

La contrarrevolución con bonete rojo”. En el capítulo II, “El CIES y la invasión a Cuba. EEUU ha puesto otra vez en el centro de la escena el ‘derecho de intervención’”, se enjuicia la invasión yanki de Playa Girón, que significó la primer derrota militar del imperio en América Latina, a manos del pueblo cubano.

El capítulo III refiere a “La quimera del oro. ¿Cuántos son los dólares y cómo vendrán?” y el IV a “Alianza militar y Alianza para el Progreso”.

Aquí se encuentra la referencia que deseo mencionar. Sigue el capítulo V “¿Diez años o diez siglos? Subdesarrollo, evolución o revolución” y culmina con el VI: “El dólar y la economía de América Latina. Algunas cifras para Punta del Este”.

Doy estos datos porque quizá animen a algún lector a abordar estos textos, de profundidad conceptual y pasmosa actualidad. La Fundación Rodney Arismendi reeditó este volumen, en dos tomos, en noviembre de 1997. El mencionado capítulo IV se inicia con esta breve cita de E. Lieuwen: “Y así EEUU puede ordeñar tranquilo su vaca latinoamericana”.

Señala que “luego de la invasión a Cuba, la prensa, el Congreso y las oficinas del gobierno de los EEUU se han puesto a discutir a gritos acerca de la manera más eficaz  de llevar la guerra al interior de nuestros países. Se anunció, primero, la formación de cuerpos de especialistas en guerrillas, en atentados individuales, en ‘guerras limitadas’, etc.

Posteriormente, el órgano de los banqueros (The Wall Street Journal) informó de los pulcros asuntos que discutían  los organismos públicos de los EEUU: la organización  del crimen político contra los ‘dirigentes comunistas’ de América Latina, es decir contra todos los luchadores por la independencia nacional, la democracia y el progreso social de nuestros pueblos”.

Más adelante: “En el plan se incluye la elaboración de una larga ‘lista negra’ preparada por la CIA, donde figuran líderes revolucionarios, dirigentes obreros, comunistas y antiimperialistas en general”. En una nota al pie, Arismendi se pregunta si va en esta “lista negra” la larga nómina de antiimperialistas uruguayos censados ilegalmente por el Estado Mayor del Ejército.

Sigue: “Se asignan mil millones de dólares –el doble del Plan Kennedy- a este ‘trabajo sucio’ (las palabras son del autor). El periodista del Wall Street Journal escribe: ´Hombres honorables y de alto rango, se sientan ahora en esta capital (Washington) para discutir con calma las posibilidades de cosas tales como el asesinato metódico de líderes comunistas en el extranjero’”.

A esta cita queríamos llegar, para destacar el paralelo con los asesinatos selectivos practicados ahora por EEUU mediante los drones.

Se señala luego que el 2 de julio de ese mismo año 1961 The New York Times informó de una reunión de la Junta Presidencial de Inteligencia  y que en varias reuniones secretas se examinó reorganizar la CIA, “el poderoso feudo del filonazi Allen Dulles, organizadora de los sucesos de Hungría, Guatemala y Cuba. En su prontuario se anota la participación en el asesinato de Lumumba, en los atentados contra Sekú Touré, Sukarno y Nehru.

La reorganización apunta a crear –según The New York Times- un centro de ‘operaciones paramilitares’ (o sea invasiones, levantamientos, pequeñas guerras, atentados, etc.)”. Esto es lo que revive ahora, medio siglo después. Con técnicas más sofisticadas, pero con idéntico objetivo: el crimen político, los asesinatos selectivos por parte de la potencia imperial.

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