Doce millones de argentinos son pobres y uno de cada diez es indigente
Rodolfo Koé Gutiérrez|
La pobreza se ubicó en el 42 por ciento de la población argentina en el segundo semestre del 2020, lo cual implica una fuerte suba con respecto al 35,5 por ciento del mismo período del 2019, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). La cantidad de personas en situación de pobreza pasó en el curso del último año de casi 10 a 12 millones. . El grupo etario más afectado fueron los niños hasta 14 años: 57,7% son pobres y 10,5 % de ellos indigentes.
Uno de cada tres hogares argentinos, el 31,6 por ciento de las familias que supone el 42 por ciento de las personas, está en situación de pobreza. Visto desde otro punto de vista, sólo el 58 por ciento de las personas no son pobres. Peor aún: dentro de quienes están por debajo de la línea de pobreza, el 7,8 por ciento de los hogares, que implica el 10,5 por ciento de las personas, es indigente.
En el segundo semestre de 2020, el ingreso total familiar promedio de los hogares pobres fue de 29.567 pesos, mientras que la canasta básica, que se utiliza para definir la línea de pobreza, alcanzó los 50.854 pesos. La distancia entre el ingreso y la canasta también subió, es decir que no sólo hay mayor cantidad de pobres sino que los pobres están más lejos de revertir su situación.
Entre los niños (de 0 a 14 años) la pobreza asciende al 57,7 por ciento, de modo que en el país hay más personas de esa edad que son pobres que los que no lo son. Un año atrás, ese número estaba en el 52,3 por ciento. También subió fuerte la pobreza en la franja de 15 a 29 años, desde 42,5 por ciento a 49,2 por ciento. Entre los 30 y 64 años, el avance fue de 30,5 a 37,2 por ciento.
El desagregado regional muestra que en el conurbano bonaerense la pobreza llegó al 51 por ciento de las personas y la indigencia, al 15,2 por ciento. Un año atrás, la pobreza en ese distrito era del 40,5 por ciento y la indigencia, del 11,3 por ciento. En el segundo semestre de 2018, la pobreza en el conurbano bonaerense (la capital y sus alrededores) era del 35,9 por ciento. También superó el promedio de pobreza en las grandes urbes del país: el Gran Mendoza (44 por ciento), Gran Resistencia (53,6), Gran Tucumán-Tafí Viejo (43,5) y Concordia (49,5).
La suba de la pobreza se explica por ingresos que son superados por la evolución de los precios de los alimentos y de los servicios básicos. Según el Ministerio de Trabajo el empleo registrado perdió 222 mil puestos a lo largo del 2020. Es de suponer que el impacto entre los no registrados haya sido mucho mayor.
En el mismo período, el capítulo de alimentos y bebidas subió un 42,1 por ciento, con especial subas en carnes y derivados, frutas, verduras y legumbres. Por ello, la canasta alimentaria, que define la línea de indigencia, avanzó en 2020 un 45,5 por ciento. El gobierno congeló las tarifas de los servicios públicos, y por ello la suba de la canasta básica fue algo más moderada, del 39,1 por ciento.
El tipo de recuperación económica que se va dando al eliminarse las restricciones pandémicas no tiene efecto sobre la pobreza por ingresos que se mantiene en los mismos niveles de la cuarentena más estricta y de máxima caída de la actividad. Se sigue profundizando la intensificación de la pobreza, lo que se certifica al constatar que la brecha entre el ingreso que tienen quienes están en situación de pobreza y el que necesitarían para salir de dicha condición, aumentó.
La recuperación del empleo es en base a informalidad, autoempleo y empleo no registrado. El empleo formal no tuvo modificaciones y sigue 324.000 puestos por debajo que en el 2019.
Para el Instituto de Pensamiento y Política Públicas es evidente que el supuesto adoptado por el gobierno en el Presupuesto 2021 de eliminar los refuerzos en materia de política social (entre ellos el Ingreso Familiar de Emergencia, IFE) en tanto la recuperación de la actividad los haría innecesarios, no se está cumpliendo.
Revisar esta decisión y recuperar la discusión sobre la necesidad de universalizar ingresos sobre la población en situación de informalidad y desempleo parece imprescindible. Tanto para contener la situación social como para reanimar el alicaído mercado interno.
El 2020 arrojó entonces una retracción del empleo en conjunto con un fuerte deterioro del poder adquisitivo de las personas que mantuvieron su puesto. Esto se dio en un contexto de pandemia pero también de fuertes controles de precios y congelamiento en muchos rubros, algo que este año no va a continuar en esa magnitud.
Los datos también muestran que las medidas oficiales para contener el impacto de la pandemia, si bien permitieron que la situación no empeorara todavía más, es a las claras insuficiente para contener la retracción del ya muy deteriorado tejido social, señala el progobierno Página12.
La incidencia histórica de la pobreza en Argentina tiene un piso difícil de perforar: en los últimos 30 años la tasa de pobreza medida por ingresos nunca fue menor al 25%, señala el independiente Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec). Entre 1983 y 2018 la pobreza solo disminuyó en el rebote de las dos crisis macroeconómicas profundas que vivió el país, y en el período de excepcionales circunstancias externas durante parte de los 2000.
Durante ese período el PBI per cápita creció a menos del 1% anual, un escenario “no propicio para alimentar un proceso sólido de reducción persistente de la pobreza”. En ese mismo lapso, los indicadores de pobreza (siempre medida por ingreso) se redujeron en casi todos los países de América Latina en los 2000 y también en la presente década, aunque a tasas menores.
*Periodista económico argentino, analista asociado a al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)