Díaz Rangel: Algunos puntos para la reflexión /Stelling: Asedio al diálogo
Algunos puntos para la reflexión
Eleazar Díaz Rangel|
1.- Por supuesto que las fuentes informativas y de opinión que procesan en Washington, y con más frecuencia y precisión, en el Departamento de Estado y en el Comando Sur, provienen de los sectores de oposición, concretamente, de la MUD, a las cuales les añaden lo que extraen de los medios de comunicación venezolanos y de otros países como Colombia y España, por ejemplo, y naturalmente estadounidenses, como las agencias transnacionales y servicios internacionales tipo CNN. De todas esas fuentes se nutren las opiniones y noticias que manejan permanentemente. Incluidas las de la propia Embajada estadounidense. Naturalmente, unas tendrán más credibilidad que otras.
2.- Pero, por supuesto, no son las únicas. Para tener una visión integral, lo más aproximado a lo que ocurre en nuestro país, todas esas fuentes, por sesgadas y parcializadas, son insuficientes. Ellos lo saben bien.
Naturalmente que el reciente y reiterado anuncio del presidente Maduro sobre su disposición al diálogo, así como la incorporación de más países a ese eventual encuentro y su declaración sobre la derrota del golpe de Estado debieron ser objeto de algún análisis, así como la ratificación del ministro Padrino López y la designación de un nuevo Estado Mayor Superior. ¿Como interpretarlo? ¿Muestras de debilidad o fortaleza? ¿Qué dirán en el Comando Sur? ¿Y cómo habrán valorado las cifras del general Benavides Torres según las cuales en 79 días de protestas solo han participado en todo el país 600 mil personas.
¿El Departamento de Estado habrá valorado las declaraciones de José Vicente Rangel cuando opinó que los “violentos se adueñaron de las manifestaciones” y sobre las divergencias por ese asunto en la oposición? ¿O ustedes creen que ninguna de esas expresiones son valoradas? ¿Qué sólo le hacen caso a lo que dice la oposición?
3.- Falta algo muy importantes, como es la cantidad de veces que Estados Unidos ha sido derrotado en la OEA buscando inútilmente los votos contra Venezuela, para lo cual ha usado todo los medios y recursos que se pueden imaginar, amenazas e intimidaciones. “¿Y que paso ahora?” Debió preguntarle el Presidente Trump a su subsecretario de Estado, Tillerson, quien ya le había garantizado que esta vez sí (el miércoles) se condenaría a Venezuela. Que pasa en la OEA, que se equivocan tanto.
4 Recordarán ustedes que en esta misma página me referí al informe que el almirante Witt, como jefe del Comando Sur, le presentó en abril, a la comisión de Servicios de Guerra de la Cámara del Senado del Congreso de EEUU. Según ese informe había una importante relación entre el Comando Sur y la oposición venezolana, hasta el grado de que los hechos vandálicos que se producían en Caracas y otras ciudades, así como las acciones armadas, no sólo eran conocidos a bordo del portaaviones de la IV Flota sino que desde allí le estimulaban. Existe importante articulación, aunque parece debilitada.
5.- Cuando hace poco estuve en el XII Congreso Latinoamericano de Periodistas, (Felap) en mis respuestas a tantas preguntas sobre la situación en Venezuela, les decía que siempre dependía de una eventual intervención militar de EEUU, y les ofrecía mis razonamientos: creía que era imposible sin el apoyo de al menos las fuerzas armadas de dos países, y en segundo lugar, tener la seguridad del triunfo.
6.- De las reuniones de presidente Trump con jefes de Estado de países latinoamericanos donde tan peliaguda materia pudo examinarse, en especial la celebrada con el colombiano Santos, no ha trascendido la más mínima información positiva, ni de ninguna naturaleza. Es natural que pensaran en las reacciones populares y de otro tipo ante una eventual participación en una acción armada del ejército de uno de uno de esos países contra Venezuela.
7 Y en cuanto a la seguridad del “triunfo” carecen de elementos que les permitan asegurarlo, ¿y qué precio tendrán que pagar?
Naturalmente que los servicios militares de inteligencia de EEUU tienen la información sobre la reforzada capacidad de defensa antiaérea de las Fanb, así como de nuestra limitada capacidad ofensiva misilística pero en todo caso, no están seguros del alcance de la respuesta de la unidad cívico-militar ni de su resistencia.
En fin, que en tales condiciones hoy resultaría aventurado, de inciertos resultados y más riesgosa que nunca, una intervención militar sobre Venezuela.
—
Asedio al diálogo
Maryclen Stelling| El diálogo, paradójicamente, se encuentra bajo fuego cruzado y sometido a la estrategia del desgaste.
Un conflicto o contienda doméstica con resonancia e injerencia internacional, que incluye presiones diplomáticas, económicas, mediáticas, psicosociales. Marchas y contramarchas; armas, destrucción y represión; involucramiento de la población civil en calidad de combatientes y víctimas; linchamientos, crímenes y bajas humanas.
En la procura de legitimidad, en ambos bandos se construyen narrativas en torno a la confrontación y la emergencia. Se producen marcos de “realidad” autoevidentes e incuestionables, mediaciones simbólicas que no son procesadas críticamente. Se acude a la descalificación del enemigo y la interpretación de los hechos para beneficio de la propia causa.
Estrategias adversas a cualquier intención de diálogo y convivencia.
La oferta del Gobierno Asamblea Nacional Constituyente y elecciones regionales como vías para la paz y la construcción colectiva- ha generado en ciertos sectores políticos el efecto contrario. En el ámbito oficial, el apoyo firme a la convocatoria oficial convive con críticas, deslindes y hasta deserciones. En la oposición se potencia la confrontación y surgen nuevas formas de beligerancia en torno a una suerte de cruzada liberadora, con fines políticos e ideológicos, económicos, sociales y psicológicos. Suerte de guerra “difusa” que desconcierta la reacción oficial.
El escalamiento de la confrontación conduce a “un estado de hostilidad socialmente extendido” y se borran fronteras, ámbitos y distinciones. El fin último es la derrota del enemigo con miras a alcanzar un logro político, redefinir el orden social o configurar una nueva hegemonía política. ¿Quién lleva la iniciativa? ¿Quién tiene el monopolio de la violencia?
¿Cómo se aborda el problema de la regulación de hostilidades y protección de las víctimas?
Cuando se demoniza al enemigo -a quien se odia y teme- se le despersonaliza y reconocen menos derechos y, en casos extremos, se legitima su exterminio. ¿Dónde quedan las demandas morales de regulación del conflicto?
En un contexto altamente vulnerable como el actual, el reconocimiento, la convivencia, la paz y la negociación no escapan al radicalismo irracional y escalada de la violencia. Grave situación de vulnerabilidad que se refleja en la vida cotidiana, en el ámbito privado y el público. Suerte de condena a la que ni el diálogo parece escapar.