Después de las elecciones, más elecciones

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ARAM AHARONIAN| Por Hugo Chávez, en Venezuela votaron casi 15 millones de personas: más de ocho millones a favor, unos seis millones en contra. Una victoria en 22 de los 24 estados, con el 11% de ventaja, en un país donde votaron ocho de cada diez ciudadanos (una lección para los países desarrollados) y después de 14 años de gobierno, con el consiguiente desgaste, no se lo puede tildar salvo como un éxito con escasísimos precedentes, si los hubiera.

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Para algunos analistas, tras las elecciones, la Revolución bolivariana debe extender su  base social de apoyo  y ampliar los consensos, incorporando a otras clases sociales. Pasar de una hegemonía por polarización  a una hegemonía por consensos, mientras que la oposición necesita cambiar la correlación de fuerzas  simbólica, construir un discurso: conceptos, temas, significados, gramáticas, símbolos, subjetividad, emociones.

Más allá del tsunami de encuestas, manipulaciones y especulaciones preelectorales y también poselectorales, los comicios del 7 de octubre representan –para los pocos analistas serios- un punto de inflexión en el proceso de una nueva hegemonía social en Venezuela, la de los sectores populares, y de asentamiento de un modelo de sociedad caracterizado por la economía mixta, redistribución del ingreso, poder comunal y separación del dispositivo geopolítico estadounidense.

También la oposición va a tener que repensarse y renovarse. Repensar el país, renovar sus herramientas teóricas y sus marcos de interpretación; entender que hay un nuevo país y que tienen que hacer esfuerzos por comprenderlo para lograr sintonizarse con esta nueva cultura política popular, manifiesta Oscar Schémel, presidente de la encuestadora Hinterlaces.

Pero no son sólo los opositores venezolanos quienes deben repensarse. También, por ejemplo, la Nobel de la Paz Unión Europea que sigue con su mentalidad colonial. Felicitaron a Chávez, pero le giran instrucciones de cómo debe proceder. ¡Cónchale, chico!

Leopoldo Puchi, primer ministro de trabajo de la administración chavista, hoy en la oposición, señala que este modelo se ha consolidado como consecuencia de haber sido reafirmado por una mayoría electoral holgada, en un acto democrático incuestionable.

“No es una simple imposición. Y, sobre todo, porque sus valores y principios  se han extendido como una mancha de aceite en todo el cuerpo de la sociedad, hasta el punto que los planteamientos de campaña de Henrique Capriles los recogían como ineludibles. Esto sucede en la historia cuando determinadas ideas se hacen predominantes”.

Pero destaca Puchi que es indudable que la ineficiencia obstruye los canales de distribución de la riqueza (los servicios públicos), empuja hacia su privatización e incrementa las desigualdades sociales. Del mismo modo, el sectarismo y la prepotencia ahuyentan respaldos y simpatías.

Sin duda, Chávez gana las elecciones con una promesa de continuidad y cambio: “seré mejor presidente”, señaló, lo que muchos interpretaron como el inicio de una etapa de rectificación.

Muchos especularon y especulan sobre los escenarios posibles. La realidad, es que el Psuv impuso la “dedocracia” para nominar a los candidatos a gobernadores (en las elecciones del 16 de diciembre), entre los que se destaca una decena de militares, y los cambios generados en el gabinete presidencial son apenas cosméticos.

Pero esta “selección” hizo que el segundo partido dentro del Gran Polo Patriótico chavista, el Comunista, decidiera ir con candidaturas propias en los estados Bolívar, Mérida, Amazonas y Portuguesa. Tampoco en la oposición están totalmente de acuerdo con los candidatos “unitarios” y hay candidatos disidentes para las gobernaciones de Táchira y Monagas.

Hay que apuntar que se redefinió la línea sucesorial, donde Nicolás Maduro, ahora también vicepresidente, está en el primer lugar, seguido por el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.

La influencia del componente militar en el sistema político –además de la decena de candidatos a la gobernaciones- creció con la designación del general Néstor Reverol al frente del Ministerio de Interior y Justicia, y de la almiranta Carmen Meléndez para dirigir el Ministerio del Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión de Gobierno ¿una especie de jefa de gabinete?. Ellos se suman a los oficiales que comandan las carteras de Defensa, Alimentación, Transporte Terrestre, Salud y Transporte Aéreo y Acuático.

Ineficacia, ineficiencia, corrupción

Enfrentar la incompetencia, la ineficacia y la ineficiencia en la administración pública, así como la lucha contra la galopante corrupción, parecen haber quedado para el próximo año.

Algunos gerentes asumen la eficiencia como el logro de objetivo sin importar el costo, de allí el gasto suntuoso, el despilfarro, la comisión, plantea la exministra y ahora diputada Ana Elisa Osorio. “¿Será eficiencia el logro de un objetivo a un costo superior del 30, 50 y hasta del 100% por encima de lo que realmente supondría si hubiese prevalecido la transparencia? Tal vez eficiente sí pero revolucionario no”, señala la dirigente del Psuv.

Quizá los grandes perdedores fueron los medios comerciales cartelizados –nacionales y foráneos- detrás de la manipulación opositora, y las encuestadoras que plantearon escenarios engañosos dentro de una estrategia comunicacional y de formación del imaginario colectivo, obviamente complaciente a los intereses de la derecha local e internacional.  En esta “la batalla final”, la confrontación era en torno a dos modelos, como  lo planteó Chávez: la vuelta al neoliberalismo y la profundización del siglo XXI.

Igualmente fueron derrotadas todas aquellas voces agoreras internacionales que, cual buitres, esperaban presenciar el fin de Chávez, la caída del régimen y la respuesta de las “hordas chavistas” en uno de los países más violentos del mundo. Inmensa desilusión, contamos con  el mejor sistema electoral del mundo , votamos en paz y aceptamos los resultados con absoluta madurez política”, destacó la socióloga Maryclén Stelling..

Lo cierto es que de tanto negar y descalificar la gestión del presidente Chávez la oposición ha perdido la capacidad de entender lo que ha ocurrido en Venezuela desde 1999 y  tampoco ha sabido mirar al país chavista. Dirigentes opositores y sus cuadros medios, con la conducción de los medios comerciales de comunicación hicieron creer a sus partidarios que el triunfo era seguro, que no había posibilidad alguna de derrota, salvo que hubiese fraude.

Los caminos posibles

El camino de la paz social, la reconciliación y la conciliación de clases, parece el más probable, dado los porcentajes en que se repartieron los chavistas y no chavistas, lo que marca cierto desgaste del proceso. Un documento elaborado desde las bases chavistas (Colectivo El Lunmpen) señala que hay cuatro factores fundamentales que afectan a la percepción política:

a) La incapacidad que ha tenido, el proceso, para evitar la generalización de la cultura de la corrupción política sin promover mecanismos de control y sanción. La corrupción dejó de ser algo patológico para convertirse en algo normal; b) La capacidad de generalizar la cultura y la práctica de la ineficiencia, amparado por la improvisación y por la designación en cargos directivos de personajes mediocres, aduladores y delincuentes; c) La creciente inseguridad personal. Este gravísimo problema lo está aprovechando la derecha para capitalizar votos: d) La incapacidad de lograr cambios fundamentales en la estructura económica dependiente del petróleo, que para revertirlo será necesario tener claridad en el campo de lo estratégico, lo conceptual y lo práctico.

Para muchos dirigentes chavistas debe ser más fácil mimetizarse con el paisaje. O sea pactar con la socialdemocracia y con la ultraderecha.

La segunda opción es la claramente procapitalista, por la que votaron más de seis  millones de venezolanos, la de la restauración del modelo neoliberal al servicio de las trasnacionales. Incluso, un poco de neokeynesianismo puede ser la dosis adecuada para una economía donde los grupos de poder se apropian y se amamantan, principalmente, de la renta petrolera. Difícil de implementar, porque se enfrentará a un muro de contención social muy organizado y con el socialismo en su corazón.

La tercera opción es la radicalización de la revolución bolivariana, que si bien fue promocionada como escenario, no pareciera tener un futuro inmediato promisorio.

Dentro del chavismo hay importantes sectores que apoyan un diálogo con la oposición –incluyendo al empresariado-, sin hablar de reconciliación sino de reconocer al adversario que ha crecido pese a que ganó en solo dos estados.

Dentro de la oposición, hay quienes, como el politólogo Aníbal Romero, que no creen en esta posibilidad: “Las expresiones de civilidad y respeto del Presidente no durarán mucho y no debería sorprendernos una nueva ofensiva, destinada a radicalizar el proceso y cumplir lo prometido: hacerlo irreversible”.  Y, refiriéndose a la dirigencia opositora señala: “ Allí siento un vacío espiritual, un ánimo de arreglo y contemporización a toda costa (…) la negación del pasado en general. Negar el pasado es desnudar el futuro. Son actitudes que debilitan; actitudes repudiables que revelan carencias esenciales”.

Para el director del diario Últimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel, es posible avanzar en el programa de gobierno que presentó el tripresidente y que se discutirá en la Asamblea Nacional, en un “debate abierto y franco”, como lo definió Chávez, que puede ser importante escenario para mostrar cambios en unos y otros.

La lectura del programa y más atrás, del proyecto de Constitución, permite observar cómo no se contempla un Estado que centralice la propiedad de los medios de producción (característica del socialismo del siglo XX), sino que abre espacio a la propiedad privada de tales medios.

Y cuando apenas terminó la batalla electoral, comenzamos otra batalla electoral. Después vendrán, ya en 2013, la de alcaldes… Y dicen que en Venezuela no hay democracia…