Milei y Telesur: la censura mediática avanza
Aram Aharonian
No es ninguna casualidad ni sorpresa. Desde hace casi dos décadas que tratan de silenciar Telesur, y desde el mismo momento en que anunciamos la intención de darle voz propia a los pueblos latinoamericanos y caribeños, para vernos con nuestros propios ojos y no los de los del norte, desde Estados Unidos y sus repetidoras, en nuestros países comenzó la ofensiva contra el canal latinoamericano-caribeño.
Lo triste es que el actual presidente argentino cree que estableciendo la censura mediática contra Telesur en Argentina se acallan las voces de los que los medios del establishment han dejado sin voz; de los indios, mulatos y negros, de los campesinos y trabajadores, de los estudiantes y los artistas.
La medida es básicamente propagandística: hoy cualquiera puede acceder en Argentina o en cualquier parte del mundo a la programación de Telesur desde un teléfono celular.
El gobierno argentino decidió eliminar la señal del canal latinoamericano-caribeño de noticias teleSUR de la grilla mediática, ofrecida a través de la Televisión Digital Terrestre (TDA).Ya el gobierno neoliberal de Mauricio Macri había denunciado el acuerdo con el mismo telón de fondo y acciones.
Para el presidente Javier Milei (o para quien le haya dado la orden), Telesur es indudablemente un peligro, porque informa sobre lo que los canales del establishment no hacen, y despierta conciencia en los amplios sectores de la población donde el canal llega con sus contenidos.
La censura es una herramienta que el Mileinato no solo ejerce en lo interno, ya que cerró la Agencia de noticias Telam y todas sus corresponsalías. Además, vació los contenidos a la Televisión Pública y el Canal Encuentro, y arremetió contra toda opinión crítica, demonizándola a través de su vocero o de las redes.
Quizá la orden la trajo la “simpática” jefa del Comando Sur estadounidense, la generala Laura Richardson, o el director de la CIA William Burns, en sus últimas visitas “de inspección” a la Argentina. Desde 2005, Estados Unidos ha hecho lo imposible para terminar con Telesur y con quienes la propiciaron. Y Milei, que no quiere tener testigos incómodos de su desgobierno, perpetró su ataque a la libertad de expresión y el derecho de los argentinos a estar informados de manera plural. En Washington sonríen.
En febrero de 2006, Telesur fue criticado por Estados Unidos por los acuerdos de intercambio de contenidos audiovisuales con el canal de noticias árabe Al-Jazeera. El congresista estadounidense Connie Mack IV, dijo que «esta nueva alianza tiene el efecto de crear una cadena de televisión global para terroristas y otros enemigos de la libertad». Como director general Telesur, le respondí que en el canal «se cree firmemente en la democracia, libertad de expresión y pluralismo: los valores que son indispensables en cualquier democracia”.
La medida tomada por Milei, sin lugar a dudas, representa un grave atentado al derecho a la información, al limitar el acceso a voces disidentes, restringir la pluralidad informativa, socavar la posibilidad de sostener opiniones informadas y de participar activamente en el debate público. Justamente de eso trata: de asesinar la verdad, de imponer una verdad única, esa que permita y aplauda genocidios, y la explotación de los pueblos, invisibilizando las realidades, alimentando odios y guerras, oponiéndose a cualquier intento de integración y cooperación entre nuestros pueblos.
Así se puede mostrar que somos todos blancos (y quizá hasta rubios y de ojos celestes), se podrá silenciar la diversidad latinoamericana, política y de opiniones que hay en el continente, atentar contra el rescate y la recuperación de nuestra la memoria para saber de dónde venimos, porque los pueblos que no saben de dónde vienen, difícilmente sepan hacia dónde van y así se haga más fácil manipularlos.
El primer slogan que tuvo Telesur era “Nuestro Norte es el Sur” que es una frase de Joaquín Torres García, un catalán uruguayo, y después la idea inicial era que Todos somos Telesur, o sea que Telesur no era un genio que le estaba explicando a los indios de qué se trataba todo. Es un problema desde lo cultural, de colonización cultural. Estamos colonizados y hay gobiernos que aún creen en ese formato externo.
No basta con “denunciar” la medida del gobierno argentino, sino hacer uso de la memoria. Muchos de los que hoy se rompen las vestiduras, incluso desde gobiernos progresistas, poco hicieron en Argentina para afianzar Telesur: desde altos funcionarios que recomendaron dar más información de París, Londres y Nueva York porque “a nadie le interesa lo que le pasa a los negritos”, hasta quienes suponían que era un trampolín para financiar sus proyectos.
El problema es que hablamos mucho de liberación, ponemos cartelitos, gritamos liberación y lo que tenemos que liberar son los 2.200 centímetros cúbicos que tenemos en la cabeza, reformatear el disco duro, tenemos que pensar todo de nuevo y ver cómo hacer para que esto que llamamos democratización de la comunicación sea una realidad para darle voz e imagen a todos aquellos que nunca han tenido ni voz, ni imagen, que fueron invisibilizados, ocultados, ninguneados, y siguen siendo invisibilizados, ocultados y ninguneados: de eso se trata.
A la medida contra Telesur por Argentina, sumemos el cierre de la señal del canal Russia Today por la Unión Europea; de Press TV por Estados Unidos, que quiere quedarse con la china Tik Tok, y de Al Jazeera por Israel. Todo en nombre de la libertad de expresión y la democracia.
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)