Cuba: Solidaridad con África enferma
Rafael Cuevas Molina /Presidente AUNA-Costa Rica
Las imágenes y las noticias que nos llegan desde el África Occidental son pavorosas: enfermos huyendo de los hospitales por las condiciones infrahumanas en las que se encuentran, otros rechazados sin ningún tratamiento por saturación de los hospitales, y decenas tirados en las mismas puertas de nosocomios y clínicas sin que nadie les brinde la más mínima atención.
Son imágenes que evocan las grandes epidemias de la Europa medieval pero que, en pleno siglo XXI, no son más que una muestra más de la indiferencia con la que el mundo opulento trata a quienes no son más que descartados para los grandes proyectos del capital transnacional.
En ese mundo opulento, un dirigente de la más recalcitrante derecha francesa, cuyo partido, por cierto, dicen las encuestas que accedería al Elíseo en caso que las elecciones fueran ahora, ha dicho sin ambages que el Ébola puede ser la solución para su país en lo que atañe a la llegada de inmigrantes africanos: “Hay una explosión demográfica en el mundo y existe el riesgo de invasión. El reemplazo de la población está de camino”. En cualquier caso, “el señor Ébola puede solucionar el problema en tres meses”, aseguró.
Tratamientos de emergencia han sido aplicados a algunos norteamericanos que, estando en la zona devastada, fueron trasladados hasta su país. Se trataba de miembros de organizaciones humanitarias o de misioneros cristianos que fueron pillados por la hecatombe y se contagiaron. Los tratamientos que parecen haber dado resultados no fueron, sin embargo, aplicados en los países infectados, ¿para qué, si se trata solo de negros pobres cuyas vidas son prescindibles?
Las potencias occidentales, sin embargo, gastan ingentes sumas en armamento enviado a Irak, Siria, Israel y Ucrania. Las armas que utilizan “amigos” y “enemigos” en el Medio Oriente provienen en buena medida de las usinas de armamentos occidentales. Hoy arman a quienes consideran amigos, pero que mañana serán considerados enemigos. El negocio es redondo y el despilfarro tremendo: el capitalismo contemporáneo encuentra en la fabricación y venta de armas uno de los motores para mantenerse a flote.
¿Interesa en este contexto hacer algo por las miles de vida que penden de un hilo en África? No, más bien son un estorbo y, como dice Le Pen en Francia, tal vez la peste forma parte de la solución que buscan para desembarazarse de quienes consideran una molestia para su tranquilidad burguesa.
Es en este contexto que Cuba envía un contingente de médicos y enfermeras a Sierra Leona. África es un continente que tiene una deuda impagable con la isla. En muy buena medida, como lo reconoció gallardamente Nelson Mandela en su momento, la derrota del Apartheid y sus acólitos fue posible por la ayuda más que solidaria de ese país.
Y ahora están nuevamente ahí; al igual que entonces, en la primera línea de fuego, jugándose la vida literalmente, en medio del griterío y los vituperios de quienes los denigran e insultan difamándolos y tratando de entorpecer su trabajo. Igual que en Haití, que en Brasil y que en Palestina (a donde enviaron seis toneladas de alimentos que, seguramente, buena falta les hacen a ellos mismos).