Cristina en la cima, ante el dilema de concentrar o compartir el poder

JUAN GUAHÁN| Los resultados electorales no por previsibles dejan de ser impactantes. Cristina Fernández de Kirchner está en el punto más alto del apogeo político alcanzado desde su irrupción en la vida pública. Hay una sociedad que ahora es expectante de sus decisiones. En medio de esta crisis económica mundial ella tiene –además del ejecutivo- control sobre el  parlamento y el  peronismo.

Questión Latinoamérica

No sé por qué vericueto de la memoria, cuando pienso en el gigantesco poder de Cristina recuerdo una película que ví hace muchos –muchísimos- años. En ella el personaje central, al final de una larga existencia, comparece ante el Supremo para rendir cuentas sobre su vida. Cuando le preguntan de qué se acusa responde: “de todos los males, porque solo conocí el bien”. Hoy Cristina tiene, ella sola, todo lo que se conoce como el poder del gobierno (se podría asimilar al bien de la metáfora inicial) ¿Cuál es su problema? Es que también existe el “no poder” (equivalente al mal de aquella metáfora) repartido en toda la sociedad.

Cristina tiene por delante dos opciones, de cierto tinte filosófico y mucha actualidad política, seguir concentrando –aún más- el poder que ya tiene o compartirlo con la sociedad.

Optar por el primer camino es continuar la ruta, iniciada con su marido, en las lejanías santacruceñas hace más de 20 años. En ese rumbo, que les ha sido muy redituable hasta la fecha, no debería descartarse su continuidad a través de alguna reforma constitucional o designando algún delfín o sucesora. En cualquiera de esos casos el riesgo es que el día de mañana, cuando aparezcan naturales escollos en el camino, la sociedad instale sus reclamos sobre un escenario con escasas mediaciones para atemperarlas.

Otra ruta es ir –progresivamente- compartiendo el poder con diferentes formas de organización social y política. Esto supone mayores dificultades en el quehacer cotidiano de estos días, dada la necesidad de buscar acuerdos o consensos. Pero también una mayor garantía en el sentido que -ante las dificultades- esos sectores podrán apuntalar a “su gobierno”, para superar los problemas que se presenten.

Esta sería la más plena y justa explicitación de su reiterado planteo –en estos días- de solicitar el “apoyo de todos” para bregar por la “unidad nacional”.  Entenderlo como una mera solicitud de “apoyo” al poder ya existente de su persona sería avalar la tendencia y los riesgos –ya señalados- acerca de la soledad del poder.

 Lo que vendrá

A lo largo de las próximas líneas iremos reflexionando sobre varios temas, en medio de una crisis internacional que no afloja. Pero sin olvidar que, a una semana de las elecciones, ya empezó el nuevo mandato de Cristina. En efecto, en estos días hubo un decreto y una resolución que establecen algunas pautas importantes hacia el futuro y que van delineando rumbos nuevos.

Por decreto se obliga a empresas mineras y petroleras a liquidar los dólares de las exportaciones en el país. Eso quiere decir que deben ingresar a nuestra economía lo que hayan declarado como vendido en el exterior. También se dispuso -mediante una Resolución de la Superintendencia de Seguros- que las aseguradoras repatríen, dentro de los próximos 50 días, entre 1.500 a 2.000 millones de dólares, que tienen invertidos en el exterior.

Ambas medidas son importantes y ellas tienen por objetivo frenar la presión sobre el dólar y parar la disminución de reservas.Pero veamos cómo se prepara “lo que vendrá” en diversos ámbitos o sectores:

 En lo económico-financiero

Es público y notorio que la crisis comenzó a manifestarse al interior de nuestra economía. La disminución del superávit fiscal, las dificultades del sector externo, son algunas expresiones de esta situación. Ella plantea varios interrogantes: Problemas de Caja, para mantener el mismo nivel del gasto público evitando políticas de ajuste; presión sobre el dólar, con una importante “fuga de capitales” y dificultades de los exportadores con efectos laborales en empresas de ese sector.

Ante esta situación en el gobierno se debaten dos ideas, que pueden ser alternativas o complementarias. Una apunta a buscar recursos mediante el tradicional mecanismo de un endeudamiento externo. Para acceder a esos créditos será menester solucionar viejos problemas como los reclamos del “Club de París”. La otra es procurarse esos recursos de aquellos sectores que tienen mayores ganancias (campo y grandes empresas) o estructuras como las Obras Sociales, que podrían aportar a una Caja común, integrando lo que hoy manejan los sindicatos a un sistema estatal de salud.

Las dos medidas tomadas esta semana por Cristina, parecen encaminarse en la dirección de buscar recursos en los sectores más concentrados. No parece casual que ellas fueron tomadas –en lo fundamental- de acuerdo a lo propuesto  por economistas vinculados a ”La Cámpora”, más que por iniciativas del Ministerio de Economía o Banco Central.

 Política social y subsidios

Es sabido que gran parte del gasto público está destinado a los subsidios. Éstos se vuelcan en dos sectores bien diferenciados. Unos están destinados a los empresarios del transporte y la energía. Los otros van a lo que se conoce como “gasto social” (entre ellos la Asignación Universal por Hijo y las cooperativas del “Argentina Trabaja”)

Dentro del gobierno hay consenso que los segundos no pueden disminuir. Ellos son parte insustituible de la política asistencial del gobierno y buena parte del éxito electoral está fundado en los mismos.

También hay consenso gubernamental en que los subsidios para los empresarios de transporte y energía deben ser rebajados. Aquí el gobierno sabe que tiene que hacerlo cuidando dos detalles que no son menores. Que ellos no afecten a los sectores de menores recursos. También que la clase media, que sería la principal perjudicada no sufra un cimbronazo muy violento, por los riesgos sociales que ello podría suponer.

Conducción política y poderes estatales

Cristina tiene el control político del peronismo y sus aledaños. El peronismo federal avanza en su disgregación. En diputados, al solitario “éxodo” de Felipe Solá lo acompañan –ahora- otros cinco diputados. En Senadores, la presencia de Carlos Menem y su triunfo electoral, junto a Cristina, es una muestra de esta tendencia que será –por un buen tiempo- irreversible.

De las fuerzas opositoras solo quedan en pie Mauricio Macri y Hermes Binner.

Las formas orgánicas e institucionales que irá tomando este control que tiene Cristina sobre el sistema político (PJ, Frente para la Victoria, Transversales) se irá delineando a lo largo del tiempo y las necesidades de la coyuntura.

En cuanto a lo tres poderes del Estado, es sabido que Cristina maneja, por razones constitucionales, al Ejecutivo; el Legislativo también estará a su disposición por la señalada hegemonía política sobre el peronismo kirchnerista y sus aliados; en cuanto al Poder Judicial todos sabemos su tendencia a no contrariar al poder político cuando éste tiene la fuerza, hegemonía y concentración que hoy exhibe Cristina.