Covid-19 P.1: ahora el murciélago se llama Jair Bolsonaro

(Xinhua/Lucio Tavora)

Rosa Raydán |

La mutación P.1 de la covid-19 es originaria de Manaos, al norte de Brasil, y su aparición se calcula ocurrió en noviembre de 2020. Se le achaca el ser exponencialmente más contagiosa que el virus original, así como el poseer una carga viral hasta diez veces más elevada, lo que la hace mucho más resistente a los anticuerpos, tanto los naturales del ser humano como los desarrollados luego de una infección previa o incluso a los despertados gracias a la vacuna. Hagamos un repaso a la breve historia de este nuevo actor en la película pandémica.

La inmunidad del rebaño

Cuando se acercaba el final de 2020, la trágica historia de Manaos relacionada con el coronavirus parecía que amainaba. La ciudad, en la que para entonces se había infectado al menos tres cuartas partes de su población, había alcanzado un nivel tal de contagios que profesionales y analistas avizoraban como único destino posible la hoy muy mentada “inmunidad del rebaño”; es decir, que de tanto enfermarse ya se cerraría el círculo de inmunidad colectiva para sus habitantes y la pandemia daría tregua. Pero no pasó así.

La propagación desmedida del Sars-Cov-2 en esta ciudad fue el caldo de cultivo perfecto para que el virus respondiera de una forma que también es natural: desarrollando una mutación más agresiva. Como organismo vivo, la covid buscaba seguir infectando más allá de lo que hasta entonces le permitía su propio poder, y entonces se recargó con un nuevo linaje gracias al cual podría garantizar su supervivencia dentro de un entorno en el que se le acababan los cuerpos fértiles para seguir circulando.

En este punto, la población de Manaos inició de cero el círculo vicioso de los contagios, y quienes ya habían superado la covid-19 volvieron a enfermarse con una velocidad frenética, esta vez con síntomas más agudos y peores consecuencias. En enero la ciudad comenzó a ser noticia a nivel mundial no solo por sus reinfecciones sino por el colapso de su sistema de salud y sobre todo por la escasez de oxígeno, ante la que Venezuela envió ayuda solidaria. Todavía nadie lo sabía, pero era la nueva cepa haciéndose ver y escuchar.

Más resistente y más infeccioso

Desde el inicio de su propagación a finales de 2019, el coronavirus, igual que todos los virus, ha mutado muchas veces. Cientos de variantes se han descubierto de la covid-19, casi todas sin cambios sustanciales y sin consecuencias importantes para el desarrollo de la pandemia, a excepción de tres: la variante surafricana B.1.351, la variante de Kent (británica) B.1.1.7 y la variante de Manaos (Brasil) P.1.

El primer estudio preliminar sobre la mutación brasilera realizado en conjunto por equipos de investigación de la Universidad de Sao Paulo, la Universidad de Oxford y del Imperial College de Londres, indica que la cepa podría ser hasta dos veces más transmisible que el virus previo y que la probabilidad de reinfección es entre el 25% y el 60%, no solo en personas que ya transitaron por la enfermedad y lograron inmunidad natural, sino entre los vacunados, quienes quizá podrían necesitar una tercera dosis del fármaco para blindarse ante esta nueva amenaza.

En general, la cepa brasileña es “más transmisible, invade más el sistema inmune y probablemente debe ser más patogénica”, explicó Ester Sabino, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo (USP) y coordinadora del grupo brasileño que participó en la pesquisa desarrollada por el Centro Brasil-Reino Unido para el Descubrimiento y Diagnóstico de Abrovirus (CADDE).

Una trabajadora de la salud realiza una prueba rápida de la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19) durante una jornada de detección de la variante brasileña de la COVID-19, en el oeste de Caracas. (Xinhua/Marcos Salgado)

Volviendo a su capacidad para saltarse los anticuerpos inoculados por la vacuna, la variante P.1 al parecer es inmune a la vacuna china de Sinovac (que es la que se aplica actualmente en Brasil de forma masiva), y ante la de Astra-Zeneca. La Pfizer hasta ahora sigue siendo efectiva, y de las demás no hay datos para contrastar. De cualquier forma, para garantizar su efecto, es probable que todas las vacunas hasta hoy aprobadas deban actualizarse de modo que tengan capacidad probada para bloquear esta nueva versión del Sars-Cov-2, así como también para las otras dos variantes de cuidado. Toda esta información está recogida en el estudio citado anteriormente.

En cuanto a la tasa de mortalidad, tampoco hay una última palabra, y la razón sigue siendo la crisis interna de Brasil. El primer estudio sitúa la mortalidad en un aumento de entre una 1,1 y 1,8 veces con respecto a la cepa original de la covid-19, pero los problemas metodológicos asociados a la crisis de salud en Manaos hacen desconfiar de esos resultados porque el equipo investigador no puede determinar si la cantidad de fallecidos responde efectivamente a consecuencias del virus o a atención médica deficiente.

Tan lejos de Dios y tan cerca de Brasil

Un estudio realizado por el Instituto Lowy, un organismo de investigación en Australia, situó a Brasil como el país que peor ha manejado la pandemia, en un ranking de 98 países. La noticia no cae por sorpresa cuando aparecen situaciones como la del surgimiento de la variante P.1.

Brasil hoy ostenta la lamentable estadística de 10,8 millones de casos y más de 260 mil muertes, y sus cifras de contagios y decesos no hacen más que aumentar. De hecho, es el segundo país del mundo con más fallecidos, solo precedido por Estados Unidos.

Aún así, el gobierno de Jair Bolsonaro sigue mostrándose escéptico ante la enfermedad, activando a regañadientes un programa de vacunación que, según denuncias de sus habitantes y gobiernos locales, ha avanzado a cuentagotas y sin voluntad política que lo impulse para que realmente marque una diferencia en las cifras de contagios y muertes.

Un reportaje publicado por The New York Times añora los logros alcanzados por Brasil gracias a sus avanzados programas de vacunación en otrora. Dice: “la distribución de vacunas en Brasil ha sido dolorosamente lenta e inconstante y afectada por la escasez. El programa a nivel nacional comenzó el 18 de enero, más tarde que en otros más de cincuenta países, y a su ritmo actual tardará más de cuatro años en finalizarse. Algunas de las ciudades más importantes —como Río de Janeiro y Salvador— ya han tenido que suspender sus campañas por problemas de suministro. El fracaso equivale a un desastre en un país en el que la pandemia ha causado terribles daños —ciudades a lo largo del río Amazonas, como Manaos, han sido abandonadas a su suerte— y han muerto 250.000 personas, la segunda cifra más alta en el mundo después de Estados Unidos”.

La cepa P.1 ya se encuentra en al menos 20 países, incluida Venezuela, y los casos hasta ahora detectados están siendo aislados para evitar la propagación que pueda hacer de esta cepa la nueva variante dominante.

El linaje de Manaos es un lamentable antecedente que da cuenta de las tragedias que pudieran evitarse con gobiernos y gestiones sanitarias que pongan en el centro al ser humano en su coyuntura. La única buena noticia es que las medidas preventivas para evitar el contagio de la variante P.1 son las mismas que nos acompañan desde hace un año: uso del tapabocas, distanciamiento social y una buena higiene, especialmente el lavado de manos frecuente. No le abramos la puerta.

https://youtu.be/tRbqhP_FqqI