Copérnico, las casas de cambio colombianas y la guerra económica

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Luis Salas

Nicolás Copérnico, como otros muchos hombres y mujeres del Renacimiento, fue lo que las revistas especializadas llamarían hoy un genio polifacético. Por lo general, se le recuerda por sus aportes a la física, las matemáticas y la astronomía. Pero también supo ser traductor literario, abogado, médico, ingeniero agrónomo, geógrafo, etc. Sin embargo, tuvo un par de facetas no tan conocidas pero en las cuales supo destacarse con igual brillantez: la de militar y economista político.

Todo ocurrió durante la última de las llamadas guerras de Warmia (1511-1520), en su natal Polonia. Para entonces, Polonia era uno de los países más prósperos de Europa. Por una parte, sobre sus extensas planicies se cultivaban y criaban muchos alimentos buena parte de los cuales terminaban en los mercados de la actual Alemania y Rusia. Mientras que, por otra, la caída de Constantinopla transformó los puertos del Mar Báltico en una alternativa a la tradicional y mucho más expedita ruta del Mediterráneo. El caso, sin embargo, es que esta prosperidad le comenzó a acarrear no pocos problemas.

El principal y más grave problema se lo originaban los llamados caballeros teutónicos, legiones descendientes de las Cruzadas Bálticas que al quedarse sin oficio bélico pasaron a concentrarse en el saqueo, la rapiña y el mercenarismo como forma de vida. Baste comentar solo como dato anecdótico, que varias de las familias más poderosas de la historia alemana y europea como los Habsburgo y los Welser (estos últimos, primeros exploradores y conquistadores del territorio venezolano en búsqueda de El Dorado gracias a una concesión dada por la Corona Española como forma de pago de los empréstitos que le debía), tienen su origen en estas huestes.

El caso es que recurrentemente los caballeros teutónicos atacaban los territorios polacos (entre otros) generando guerras sumamente sangrientas. Pero en tiempos de paz no era menos problemáticos, pues dedicados al comercio habían desarrollado prácticas comerciales sumamente hostiles. Y es que además de la intimidación (es decir, la capacidad vía amenaza de “negociar” precios muy baratos que luego vendían mucho más caros), se daban a la tarea de amañar y falsificar las monedas. Lo hacían relajando el contenido de plata de las monedas entonces predominantemente de curso mezclándolo con metales menos nobles, que luego entregaban a los polacos como forma de pago mientras recibían de estos monedas originales. Estas monedas originales se las guardaban, siendo entonces que dicha práctica fraudulenta se transformó en una vía de lo que David Harvey llamaría hoy, siguiendo a Marx, acumulación por desposesión.

Los alemanes de las casas comerciales que comenzaron a operar en el Venezuela en la segunda parte del siglo XIX (los Roomer, Vollmer, Blohm, etc.), desarrollaron una práctica similar posibilitada por el bimetalismo entonces imperante, esto es, la circulación paralela de monedas de plata y oro. Los alemanes pagaban con monedas de plata, pero cobraban en monedas de oro. La razón era simple: el oro en cuanto metal precioso vale mucho más que la plata, así las monedas sean equivalentes en su denominación (es decir, una moneda de 1 de oro vale más que una moneda de 1 de plata por la sencilla razón que el oro tiene más valor que la plata). Esto lo terminó Gómez cuando suprimió el bimetalismo comercial.

Toda la retórica monetarista y neoliberal actual sobre las monedas “sanas” y los efectos de el exceso de circulante como causa del aumento de los precios tiene su origen en estas prácticas, radicalizadas luego en Europa tras la llegada masiva del oro proveniente de América y que se utilizó para acuñar más monedas. Se trata de una extrapolación salvaje, pues esconde el hecho que las monedas de aquellas épocas en cuanto metales preciosos tenían un valor en sí mismas que no tienen las monedas de curso actual, bien de papel o hasta virtuales. Sin embargo, hay un principio que puede sernos útil, introducido por primera vez por Copérnico, para entender lo que se hace actualmente contra el bolívar desde las casa de cambio colombianas y portales del tipo dólar today, que a todas estas funciona y tal y como ha quedado revelado en estos días, como un espejo del marcador cambiario para-legal que establecen dichas casas.

Y es que cuando en un mismo sistema monetario circulan dos o más clases de monedas ya sea por razones físicas o porque tienen distinto origen, la gente tenderá a atesorar la más fuerte y a utilizar las otras para las transacciones corrientes e incluso en el largo desecharlas, siendo que entonces la “mala” moneda desplazará del mercado a la “buena”. Esto es lo que se conoce en teoría económica como Ley de Gresham, por Sir Thomas Gresham, consejero de la reina Isabel I y fundador de la Bolsa de Londres. La situación entonces de la Inglaterra isabelina era similar a la de las casas comerciales que operaban en Venezuela a finales del XIX y principios del XX: circulaban monedas de oro y de plata con una equivalencia específica. Una onza de oro amonedado equivalía a cierta cantidad de monedas de plata. Con lo cual nadie entregaba oro acuñado para fundir y en el mercado terminaban circulando las monedas de plata, más baratas pero generalmente adulteradas. En el caso de la Polonia de Copérnico, la mala moneda fraudulenta acuñada por los caballeros teutones se volvía de uso corriente mientras las “sanas” de plata original eran atesoradas. De ahí surgió la necesidad de centralizar en los bancos centrales la acuñación de moneda y la política monetaria, mecanismo que a la larga sirvió para reducir –más no para evitar del todo claro está- tales fraudes.

En el caso actual de la guerra contra el bolívar, al establecerse contra él un tipo de cambio adulterado como el que opera desde Colombia y los portales web, se produce una situación en la cual nuetra moneda se va “enfermando”, siendo el principal síntoma de esta enfermedad el que la gente sienta que cada vez tiene menos valor, es decir, menos poder adquisitivo. Pero el fraude aquí no pasa por que se adultere la acuñación del bolívar ni porque se imprima más como parte de la “irresponsable política económica del gobierno y el BCV” (como dicen en coro los expertos neoliberales, pero que se ha demostrado es falso), sino porque se alterara su relación con los bienes que tiene como función comprar. Así las cosas, en el caso del marcador cucuteño, se establece una paridad cambiaria para –ilegal entre el bolívar y el peso (y decimos para-ilegal, porque aunque es fraudulenta y especulativa, funciona, como es sabido, bajo con la autorización del Banco Central de la República de Colombia BCRC a través de la resolución cambiaria 8 del año 2000), que termina devaluando al primero ante el segundo en más de un mil por ciento con respecto al tipo de cambio oficial reconocido por el mismo BCRC. Este tipo de cambio se utiliza para financiar y abaratar el contrabando, ya que las mafias para adquirir los productos venezolanos necesitan bolívares, y es mucho más rentable comprar 1 bolívar a dos pesos que a 200.

La práctica del contrabando impulsa la escasez de productos en especial los de primera necesidad y regulados, los cuales pasan en consecuencia a ser especulados por los comerciantes venezolanos para obtener ganancias extraordinarias. Y aquí es donde entra en accióndólar today, que entonces es tomado por los comerciantes como marcador referencial para tasar los precios de todos los bienes y servicios menguando aún más el poder de compra del bolívar y posicionando el dólar, que pasa a ser entonces la moneda “buena” abandonándose el bolívar “enfermo”. Esta estafa se suma a la que desde antes vienen operando los importadores por la vía de los precios de transferencia y la sobrefacturación. Resultado: el proceso hiperespeculativo actual que saquea las reservas y expolia el bolsillo de todos los trabajadores y trabajadoras.

La manipulación igualmente fraudulenta de los precios del petróleo a la baja (y por tanto la reducción del ingreso petrolero nacional en divisas), así como la aún más fraudulenta revaluación mundial del dólar por parte de la Reserva Federal norteamericana en el marco de la guerra mundial de monedas, termina por agravar el cuadro. Pero en la medida en que esto último es más difícil de revertir, una buena manera de empezar a recomponer el cuadro, es exigirle al gobierno colombiano derogue el marco legal que posibilita y ampara los ataques especulativos contra el bolívar desde aquel lado de la frontera. O para decirlo en el lenguaje de los “expertos”: hay que eliminar las distorsiones económicas y los macrodesequilibrios de todo tipo que incentivan el contrabando, pero no acá, si no allá.

Por otra parte, hay que empezar un proceso de revalorización del bolívar. Ciertamente en estas circunstancias de disminución del ingreso petrolero e hiperespeculación es complejo, pero se puede empezar por exigirle a la banca nacional -líder mundial en rentabilidad- que promueva el ahorro en bolívares ampliando mecanismos para el público a mediano y largos plazos con tasas de interés atractivas sin que esto signifique aumentar la tasa de créditos (que es lo que se ha hecho, penalizando el consumo de las familias que no solo se han visto como consecuencia de la hiperspeculación y la guerra económica obligadas a endeudarse para consumir determinados bienes o pagar servicios como las inscripciones escolares, por poner un caso, sino que ahora ven aumentar el monto de dichas deudas por la vía de los intereses). Desde luego, la banca y los “expertos” no verán con buenos ojos esta medida pues alegarán que perjudicará la rentabilidad del sector. Eso sin duda puede ser cierto, ¿pero por qué deben ser los trabajadores y trabajadoras con ingresos fijos los que se tengan que apretar el pantalón en estas circunstancias y no la banca, como acabamos de decir, líder mundial en rentabilidad? Es un buen momento para que nuestro banqueros agremiados en la Asociación Bancaria pongan a prueba el talante patrio que dicen tener. Pero en cualquier caso, para eso tenemos una pública bastante grande. No digo que esto vaya a resolver todos nuestros problemas, pero es parte de las cosas que hay que hacer.

PD: En la guerra contra los teutones, Copérnico emplazó los cañones en el campo de batalla y dirigió personalmente las defensa. Derrotados los teutónicos, negoció la paz con estos, luego de lo cual estableció nuevas reglas -como la acuñación centralizada- para evitar el fraude monetario al que, como dijimos, eran adictos los alemanes en tiempos de paz. Práctica a la cual, como vemos a propósito del Euro y Grecia, no han dejado de ser adictos.