Constituyentistas contra Chávez
Luis Britto García |
Una guía para perfeccionar nuestra Carta Magna podrían ser las ideas fundamentales para la Constitución Bolivariana de la V República, dirigidas por el comandante Hugo Chávez Frías a la Soberanísima Asamblea Nacional Constituyente en septiembre de 1999.
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Decía Bolívar que “moral y luces son nuestras primeras necesidades”. Proponía Hugo Chávez en 1999 que “la educación impartida por los institutos oficiales será de calidad y gratuita en todos sus ciclos”. El Supremo Comando del Negociado de los Posgrados le enmendó la plana al Comandante Eterno, y en el artículo 103 metió un contrabando según el cual “la educación es obligatoria en todos sus niveles, desde el maternal hasta el nivel medio diversificado. La impartida en las instituciones del Estado es gratuita hasta el pregrado universitario”. Así, quien no tenga centavos para pagar un posgrado jamás podrá ser doctor.
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Proponía Hugo Chávez el pago de prestaciones “oportuno y proporcional al tiempo de servicio de acuerdo con la ley y calculado de conformidad con el último salario”. Los enemigos de los trabajadores, que también se colaron en la Constituyente, omitieron incluir en el artículo 92 de la la Constitución el mandato de que debían ser calculadas “de conformidad con el último salario”. Apenas en la disposición transitoria tercera sugieren que dicho mandato figure en una ley orgánica del trabajo, que la Asamblea Nacional podría eliminar.
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Propuso Hugo Chávez que “la República se reserva el derecho de defender las actividades económicas de su empresa nacional”. Un virus matuteado en el artículo 301 desautorizó de plano al Presidente al afirmar que “la inversión extranjera está sujeta a las mismas condiciones que la inversión nacional”. Es decir, las sardinas venezolanas no tendrán ninguna ventaja para luchar contra los tiburones transnacionales. Aunque usted no lo crea, hubo constituyentistas que metieron un Alca en la Constitución Bolivariana, cinco años antes de que América Latina lo rechazara unánimemente en Mar del Plata. A borrar esa vergüenza de nuestra Carta Magna. A borrar de las listas de nuevos constituyentistas a quienes hayan votado a favor de semejante abominación. ¡Por favor!
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Recomendó Hugo Chávez una norma que “considera nula y no escrita cualquier cláusula que como consecuencia de compromisos tecnológicos, comerciales, educativos o de cualquiera otra índole, condicione o limite la potestad soberana de la República para legislar y adoptar medidas en materia económica”. Una cepa antipatriótica borró la propuesta de Hugo Chávez. Donde mandan neoliberales disfrazados de bolivarianos no manda Venezuela.
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Lucharon toda su vida Bolívar, Cipriano Castro y Hugo Chávez Frías contra la doctrina vendepatria según la cual los asuntos de interés público de Venezuela pueden ser resueltos por tribunales, juntas arbitrales o inquisiciones extranjeros. Y sin embargo, dispone el artículo 151 de la Constitución vigente que: “En los contratos de interés público, si no fuere improcedente de acuerdo con la naturaleza de los mismos, se considerará incorporada, aun cuando no estuviere expresa, una cláusula según la cual las dudas y controversias que puedan suscitarse sobre dichos contratos y que no llegaren a ser resueltas amigablemente por las partes contratantes, serán decididas por los tribunales competentes de la República, de conformidad con sus leyes, sin que por ningún motivo ni causa puedan dar origen a reclamaciones extranjeras”. Esa vergonzosa e imprecisa excepción relativa a “la naturaleza de los mismos” ha determinado que Venezuela sea repetidamente sometida a tribunales extranjeros y sistemáticamente condenada por ellos. Quien no entienda el concepto de soberanía no puede ser constituyentista.