Catalunya: Una reflexión, entre sentimiento e ideología

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Eduardo Camin|

“Pienso, luego existo” (cogito, ergo sum) todos hemos escuchado o leído alguna vez, esta conocida sentencia del filósofofrancés, Rene Descartes. En un primer momento esta sentencia puede aparecer un tanto oscura o trivial, simplemente por obvia, “Pienso, existo” muy bien, pero que más. Este tipo de interrogantes nos acompañan muchas veces durante toda una vida. De ahí que a veces surge esa necesidad de escribir, pero hoy lo hago desde la incertidumbre, desde la duda,  desde el estupor, reflexiono una Catalunya desde el dolor porque mi vida transcurre compartida entre catalanes, andaluces, extremeños, gallegos y vascos.

El problema es la razón de sus gobiernos, encerrados en una lógica trivial, donde los argumentos en contra del catalanismo y en favor del aislamiento egoísta de cada una de las decisiones, son tan impulsivas, que no se comprende cómo pueden sentir tan expansivamente los que razonan en medio de egoístas restricciones. Tal vez como decía Bertolt Brecht La victoria de la razón solo puede ser la victoria de los que razonan”

Pero, durante una crisis se tiende a decidir más con el corazon que con la razón. Por una razón muy sencilla. En tiempo de crisis se tiene la impresión de que ya no se dispone de todo el tiempo necesario para sopesar los factores a favor o en contra de una decisión. La incertidumbre que caracteriza las épocas de crisis – nadie sabe cuándo empiezan o terminan – menguan los recursos, y convencen a la gente de que ha perdido parte del poder que tenía para saber lo que estaban haciendo, la fuga de empresas en Catalunya es una de las condiciones sabidas para generar ansiedad que provoca más estrés. Por lo tanto, podemos pensar que estos escenarios que no son producto de una decisión apuradaen realidad confirman la pérdida de control del proyecto en el que se está inmerso y por ende, se parte de la bese que las decisiones adoptadas en ese contorno serán menos certeras.

No obstante, la percepción de una unidad española cualitativamente distinta de los particularismos que la integran no impide que sus expresiones individuales sean leales hacia el grupo, la familia o a la localidad de la que son originarios. Una no excluye la otra, aspecto que resulta clave en la comprensión crítica de su pensamiento, proyectado desde lo específico catalán, vasco o gallego para ampliar el espectro representativo de lo hispano, no sólo a nivel continental, sino en su inserción universal.

Si el objetivo de una España unida y única es una constante del ensayo filosófico y político, –veíamos recientemente la apología colonial del escritor peruano Mario Vargas Llosa–no es menos cierto la narrativa y la poesía que se refleja, hacia otros sentimientos nacionales. Basta citar a Salvador Espriu (Assaig de càntic en el temple1954) Vicent Andrés Estellés (Els amants1971)a María-Mercè Marçal Divisa 1977(ver al final).Estavisión literaria integral de lo catalán ha permitido representar arquetípica y míticamente su unidad con una intensidad muchas veces mayor que la del discurso político, económico o sociológico.

El discurso catalán en su esencia sobre la identidad habla de «reivindicar su pasado», «fomentar valores propios», «buscar la autenticidad», «combatir las ideas foráneas», «ser fieles a nosotros mismos» para denunciar, entre otras cosas, sus fases más crueles de la desculturización provocada por el franquismo o la alienación del imperialismo cultural.

Las nociones de idiosincrasia, de autoctonía, de peculiaridad y, más recientemente, de identidad se han sucedido en el marco de escuelas filosóficas y movimientos literarios para referirse a una misma preocupación planteada tanto a nivel nacional (cuando no nacionalista) como regional y continental, es decir, en el seno de una España concebida como una «unidad en la diversidad». Sea cual sea el gentilicio con la cual se la denomina, el significado del equilibrio social no es difícil de imaginar, lo que resulta arduo es materializarlo.

Estas adhesiones necesitan de una conceptualización teórica mayor que la mera pertenencia a una comunidad o un país, cuyo sentimiento de identidad nacional brota espontáneamente gracias a la autodeterminación implícita e instintiva, afectiva e intuitiva que toda pertenencia a un territorio presupone. Sin embargo, pese al origen teórico de este concepto, nadie discute hoy en día las profundas raíces históricas del espacio del anhelo que una región unida proyecta en las aspiraciones de sus habitantes.

El paso de los años ha derrotado la inercia de la política desplazada por la simple dinámica económica , pero lo ha hecho cada vez más en la confusión, la balcanización se ha profundizado, en tanto ha ido creciendo el justo rencor de los pueblos con respecto a las políticas económicas, o decisiones que han quedado  establecidas en un marco supranacional conformado por organismos como laUnión Europea , la ONU o la OTAN, etc. con lo cual es cada vez más difícil imaginar una unificación en condiciones igualitarias, pero sólo cuando la política obedezca a la geografía, la realidad a la necesidad, la consecuencia a la premisa, sólo entonces será lógico el sagrado regocijo.

Catalunya, su historia, su intelectualidad, su arte, pero por sobre todas la cosas la memoria de aquellos trabajadores republicanos merecen algo más que este marco judicial al cual se la ha sometido, aunque la Constitución española así lo determine, …  acaso esa misma constitución no habla de trabajo, vivienda, educación y salud para todos. Duda, e incertidumbre, tal es la fragilidad de la razón humana y tan irresistible es el contagio de la opinión.

Divisa  1977

A l’atzar agraeixo tres dons:
haver nascut dona,
de classe baixa i nació oprimida.
I el tèrbol atzur de ser tres voltes rebel.

María-Mercè Marçal

*Periodista uruguayo residenciado en Europa