Cada 20 años la misma historia: Uruguay y las crisis cíclicas
Nicolás Centurión
Uruguay vuelve sobre sus pasos y a cuentagotas se empiezan a encender luces amarillas de noticias que son señales de una crisis que se avecina. Cabalga la inflación, la suba de precios, aumento de homicidios y de inseguridades. Resurgen el fraccionamiento de productos, las ollas populares, los productos marcas clase “B”, que no se veían hace décadas, y familias enteras endeudadas.
La guerra en la lejana Ucrania es la excusa que esgrime el gobierno. El contexto exterior justifica el ajuste y los recortes al interior. El relato no es nuevo, ya que la derecha hoy en el gobierno, cuando era oposición, esgrimía que los logros del centroizquierdista Frente Amplio se debían exclusivamente a un contexto externo favorable. La guerra, la pandemia, ¿cuál será la siguiente coartada?
En Uruguay crecen el descontento y las demandas, a las que los actores políticos intentan dar respuesta, pero las soluciones no son sencillas. La situación económica, el desempleo, la inseguridad y la inflación son las principales preocupaciones de los uruguayos, coinciden las encuestas, que destacan que hubo un crecimiento explosivo” de la preocupación por el aumento de precios entre febrero y abril.
Volver al futuro.
Parece que cada 20 años en Uruguay sucede una crisis. Pasó en 1982 con la denominada “crisis de la tablita” en las postrimerías de la dictadura; en el 2002 con la crisis financiera de los hermanos Rohm, la familia Peirano y el último gobierno del Partido Colorado. Hoy. en 2022 se vislumbran titulares, noticias, datos que no anticipan un promisorio futuro.
La aceleración del aumento de los precios, que afecta en especial los alimentos, se instaló como cuestión central y motivo de crecientes debates. La realidad es grave, porque debido a la emergencia sanitaria y a la política económica oficial, Uruguay ya venía de dos años sucesivos con pérdida del poder de compra de salarios y jubilaciones.
En Uruguay el ahorro es normalmente escaso, y es mucha la gente cuyos gastos básicos consumen todos o casi todos sus ingresos, por lo que el aumento de las tasas de interés tiene muy escaso impacto en el combate a la inflación y puede causar más daños que beneficios. Las dificultades son mayores por otras dos características de la economía uruguaya: su importante grado de dolarización y el fuerte vínculo entre el índice de precios al consumo y los ajustes salariales.
No es raro que el aumento de las tasas de interés sea planteado por dirigentes de la coalición derechista de gobierno: para muchos empresarios puede ser más lucrativo depositar su dinero en un banco. “Todo esto no es fácil de explicar desde el gobierno, cuando muchas personas siguen perdiendo calidad de vida y ven que una minoría se ha enriquecido en los últimos años. Es lo que tiene de político la política económica”, señala ladiaria.
Mientras, el parlamento aprobó exonerar de IVA por 30 días al pan blanco, galleta de campaña y fideos. Una medida criticada por la oposición porque no es de impacto en la economía de las familias y que, además, se pone en vigencia luego de que dichos productos habíam aumentado considerablemente.
“Las medidas del gobierno representan un ahorro en los hogares del 0,38%”, dijo el economista y senador por el Frente Amplio Daniel Olesker, quien subrayó el aumento de los combustibles: el gasoil aumentó 34% en diez meses, la nafta súper un 28% y el supergás un 20%.
En un contexto donde Uruguay exportó más de 2.896 millones de dólares en los primeros tres meses del año, Pablo Mieres, Ministro de Trabajo admitió “riesgo” de que se postergue la recuperación salarial, mientras el Instituto Cuesta Duarte (ICUDU) de la central única de trabajadores PIT-CNT criticó las metas de inflación del gobierno.
El ICUDU, realizó un estudio sobre la evolución de la desigualdad, la incidencia y profundidad de la pobreza en Uruguay. El documento resalta que el ascenso de la pobreza tiene especial impacto en la niñez y la adolescencia uruguayas: de los 66.000 nuevos pobres, unos 21.000 tienen menos de 18 años, alcanzando el 32% del aumento de la pobreza a explicarse por la caída en la misma de niños, niñas y adolescentes.
Por último, el trabajo sostiene que “el proceso de ascenso de la pobreza se da en un escenario de aumento de la desigualdad y concentración del ingreso, con impacto no solo en momentos de retracción económica como el vivido en 2020, sino también de recuperación, como el registrado durante 2021”.
Sumado a esto, más de dos millones de personas –Uruguay tiene poco más de tres millones de habitantes- y más de 93 mil personas jurídicas son, a la fecha, “deudores activos” del sistema financiero regulado por el Banco Central del Uruguay. Según un monitoreo de la financiera Pronto! siete de cada diez uruguayos encuestados está endeudado, concluye el semanario Búsqueda.
Y con la crisis, volvió el fraccionamiento de los productos en pequeños comercios. La razón es sencilla, no alcanza el salario para comprar productos enteros. El Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y afines del Uruguay (Cambadu) considera que el fraccionamiento de paquetes en almacenes y pequeños comercios “llegará a todo el país”. Este es el verdadero derrame.
Violencia en alza
En otra escalada de violencia, los homicidios subieron 33% en el primer trimestre del año. Por su parte el sindicato policial de Canelones planteó que fueron “dos años iguales a 20 de retroceso” en la Policía, lo que se contradice con la retórica que proviene desde el Ministerio del Interior condensada en la frase “hay orden de no aflojar”.
Es “apresurado” hablar de una tendencia a la baja del delito, afirma el sociólogo Javier Donnangelo, director del Observatorio sobre Violencia del Ministerio del Interior , para quien el aumento de los homicidios es “la novedad criminológica más importante que ha visto el país en los últimos tiempos”
La inseguridad fue uno de los talones de Aquiles del Frente Amplio y caballo de batalla de la oposición (hoy gobierno) en campaña. El apoyo a la policía ha sido discursivo y propagandístico. Los números no acompañan, solo una leve caída en los delitos se dio entre 2020 y 2021, cuestión que el gobierno se la arroga siendo el único en el mundo que no atribuye a la pandemia dicho descenso.
Pero la pandemia es excusa válida para el resto de políticas del gobierno. En otra arremetida contra la Justicia, el partido de ultraderecha Cabildo Abierto propuso un proyecto que pretende sancionar a fiscales en caso de condenas erróneas. El fiscal de Corte Juan Gómez, lo calificó de “impresentable”.
Un sector del partido colorado pidió que vuelva el homenaje “a los caídos en defensa de las instituciones democráticas”.
¿Qué se conmemora el 14 de abril?
En la noche de aquel 14 de abril de 1972 , el entonces presidente Juan María Bordaberry pidió al Parlamento que declarara el “estado de guerra interno”. El 5 de agosto de 1975, el presidente –ya por entonces, de facto– decretó el 14 de abril “Día de los caídos en la lucha contra la sedición”.
A la vuelta a la democracia, en 1985, el presidente Julio Sanguinetti publicó un decreto con un cambio de nombre y la conmemoración pasó a llamarse “Día de los Caídos en la Lucha por la Defensa de las Instituciones Democráticas”. El 20 de marzo de 2006, un año y poco después de haber asumido el primer gobierno del Frente Amplio (FA), el presidente Tabaré Vázquez firmó un decreto con el que se derogó el de Sanguinetti.
Este año se retomó dicho encuentro que reúne a los sectores más reaccionarios y progolpistas del Uruguay. Participaron “todas las asociaciones militares, policiales y civiles que integran el Encuentro por la Reconciliación Nacional”, el Centro de Estudio de Derechos Humanos, novel grupo que integran, entre otros Daniel García Pintos, ahora en el partido Cabildo Abierto luego de ser diputado del partido Colorado durante cuatro legislaturas. y Graciela Rompani, viuda del expresidente Jorge Pacheco Areco.
Asimismo, la Asociación Toda la Verdad, y Familiares de Prisioneros Políticos, familiares de procesados y condenados por crímenes de la dictadura que están recluidos en la cárcel de Domingo Arena y que en febrero fueron recibidos por Lacalle Pou.
Hay nostalgia: de precios altos, de sueldos bajos, de exportaciones a tope para algunos y poco trabajo para muchos. Hay nostalgia: de mano dura, botas verde oliva y relatos tergiversados de la historia. Hay descontento por lo bajo.
¿Cuánto falta para que cruja el descontento social?
* Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)